25/09/2020, 04:45
Observando más detalladamente, pudo llegar a notar que se encontraba acompañado. Además, con sus ojos pudo divisar una bandana ninja, con un símbolo de una aldea la cual no tenía aún identificada. Aunque, no sabe si por la pinta o por la forma de ser de la persona, ya había pensado que el tipo no venía del mismo lugar que él.
Poco antes de bajar su mano, para dejar de tomar agua, notó como el otro shinobi respondió su mirada con una sonrisa algo nerviosa, que luego se transformaría en una un poco más verdadera. Se sintió un poco extrañado por esa reacción, tan así que una leve inquietud recorrió su cuerpo y desvió su mirada para otro lado. Secando sus labios con su antebrazo y cerrando la botella que tenía en su mano, siguió su rumbo, dejando de un lado ese fugaz encuentro.
No tardó mucho en volver a detenerse en medio de su caminata. Pero esta vez no era un factor externo, sino el estómago del Hozuki que produjo un ruido producto del hambre que tenía.
—Siempre lo mismo. — Susurró para él mismo. Luego suspiró con la cabeza gacha y puso sus manos en el abdomen.
Quizás el comer poco (o nada) en el desayuno, era una costumbre que tenía que empezar a ir cambiando. Reanudó su caminata, esperando toparse con algún lugar para poder comer algo. No llevaba consigo nada comestible que se haya preparado de su casa, pero por lo menos si tenía el suficiente dinero para poder estar comiendo por esos lares.
Solo unos minutos más caminando hicieron que se choque con un local de comida. No era muy llamativo por fuera y se notaba que no era muy grande. Tenía un estilo y una decoración muy rústica, y parecía no ser muy moderno. Entró, sin darle mucha importancia a la fachada del local y se sentó en una mesa algo pequeña. Rápidamente, como si de un depredador cazando a su presa se tratase, un hombre de no más de 50 años fue a atender al shinobi. El hombre no era muy alto, tenía el pelo canoso y unos ojos marrones claros, que resaltaban bastante en su cara.
—¿Qué se le ofrece? — Dijo el hombre, estando en frente de Isamu y con sus manos apoyadas en el respaldo de unas sillas vacías.
—¿Pueden ser unos onigiris? Los comeré aquí. — Comenzaba a sacarse un morral que llevó todo el tiempo consigo, donde guardaba un par de prendas de ropa por si su tiempo allí se alargaba, y lo apoyaba en el suelo, dejándolo entre sus piernas.
—¿Solo eso? Te puedes llegar a quedar con hambre.
—Si si, cualquier cosa pido otro plato si eso llega a pasar.— Intentó esbozar una sonrisa, aunque se le notaba que no era muy verdadera que digamos. —Gracias... — Dijo con un tono más bajo y desviando la mirada.
El hombre asintió con la cabeza y devolvió su sonrisa. Dio media vuelta, para empezar a encargar el pedido y que salgo lo más rápido posible. Mientras tanto, el shinobi se quedó esperando pacientemente y observando un poco mejor la fachada que llevaba ese lugar. Era un estilo que le agradaba, al ser bastante simple y acogedor, hacía que se sienta bastante cómodo en ese lugar.
Poco antes de bajar su mano, para dejar de tomar agua, notó como el otro shinobi respondió su mirada con una sonrisa algo nerviosa, que luego se transformaría en una un poco más verdadera. Se sintió un poco extrañado por esa reacción, tan así que una leve inquietud recorrió su cuerpo y desvió su mirada para otro lado. Secando sus labios con su antebrazo y cerrando la botella que tenía en su mano, siguió su rumbo, dejando de un lado ese fugaz encuentro.
No tardó mucho en volver a detenerse en medio de su caminata. Pero esta vez no era un factor externo, sino el estómago del Hozuki que produjo un ruido producto del hambre que tenía.
—Siempre lo mismo. — Susurró para él mismo. Luego suspiró con la cabeza gacha y puso sus manos en el abdomen.
Quizás el comer poco (o nada) en el desayuno, era una costumbre que tenía que empezar a ir cambiando. Reanudó su caminata, esperando toparse con algún lugar para poder comer algo. No llevaba consigo nada comestible que se haya preparado de su casa, pero por lo menos si tenía el suficiente dinero para poder estar comiendo por esos lares.
Solo unos minutos más caminando hicieron que se choque con un local de comida. No era muy llamativo por fuera y se notaba que no era muy grande. Tenía un estilo y una decoración muy rústica, y parecía no ser muy moderno. Entró, sin darle mucha importancia a la fachada del local y se sentó en una mesa algo pequeña. Rápidamente, como si de un depredador cazando a su presa se tratase, un hombre de no más de 50 años fue a atender al shinobi. El hombre no era muy alto, tenía el pelo canoso y unos ojos marrones claros, que resaltaban bastante en su cara.
—¿Qué se le ofrece? — Dijo el hombre, estando en frente de Isamu y con sus manos apoyadas en el respaldo de unas sillas vacías.
—¿Pueden ser unos onigiris? Los comeré aquí. — Comenzaba a sacarse un morral que llevó todo el tiempo consigo, donde guardaba un par de prendas de ropa por si su tiempo allí se alargaba, y lo apoyaba en el suelo, dejándolo entre sus piernas.
—¿Solo eso? Te puedes llegar a quedar con hambre.
—Si si, cualquier cosa pido otro plato si eso llega a pasar.— Intentó esbozar una sonrisa, aunque se le notaba que no era muy verdadera que digamos. —Gracias... — Dijo con un tono más bajo y desviando la mirada.
El hombre asintió con la cabeza y devolvió su sonrisa. Dio media vuelta, para empezar a encargar el pedido y que salgo lo más rápido posible. Mientras tanto, el shinobi se quedó esperando pacientemente y observando un poco mejor la fachada que llevaba ese lugar. Era un estilo que le agradaba, al ser bastante simple y acogedor, hacía que se sienta bastante cómodo en ese lugar.
Hablar — «Pensar»