6/10/2020, 16:49
Iwada Ririki regresó a su celda. Resollaba y se resistía, pero la guardia era más fuerte que ella, con creces, y le obligó a entrar de un empujón.
—Mi… mi muñeca… ¡Llévenme con ella! ¡Yo tenía razón! ¡Fu… Funciona! ¡Ella funciona! ¡Y gracias a mí!
La guardia sólo rió y cerró la habitación. Ririki fue a la puerta y golpeó varias veces, gritando y llorando. La fuerza le abandonaba rápidamente durante el día, secuela del injerto de brazo que había tenido y había sido retirado.
Su brazo… el brazo de Kikazura Taeko… estaba segura de que no se habían deshecho de él. ¿Tirar a la basura una investigación tan valiosa como ésa? Para nada. Sabía que Kusagakure la aprovecharía. La aldea no aprobaría sus actos, pero cosecharía fruto sembrado en tierras oscuras. Y Ririki los maldecía por no incluirle.
«Tienes razón, Iwada-san.»
Aquél no había sido su pensamiento. Era la voz de alguien distinto. La voz de una mujer mayor.
—¿Ah…? ¿Qui-?
«No hables. Las mariposas ven y escuchan, y pueden estar en donde menos te lo esperas.»
Calmando su respiración, Ririki se puso de pie trabajosamente y fue a traspiés al colchón mohoso de la celda para acostarse.
"Puedes… ¿Oírme?" pensó.
«Fuerte y claro, Iwada-san.»
La chūnin sonrió con una chueca expresión.
"Je… Es… interesante. Esto… Esto es un jutsu, ¿Verdad? Es el Hijutsu de los Yamanaka."
La voz no contestó, sino que se rió levemente. Ririki lo tomó como un sí.
"¿Quién eres? ¿Qué quieres conmigo? Y… ¿Las mariposas? Es el jutsu de Aburame Kintsugi, ¿Verdad?"
La voz rió con suavidad de nuevo.
«Despacio, Iwada-san. Tenemos todo el tiempo del mundo. Sí, la Morikage usa esos hermosos bichitos de espías. Pero a diferencia de mí, ellos no pueden entrar en tu cabeza. No necesitas saber mi nombre, al menos no aún. Y creo que sabes por qué te estoy contactando. Como dije: tienes razón.»
"Mi investigación… la manera en que trasvasé el Jiton de un sujeto a otro, ¿Cierto? Entonces… Kusagakure…"
«Es conocimiento muy importante. Lograste algo en demasía útil. Es lo que querías, ¿No? Ayudar a todos aunqe sacrifiques unos cuantos. El bien común es la meta de todo científico, ¿No? Es obvio que Kusagakure no Sato no dejaría ir tal información. Quiera usarla o no, la mantendrá para sí.»
Ririki sonrió incluso más torcidamente. Al fin, alguien que le entendía. ¿Por qué la gente no lo comprendía? ¿Qué más daban unos niños si lograba ayudar a toda la humanidad?
«Eres una mente brillante, Iwada-san, y quisiera que siguieras tus estudios. Quisiera que no detuvieras tu progreso. Te sacaré de allí. A cambio, quiero tener derechos sobre el uso de tus avances. ¿Aceptas?»
Ririki casi echa a reír, pero se contuvo.
"Acepto. ACEPTO."
«Sigues siendo alguien extremadamente razonable, Iwada Ririki-san. Eso me agrada. Espera mis indicaciones. Sé paciente y pronto te volverás pionera del progreso científico de Ōnindo. Pronto tendrás de vuelta a tu muñeca.»
Ririki ya no pudo contenerse y soltó una larga y desquiciada carcajada que reverberó en su celda por varios minutos. Después de todo, ¿quién sospecharía de una científica loca riéndose sola?
—Mi… mi muñeca… ¡Llévenme con ella! ¡Yo tenía razón! ¡Fu… Funciona! ¡Ella funciona! ¡Y gracias a mí!
La guardia sólo rió y cerró la habitación. Ririki fue a la puerta y golpeó varias veces, gritando y llorando. La fuerza le abandonaba rápidamente durante el día, secuela del injerto de brazo que había tenido y había sido retirado.
Su brazo… el brazo de Kikazura Taeko… estaba segura de que no se habían deshecho de él. ¿Tirar a la basura una investigación tan valiosa como ésa? Para nada. Sabía que Kusagakure la aprovecharía. La aldea no aprobaría sus actos, pero cosecharía fruto sembrado en tierras oscuras. Y Ririki los maldecía por no incluirle.
«Tienes razón, Iwada-san.»
Aquél no había sido su pensamiento. Era la voz de alguien distinto. La voz de una mujer mayor.
—¿Ah…? ¿Qui-?
«No hables. Las mariposas ven y escuchan, y pueden estar en donde menos te lo esperas.»
Calmando su respiración, Ririki se puso de pie trabajosamente y fue a traspiés al colchón mohoso de la celda para acostarse.
"Puedes… ¿Oírme?" pensó.
«Fuerte y claro, Iwada-san.»
La chūnin sonrió con una chueca expresión.
"Je… Es… interesante. Esto… Esto es un jutsu, ¿Verdad? Es el Hijutsu de los Yamanaka."
La voz no contestó, sino que se rió levemente. Ririki lo tomó como un sí.
"¿Quién eres? ¿Qué quieres conmigo? Y… ¿Las mariposas? Es el jutsu de Aburame Kintsugi, ¿Verdad?"
La voz rió con suavidad de nuevo.
«Despacio, Iwada-san. Tenemos todo el tiempo del mundo. Sí, la Morikage usa esos hermosos bichitos de espías. Pero a diferencia de mí, ellos no pueden entrar en tu cabeza. No necesitas saber mi nombre, al menos no aún. Y creo que sabes por qué te estoy contactando. Como dije: tienes razón.»
"Mi investigación… la manera en que trasvasé el Jiton de un sujeto a otro, ¿Cierto? Entonces… Kusagakure…"
«Es conocimiento muy importante. Lograste algo en demasía útil. Es lo que querías, ¿No? Ayudar a todos aunqe sacrifiques unos cuantos. El bien común es la meta de todo científico, ¿No? Es obvio que Kusagakure no Sato no dejaría ir tal información. Quiera usarla o no, la mantendrá para sí.»
Ririki sonrió incluso más torcidamente. Al fin, alguien que le entendía. ¿Por qué la gente no lo comprendía? ¿Qué más daban unos niños si lograba ayudar a toda la humanidad?
«Eres una mente brillante, Iwada-san, y quisiera que siguieras tus estudios. Quisiera que no detuvieras tu progreso. Te sacaré de allí. A cambio, quiero tener derechos sobre el uso de tus avances. ¿Aceptas?»
Ririki casi echa a reír, pero se contuvo.
"Acepto. ACEPTO."
«Sigues siendo alguien extremadamente razonable, Iwada Ririki-san. Eso me agrada. Espera mis indicaciones. Sé paciente y pronto te volverás pionera del progreso científico de Ōnindo. Pronto tendrás de vuelta a tu muñeca.»
Ririki ya no pudo contenerse y soltó una larga y desquiciada carcajada que reverberó en su celda por varios minutos. Después de todo, ¿quién sospecharía de una científica loca riéndose sola?
Diálogo (Darkorchid)