11/01/2016, 02:53
El muchacho se encontraba ya próximo a su nuevo destino; construida sobre un risco entre las montañas, se erguía orgullosa la prestigiosa ciudad de Notsuba, ubicada en las entrañas de un enorme y verde valle. Como decían las indicaciones de su hermana, la reconocería fácilmente, debido a su estilo de construcción, asemejándose a un típico dojo. El color verde, gris y negro parecían dominar la ciudad y sus alrededores.
Pronto, tras avanzar un poco mas entre la hierba, Kimura traspaso la entrada de la urbe, y se hundió entre la mescolanza de natales y extranjeros que como él, habían viajado para visitar la ciudad, o el País de la Tierra en general.
“Hay bastantes restaurantes y cafeterías por esta zona, debe ser especial para los turistas…” También observo alguna ocasional tienda de regalos, mezclado con otros lugares más orientados hacia las necesidades que podrían tener los habitantes naturales de la ciudad.
Finalmente, el joven se desvió del camino central de la calle, y se acerco a ojear una de las tantas vidrieras que había. Se podían observar entre otros productos, unas estatuillas y demás manualidades que representaban la misma ciudad y algunos de los puntos turísticos más famosos del país. La gente seguía circulando por atrás suyo, mientras otros más seguían su camino o se detenían como él para ver las tiendas. Inevitablemente, de vez en cuando el chico oía el choque casual entre alguien que avanzaba y alguien que se detenía, o retrocedía sobre sus pasos.
Pronto, tras avanzar un poco mas entre la hierba, Kimura traspaso la entrada de la urbe, y se hundió entre la mescolanza de natales y extranjeros que como él, habían viajado para visitar la ciudad, o el País de la Tierra en general.
“Hay bastantes restaurantes y cafeterías por esta zona, debe ser especial para los turistas…” También observo alguna ocasional tienda de regalos, mezclado con otros lugares más orientados hacia las necesidades que podrían tener los habitantes naturales de la ciudad.
Finalmente, el joven se desvió del camino central de la calle, y se acerco a ojear una de las tantas vidrieras que había. Se podían observar entre otros productos, unas estatuillas y demás manualidades que representaban la misma ciudad y algunos de los puntos turísticos más famosos del país. La gente seguía circulando por atrás suyo, mientras otros más seguían su camino o se detenían como él para ver las tiendas. Inevitablemente, de vez en cuando el chico oía el choque casual entre alguien que avanzaba y alguien que se detenía, o retrocedía sobre sus pasos.