26/08/2020, 00:52
(Última modificación: 6/10/2020, 18:52 por Umikiba Kaido. Editado 2 veces en total.)
El bautizo del Dragón y un vacío legal
Si bien pensábamos en un principio que el tatuaje era sólo una marca representativa que, con un poco de fūinjutsu; establecía una especie de conexión onírica entre todos los Cabeza de Dragón y que tenía como principal propósito poner en marcha el ritual de sucesión de la organización —el que mata a un Cabeza, se convierte directamente en el primer candidato a ocupar el cargo—. lo cierto es que estábamos lejos de la verdad. Creo que ese fue el error en toda la ecuación. Un error mío, sobre todo, por no prever que algo así era posible. Cuando llegó la hora de recibir el "Bautizo", como ellos le llamaban, lo hice confiado. En ese instante pensaba que se trataría de recibir el tatuaje y poco más. Pero, con el paso de los segundos, y al ver la preparación del ritual, entendí que no iba a ser tan sencillo. Lamentablemente era muy tarde para dar marcha atrás. No iba a completar la infiltración sin pasar esa prueba. Así que lo hice, asumiendo que podría afrontar las posibles consecuencias luego. Qué equivocado estaba.
La técnica es compleja. Requiere una cantidad exuberante de chakra, una secuencia de sellos larguísima y, entiendo yo, un conocimiento avanzado del Fūinjutsu. El sujeto se postra en una especie de círculo con extraños grabados y fórmulas de sellado que, tras los sellos manuales, empiezan a ser absorbidas por tu cuerpo, allí en donde elegiste tener la Marca. Ese es el primer paso. El segundo, consta de... echarte una buena siesta, tal y como lo indicó Otohime, la usuaria de la técnica. Esa fue la última vez que fui yo mismo. Cerré los ojos para no abrirlos más durante un largo tiempo.
Cuando despiertas, no eres consciente de todo lo que sucede mientras duermes. Al menos no inmediatamente. Han tenido que pasar casi dos años para poder recordar un poco de lo que aconteció durante el trance. Con Datsue hemos llegado a la conclusión que se trata de un proceso de sugestión a niveles tan profundos que el sello es capaz de reconvertirte a tal punto, que tu lealtad quede siempre arraigada a Dragón Rojo. Ahora entiendo que, para aquellos menos voluntariosos, el sello es una cláusula para evitar traiciones inminentes, porque es muy usual que en este tipo de grupos criminales existan mentiras veladas, puñaladas rastreras y conspiraciones. Esa cláusula evita todo esto. Todos tus objetivos deben estar alineados con la organización, aunque visto lo visto, con el paso del tiempo, uno es capaz de replantearse estas cuestiones más a menudo, sobre todo cuando tu nueva visión del mundo se antepone tanto a tu antigua moralidad. Pero aún así no fue suficiente. El sello te hace un lugar en Dragón Rojo a expensas de falsos recuerdos. De falsas traiciones. Te muestra eso que más duele, y lo intensifica. Pone a tus amigos en contra. Te aisla de formas insospechadas. Quedas solo. Muy solo.
Una semana después, se consumó mi traición. Desperté sin la necesidad de pensar siquiera en comunicarme contigo, Hageshi. Tú y Yui no erais más que agua de otro estanque, a este punto. Lo único que me interesó en ese momento era la de consumar mi lugar entre los Dragones, y así sucedió, durante la Primera Gran Reunión.
Se hablaron de muchas cosas, aunque el tema que más tuvo peso fue el de Uchiha Zaide. Cómo ya sabéis, para ese entonces, todos creíamos que Zaide estaba muerto o desaparecido. De hecho, Muñeca y Katame abandonaron el Cañón del Secuestrado creyendo que le habían machacado la cabeza a ese Uchiha hijo de puta. Pero, gracias a Kyūtsuki, un miembro del que hablaremos más largo y tendido más adelante; pudimos saber que aquello fue una chapuza. Zaide estaba vivo. ¿El cómo logró engañar a esos dos? pues con genjutsu, probablemente. Sus ojos son poderosos, como los de cualquier Uchiha, pero especialmente los suyos.
Aquí viene la parte complicada. La única forma en la que alguien puede convertirse en un Cabeza de Dragón es matando a uno de los ocho Cabezas. Vale. El principal motivo por el que partí de Amegakure en primer lugar fue porque pensábamos que yo era el heredero al puesto de Katame, tras haberlo asesinado en Taikarune. Y a su vez, creíamos que Katame se había convertido en un Cabeza de Dragón al haber matado a Zaide, quien a su vez había obtenido el puesto tras haberse zurrado a Hayai, en el Cañón del Secuestrado.
Ya sé, es jodido de entender. Pero el caso es que, sabiendo que Zaide estaba vivo —pues la hermafrodita de Kyūtsuki le había visto en un Prisión, en el País del Viento—. toda la línea de sucesión que creíamos correcta, pues no lo es. Katame nunca se convirtió en un verdadero Cabeza de Dragón porque realmente nunca mató a Zaide. Por tanto, yo tampoco debía haber recibido el Bautizo. ¿Sí me sigues?
Así que el grupo se encontró con un pedazo de vacío legal. Aunque yo, cegado por mis vanidades, sabía cómo resolverlo: tenía que ir a por Zaide, y eliminar a ese cáncer de una vez por todas.
Si bien pensábamos en un principio que el tatuaje era sólo una marca representativa que, con un poco de fūinjutsu; establecía una especie de conexión onírica entre todos los Cabeza de Dragón y que tenía como principal propósito poner en marcha el ritual de sucesión de la organización —el que mata a un Cabeza, se convierte directamente en el primer candidato a ocupar el cargo—. lo cierto es que estábamos lejos de la verdad. Creo que ese fue el error en toda la ecuación. Un error mío, sobre todo, por no prever que algo así era posible. Cuando llegó la hora de recibir el "Bautizo", como ellos le llamaban, lo hice confiado. En ese instante pensaba que se trataría de recibir el tatuaje y poco más. Pero, con el paso de los segundos, y al ver la preparación del ritual, entendí que no iba a ser tan sencillo. Lamentablemente era muy tarde para dar marcha atrás. No iba a completar la infiltración sin pasar esa prueba. Así que lo hice, asumiendo que podría afrontar las posibles consecuencias luego. Qué equivocado estaba.
La técnica es compleja. Requiere una cantidad exuberante de chakra, una secuencia de sellos larguísima y, entiendo yo, un conocimiento avanzado del Fūinjutsu. El sujeto se postra en una especie de círculo con extraños grabados y fórmulas de sellado que, tras los sellos manuales, empiezan a ser absorbidas por tu cuerpo, allí en donde elegiste tener la Marca. Ese es el primer paso. El segundo, consta de... echarte una buena siesta, tal y como lo indicó Otohime, la usuaria de la técnica. Esa fue la última vez que fui yo mismo. Cerré los ojos para no abrirlos más durante un largo tiempo.
Cuando despiertas, no eres consciente de todo lo que sucede mientras duermes. Al menos no inmediatamente. Han tenido que pasar casi dos años para poder recordar un poco de lo que aconteció durante el trance. Con Datsue hemos llegado a la conclusión que se trata de un proceso de sugestión a niveles tan profundos que el sello es capaz de reconvertirte a tal punto, que tu lealtad quede siempre arraigada a Dragón Rojo. Ahora entiendo que, para aquellos menos voluntariosos, el sello es una cláusula para evitar traiciones inminentes, porque es muy usual que en este tipo de grupos criminales existan mentiras veladas, puñaladas rastreras y conspiraciones. Esa cláusula evita todo esto. Todos tus objetivos deben estar alineados con la organización, aunque visto lo visto, con el paso del tiempo, uno es capaz de replantearse estas cuestiones más a menudo, sobre todo cuando tu nueva visión del mundo se antepone tanto a tu antigua moralidad. Pero aún así no fue suficiente. El sello te hace un lugar en Dragón Rojo a expensas de falsos recuerdos. De falsas traiciones. Te muestra eso que más duele, y lo intensifica. Pone a tus amigos en contra. Te aisla de formas insospechadas. Quedas solo. Muy solo.
Una semana después, se consumó mi traición. Desperté sin la necesidad de pensar siquiera en comunicarme contigo, Hageshi. Tú y Yui no erais más que agua de otro estanque, a este punto. Lo único que me interesó en ese momento era la de consumar mi lugar entre los Dragones, y así sucedió, durante la Primera Gran Reunión.
Se hablaron de muchas cosas, aunque el tema que más tuvo peso fue el de Uchiha Zaide. Cómo ya sabéis, para ese entonces, todos creíamos que Zaide estaba muerto o desaparecido. De hecho, Muñeca y Katame abandonaron el Cañón del Secuestrado creyendo que le habían machacado la cabeza a ese Uchiha hijo de puta. Pero, gracias a Kyūtsuki, un miembro del que hablaremos más largo y tendido más adelante; pudimos saber que aquello fue una chapuza. Zaide estaba vivo. ¿El cómo logró engañar a esos dos? pues con genjutsu, probablemente. Sus ojos son poderosos, como los de cualquier Uchiha, pero especialmente los suyos.
Aquí viene la parte complicada. La única forma en la que alguien puede convertirse en un Cabeza de Dragón es matando a uno de los ocho Cabezas. Vale. El principal motivo por el que partí de Amegakure en primer lugar fue porque pensábamos que yo era el heredero al puesto de Katame, tras haberlo asesinado en Taikarune. Y a su vez, creíamos que Katame se había convertido en un Cabeza de Dragón al haber matado a Zaide, quien a su vez había obtenido el puesto tras haberse zurrado a Hayai, en el Cañón del Secuestrado.
Ya sé, es jodido de entender. Pero el caso es que, sabiendo que Zaide estaba vivo —pues la hermafrodita de Kyūtsuki le había visto en un Prisión, en el País del Viento—. toda la línea de sucesión que creíamos correcta, pues no lo es. Katame nunca se convirtió en un verdadero Cabeza de Dragón porque realmente nunca mató a Zaide. Por tanto, yo tampoco debía haber recibido el Bautizo. ¿Sí me sigues?
Así que el grupo se encontró con un pedazo de vacío legal. Aunque yo, cegado por mis vanidades, sabía cómo resolverlo: tenía que ir a por Zaide, y eliminar a ese cáncer de una vez por todas.