27/08/2020, 23:01
Los dos nuevos Ryūtos: la alianza de los Uchiha
Desconozco los detalles, porque ya os dije, no estuve en Baratie durante la segunda mitad del viaje. Sé lo que sucedió por la conexión del Bautizo, así que todos vimos cómo Akame se zurraba a Shaneji. Decía que si no movía ficha él primero, Shaneji le haría lo mismo, esa era su justificación. De todas formas, creo que Akame no estaba por la labor de ser esbirro de nadie y en cuanto vio una oportunidad, la tomó. Si quería sentirse seguro allí en las filas de Dragón Rojo, debía hacerlo ocupando el nicho de un Cabeza de Dragón. Lo que sucedió luego, para mí, sigue siendo un misterio.
Cuando llegué a Ryūgū-jō, me entero de que Zaide ya había estado allí, y que su plan era acabar con todos nosotros. Cobrarse las del Cañón del Secuestrado, la de su difunta hermana... demasiada historia entre ellos que aún desconozco. Creo que lo hubiese logrado de no haberse encontrado con Akame, que le tumbó la chapuza. Y no sé cómo hizo, pero la rata convenció al águila de tomar su lugar en la organización. El que se había ganado legítimamente cuando se cargó a Hayai. Ya Akame había sido Bautizado, y para mi sorpresa, en la antesala a la Gran Reunión —una que sentaría precedente y significaría, para el pesar de todos, el principio del fin—. Zaide apareció con el sello puesto, también.
Así, Dragón Rojo por fin había logrado restaurar a las ocho cabezas. Pero como imaginarás, Ryū no parecía demasiado contento, y aunque podían haberse tratado de matar el uno al otro ahí mismo, lo cierto es que ambos tenían otros planes. La intención de Ryū era la de adoctrinar a Zaide. La de Zaide, robarle la gran influencia que tenía Ryū en el concilio de Dragones. Ninguno de los dos lograría su objetivo, no al menos a corto plazo, y por el capricho de ambos, Zaide y Ryū acabarían perdiendo, tiempo después, lo más preciado para ellos: uno el orgullo, y otro el poder.
Pero antes que nada, la Gran Reunión. Aquí viene lo bueno...
... Hablemos de Umigarasu.
Desconozco los detalles, porque ya os dije, no estuve en Baratie durante la segunda mitad del viaje. Sé lo que sucedió por la conexión del Bautizo, así que todos vimos cómo Akame se zurraba a Shaneji. Decía que si no movía ficha él primero, Shaneji le haría lo mismo, esa era su justificación. De todas formas, creo que Akame no estaba por la labor de ser esbirro de nadie y en cuanto vio una oportunidad, la tomó. Si quería sentirse seguro allí en las filas de Dragón Rojo, debía hacerlo ocupando el nicho de un Cabeza de Dragón. Lo que sucedió luego, para mí, sigue siendo un misterio.
Cuando llegué a Ryūgū-jō, me entero de que Zaide ya había estado allí, y que su plan era acabar con todos nosotros. Cobrarse las del Cañón del Secuestrado, la de su difunta hermana... demasiada historia entre ellos que aún desconozco. Creo que lo hubiese logrado de no haberse encontrado con Akame, que le tumbó la chapuza. Y no sé cómo hizo, pero la rata convenció al águila de tomar su lugar en la organización. El que se había ganado legítimamente cuando se cargó a Hayai. Ya Akame había sido Bautizado, y para mi sorpresa, en la antesala a la Gran Reunión —una que sentaría precedente y significaría, para el pesar de todos, el principio del fin—. Zaide apareció con el sello puesto, también.
Así, Dragón Rojo por fin había logrado restaurar a las ocho cabezas. Pero como imaginarás, Ryū no parecía demasiado contento, y aunque podían haberse tratado de matar el uno al otro ahí mismo, lo cierto es que ambos tenían otros planes. La intención de Ryū era la de adoctrinar a Zaide. La de Zaide, robarle la gran influencia que tenía Ryū en el concilio de Dragones. Ninguno de los dos lograría su objetivo, no al menos a corto plazo, y por el capricho de ambos, Zaide y Ryū acabarían perdiendo, tiempo después, lo más preciado para ellos: uno el orgullo, y otro el poder.
Pero antes que nada, la Gran Reunión. Aquí viene lo bueno...
... Hablemos de Umigarasu.