22/09/2020, 22:56
(Última modificación: 22/09/2020, 22:57 por Tsukiyama Daigo. Editado 1 vez en total.)
«¿¡He fallado!?»
Incrédulo, el genin vio como todas las agujas habían impactado en el lobo, pero ninguna de ellas impactó realmente en su objetivo.
A punto estuvo de caer a merced del mismo lobo al que había fallado en matar, pero justo antes de que sucediese otro can lo atacó, placándolo con sus patas delanteras.
Toshio se encontraba en graves problemas y lo sabía. Ahora estaba intentando quitarse a un lobo de encima mientras ambos rodaban en el fuego, y por si fuera poco se podían escuchar aullidos y gruñidos en la distancia.
— ¡Toshio! —Llamó Kinumi al ver a su compañero en problemas.
Mientras tanto, el joven se esforzó en ponerle la vaina en la boca al lobo, sosteniéndola en horizontal con ambas manos para inutilizar el arma más peligrosa del animal, antes de patearlo por encima suyo, utilizando la inercia del giro.
Lejos de entablar combate directo con el animal, Toshio sacó dos Shuriken de su portaobjetos y las lanzó contra el animal. La primera viajó directamente hacia él, y la segunda trazó una parábola por la derecha para impactar en el costado izquierdo del can mientras el chico se giraba para alcanzar a su compañera, quedándose él bajo el árbol.
— ¡Estoy bien! ¿Te han alcanzado? —Preguntaría en caso de llegar. Tenía miedo, pero no se perdonaría si Kinumi saliese herida por un error suyo.
Incrédulo, el genin vio como todas las agujas habían impactado en el lobo, pero ninguna de ellas impactó realmente en su objetivo.
A punto estuvo de caer a merced del mismo lobo al que había fallado en matar, pero justo antes de que sucediese otro can lo atacó, placándolo con sus patas delanteras.
Toshio se encontraba en graves problemas y lo sabía. Ahora estaba intentando quitarse a un lobo de encima mientras ambos rodaban en el fuego, y por si fuera poco se podían escuchar aullidos y gruñidos en la distancia.
— ¡Toshio! —Llamó Kinumi al ver a su compañero en problemas.
Mientras tanto, el joven se esforzó en ponerle la vaina en la boca al lobo, sosteniéndola en horizontal con ambas manos para inutilizar el arma más peligrosa del animal, antes de patearlo por encima suyo, utilizando la inercia del giro.
Lejos de entablar combate directo con el animal, Toshio sacó dos Shuriken de su portaobjetos y las lanzó contra el animal. La primera viajó directamente hacia él, y la segunda trazó una parábola por la derecha para impactar en el costado izquierdo del can mientras el chico se giraba para alcanzar a su compañera, quedándose él bajo el árbol.
— ¡Estoy bien! ¿Te han alcanzado? —Preguntaría en caso de llegar. Tenía miedo, pero no se perdonaría si Kinumi saliese herida por un error suyo.