26/09/2020, 20:31
La risa de Daigo fue contagiosa, y Ranko se encontró riendo también por lo bajo. El chico parecía una máquina: sólo había que darle combustible para que estuviese al cien por ciento de nuevo.
El boxeador le hizo una pregunta interesante a Ranko: ¿irse por el camino del Tekken o del boxeo? Ranko se llevó una mano al mentón.
—Mmm… Déjame pensar… En este combate no usaste el Tekken, ¿cierto? C-creo que el Boxeo es más algo único de Daigo-san. ¡Pegas muy fuerte! N-no digo que el arte del dojo Inuzuka no s-sea útil o genial, sólo que… Daigo-san debe pensar en qué hace a su estilo su estilo...
Bajaron a las calles y le guió por ellas hasta un lugar no muy grande, pero muy acogedor. Había una especie de isla de buen tamaño en el centro del local, cercada con una barra y sillas. Alrededor había varias mesas a casi tres quintos de capacidad, y un número de meseros iba de aquí para allá. Ranko fue a sentarse a la barra e hizo un gesto a Daigo para que se sentara a su lado.
—¡Bienvenida, Sagisō-sama! —le saludó una mujer detrás de la barra, y fue imitada por un hombre que se le parecía, pero de aspecto más joven. Ambos estaban atendiendo varias parrillas, junto con otros dos cocineros —. ¡Oh, trae compañía! ¿Qué va a comer hoy?
—Hola, Masako-san, Masami-san —Ranko devolvió el saludo a los aparentes hermanos junto con un movimiento de cabeza —. ¿Barbacoa, entonces, Daigo-san?
El boxeador le hizo una pregunta interesante a Ranko: ¿irse por el camino del Tekken o del boxeo? Ranko se llevó una mano al mentón.
—Mmm… Déjame pensar… En este combate no usaste el Tekken, ¿cierto? C-creo que el Boxeo es más algo único de Daigo-san. ¡Pegas muy fuerte! N-no digo que el arte del dojo Inuzuka no s-sea útil o genial, sólo que… Daigo-san debe pensar en qué hace a su estilo su estilo...
Bajaron a las calles y le guió por ellas hasta un lugar no muy grande, pero muy acogedor. Había una especie de isla de buen tamaño en el centro del local, cercada con una barra y sillas. Alrededor había varias mesas a casi tres quintos de capacidad, y un número de meseros iba de aquí para allá. Ranko fue a sentarse a la barra e hizo un gesto a Daigo para que se sentara a su lado.
—¡Bienvenida, Sagisō-sama! —le saludó una mujer detrás de la barra, y fue imitada por un hombre que se le parecía, pero de aspecto más joven. Ambos estaban atendiendo varias parrillas, junto con otros dos cocineros —. ¡Oh, trae compañía! ¿Qué va a comer hoy?
—Hola, Masako-san, Masami-san —Ranko devolvió el saludo a los aparentes hermanos junto con un movimiento de cabeza —. ¿Barbacoa, entonces, Daigo-san?
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