1/09/2020, 00:04
(Última modificación: 1/09/2020, 01:45 por Sagiso Ranko. Editado 1 vez en total.
Razón: Daño recibido editado
)
—¿E-esforzarse al máximo? Creo que Yota-san exageró un poco con eso… Su Raiton y Genjutsu fueron demasiado para mí —Otrora se habría sonrojado intensamente, pero ahora Ranko sólo mostró un rubor leve en sus mejillas y alzó las cejas con un poco de pena. Había entrenado una vez con el chico araña, pero recordaba haber perdido por mucho —. Pero está bien. ¡No me contendré!
Daigo se lanzó. Gracias a la distancia, Ranko pudo apreciar que la velocidad de su oponente era un poco menor a la suya, y vio venir el siguiente golpe con claridad, a pesar del intento de amague hacia su costado derecho.
Movió el brazo para bloquear, pero se dio cuenta muy tarde de que no era un puñetazo ordinario. Además de que sus puños brillaban de esmeralda, el golpe le dejó un ardor intenso en el antebrazo que recibió el ataque en lugar de su torso.
"¿Pero qué…?" Ranko abrió los ojos como platos.
De la nada, parecía que Daigo se movía con más agilidad que antes, y le rodeaba como si no estuviese tocando el suelo, sino flotando como un insecto. Intentó bloquear el segundo golpe con el mismo resultado, un ardor intenso digno de un fuerte uso de chakra. Un paso rápido hacia atrás le hizo evitar el tercer golpe, a la quijada.
"¡Bien! ¡Usemos jutsu contra jutsu!" pensó mientras concentraba chakra en sus brazos. Siguió el movimiento de Daigo casi por reacción, y giró sobre sí para bloquear el siguiente golpe con el antebrazo izquierdo y el quinto con ambos, cubriendo su rostro. Los puños verdes de Daigo chocarían contra los brazos reforzados, brillando de un color rosa violáceo. Ranko sentiría el dolor intenso en sus extremidades, aunque no sabría si era debido a los puñetazos o a su propio jutsu.
—¿Te gusta? —le dijo, sonriente, esperando que Daigo reconociera su Ningen no tate. Había seguido el consejo dado por Etsu durante aquella comida en el Valle, y había aprendido la técnica creada originalmente por el boxeador.
Daigo estaba bastante cerca, así que, sin darse mucho tiempo para pensar, Ranko disparó la pierna derecha, con los músculos nutridos por su chakra, y duplicó la cantidad de golpes dados por su contrincante: lanzó diez patadas lanzadas en un lapso de segundo y medio esparcidas por su torso.
—¡Shunjukkyaku!
Si acertaba, se pondría en alta ventaja contra el boxeador. Claro, sus patadas buscaban más desgastarle que hacerle daño, sin intención de romperle nada. Por otro lado, si no acertaba tendría una marcada desventaja, pues tendría tres extremidades temporalmente debilitadas. ¿Se sentía mal por usar una técnica tan potente contra un amigo? Sólo un poco. Sabía que Daigo era un hueso duro de roer, y aunque recibiese el Shunjukyakku podría permanecer de pie. O al menos eso creía...
”Además, dijo que no me contuviera…” De un rato a otro, Ranko ya sentía sus energías físicas decaer, aunque sus ánimos se elevaban más a cada momento.
Daigo se lanzó. Gracias a la distancia, Ranko pudo apreciar que la velocidad de su oponente era un poco menor a la suya, y vio venir el siguiente golpe con claridad, a pesar del intento de amague hacia su costado derecho.
Movió el brazo para bloquear, pero se dio cuenta muy tarde de que no era un puñetazo ordinario. Además de que sus puños brillaban de esmeralda, el golpe le dejó un ardor intenso en el antebrazo que recibió el ataque en lugar de su torso.
"¿Pero qué…?" Ranko abrió los ojos como platos.
De la nada, parecía que Daigo se movía con más agilidad que antes, y le rodeaba como si no estuviese tocando el suelo, sino flotando como un insecto. Intentó bloquear el segundo golpe con el mismo resultado, un ardor intenso digno de un fuerte uso de chakra. Un paso rápido hacia atrás le hizo evitar el tercer golpe, a la quijada.
"¡Bien! ¡Usemos jutsu contra jutsu!" pensó mientras concentraba chakra en sus brazos. Siguió el movimiento de Daigo casi por reacción, y giró sobre sí para bloquear el siguiente golpe con el antebrazo izquierdo y el quinto con ambos, cubriendo su rostro. Los puños verdes de Daigo chocarían contra los brazos reforzados, brillando de un color rosa violáceo. Ranko sentiría el dolor intenso en sus extremidades, aunque no sabría si era debido a los puñetazos o a su propio jutsu.
—¿Te gusta? —le dijo, sonriente, esperando que Daigo reconociera su Ningen no tate. Había seguido el consejo dado por Etsu durante aquella comida en el Valle, y había aprendido la técnica creada originalmente por el boxeador.
Daigo estaba bastante cerca, así que, sin darse mucho tiempo para pensar, Ranko disparó la pierna derecha, con los músculos nutridos por su chakra, y duplicó la cantidad de golpes dados por su contrincante: lanzó diez patadas lanzadas en un lapso de segundo y medio esparcidas por su torso.
—¡Shunjukkyaku!
Si acertaba, se pondría en alta ventaja contra el boxeador. Claro, sus patadas buscaban más desgastarle que hacerle daño, sin intención de romperle nada. Por otro lado, si no acertaba tendría una marcada desventaja, pues tendría tres extremidades temporalmente debilitadas. ¿Se sentía mal por usar una técnica tan potente contra un amigo? Sólo un poco. Sabía que Daigo era un hueso duro de roer, y aunque recibiese el Shunjukyakku podría permanecer de pie. O al menos eso creía...
”Además, dijo que no me contuviera…” De un rato a otro, Ranko ya sentía sus energías físicas decaer, aunque sus ánimos se elevaban más a cada momento.
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