6/10/2020, 19:43
(Última modificación: 6/10/2020, 20:01 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
Delirios de grandeza y una última traición
Meses después, llegó el momento de viajar a Kasukami. Ya os comenté que la comitiva estaba integrada por cuatro personas: Akame, Money, Otohime, y yo. Money era el negociador, Akame y yo el respaldo por si algo salía mal. Otohime... pues, una turista más. El viaje tenía un pero, sin embargo, y es que no llegaríamos a su palacio como invitados grandilocuentes, esperando ser recibidos con los honores de alta alcurnia. Umigarasu nos puso una prueba. Teníamos que infiltrarnos en Kasukami y posteriormente en su complejo palaciego sin ser detectados. Esto, a según, como una oportunidad para probar las defensas del puerto, de la ciudad, y de los Distritos Alto y Bajo. Ya mismo te digo que no es para nada sencillo infiltrarse allí, si es que estáis pensando en hacerlo en un futuro. Además, tras haberlo logrado exitosamente, hemos expuesto las debilidades y fallas en su sistema de detección, así que entiendo que, hoy por hoy, ya han cubierto exitosamente estas pequeñas grietas. Lo cierto es que Umigarasu no sólo cuenta con la protección del puerto y los muelles por las mafias que controlan los distintos sectores, sino que además, tiene un ejército de shinobi y guardias de Élite que moran por la ciudad. Dos de ellos, entiendo que los más habilidosos, le acompañaban a él, como custodios.
Kasukami cuenta con una especie de técnica de detección que funciona muy similar al Kirigakure no Jutsu. Si un código de alarma se activa por la posible intrusión de algún enemigo, la niebla cubre todo, y si estás en contacto con ella, expeles una especie de estela que asumo reacciona al chakra, y de esta forma pueden no sólo detectar la amenaza, sino también ubicarla rápidamente.
Mi grupo logró avanzar pese a las dificultades, y camelados como nobles, accedimos al distrito Alto, y posteriormente, al castillo. Poco después, nos recibió el mismísimo Umigarasu, que no tardó en cumplir todas las expectativas que tenía con él...
... un viejo decrépito, postrado en un trono, apenas sostenido por un bastón. Lo ves, y no das un duro por él. Lo ves, y piensas en que no es más que otro anciano que ha vivido una eternidad sin tener que mover un dedo, ni siquiera para limpiarse el culo. Como suelen ser los feudales, vaya.
Pero las apariencias engañan. Ese fue mi error. El de Dragón Rojo. Y será el nuestro si nos dejamos subestimar por lo que aparenta ese hombre, porque en realidad, así como lo es Sekiryū, y como lo son los Generales de Kurama, Lord Shimizu Umigarasu es también un enemigo peligroso. Demasiado, diría yo.
Lo supimos rápido. Que, realmente, habíamos sido engañados. Que las propuestas de Umigarasu habían sido sólo mentiras fundadas en forma de anzuelo para que picásemos y cayéramos en la trampa. Una trampa cuyo único objetivo era el exterminar a Dragón Rojo. ¿Para qué más mafias, verdad? realmente no les necesitaba. Ni a mí, ni a Akame. Mucho menos a Otohime ni a Money. Le cundía deshacerse de esos dos. De Ryū y Zaide. Eran demasiado peligrosos, entiendo. Un par de perros que por más bozal que le pongas, en algún momento, morderán la mano que les da de comer. Y quizás no se equivocaba. En algún momento, a futuro, luego de "consolidar" el poder de Kirigakure, era muy probable que intentasen deshacerse de él.
¿Qué lograrían el cometido, llegado el caso?
No lo sé.
No lo sé.
Porque...
Joder. Mira, a ver cómo te lo explico, Hageshi. Ese viejo, ese viejo es... es como Ryū. ¿Leíste el expediente que armé la sesión anterior, verdad? ahí lo expresé claramente. No sé que clase de poder es el que tiene, mi intelecto no da para tanto. Pero vamos, que el hombre no sólo es fuerte por naturaleza, sino que hay algo que lo hace incluso más fuerte. Como una fuente de energía que no sé de dónde mierda sale, pero que una vez la consume, todo en él cambia. Su chakra aumenta considerablemente. No, no considerablemente, absurdamente es una mejor palabra. También su físico cambia. Rasgos. Rasgos estéticos muy notorios. Los ojos, la piel, los párpados. Con esto te quiero decir que sea lo que sea, Umigarasu puede hacerlo. Es capaz de invocar ese poder.
Luego está su ojo. Él llevaba un parche. Pensábamos que era tuerto. Pero antes de intentar asesinarnos, allí en pleno Palacio, no los mostró. ¿Sabes el sharingan, verdad? esos ojos rojos que tienen los Uchiha. Bueno. Umigarasu tenía uno. Se jactó de haberlo obtenido gracias a un contacto. ¿Las Náyades, creo que les llamó? sí, eso. Oye, pero espera. Ese nombre me suena familiar... creo que... espera. Daruu me habló de algo así. ¡Oh, mierda! ¡Carajo! ¡Hostia puta, sí! ¡Las Náyades! ¡qué pequeño es el mundo joder!
Mierda, que me voy por las ramas. Ajá, y no era un ojo común. Su forma era... extraña. Distinta. Tal y como la de Zaide durante el Kaji Saiban, cuando rompió la realidad y volvió de la muerte misma, gracias a esos ojos.
No es broma cuando digo que ese clan debe estar maldito, ya te digo.
Meses después, llegó el momento de viajar a Kasukami. Ya os comenté que la comitiva estaba integrada por cuatro personas: Akame, Money, Otohime, y yo. Money era el negociador, Akame y yo el respaldo por si algo salía mal. Otohime... pues, una turista más. El viaje tenía un pero, sin embargo, y es que no llegaríamos a su palacio como invitados grandilocuentes, esperando ser recibidos con los honores de alta alcurnia. Umigarasu nos puso una prueba. Teníamos que infiltrarnos en Kasukami y posteriormente en su complejo palaciego sin ser detectados. Esto, a según, como una oportunidad para probar las defensas del puerto, de la ciudad, y de los Distritos Alto y Bajo. Ya mismo te digo que no es para nada sencillo infiltrarse allí, si es que estáis pensando en hacerlo en un futuro. Además, tras haberlo logrado exitosamente, hemos expuesto las debilidades y fallas en su sistema de detección, así que entiendo que, hoy por hoy, ya han cubierto exitosamente estas pequeñas grietas. Lo cierto es que Umigarasu no sólo cuenta con la protección del puerto y los muelles por las mafias que controlan los distintos sectores, sino que además, tiene un ejército de shinobi y guardias de Élite que moran por la ciudad. Dos de ellos, entiendo que los más habilidosos, le acompañaban a él, como custodios.
Kasukami cuenta con una especie de técnica de detección que funciona muy similar al Kirigakure no Jutsu. Si un código de alarma se activa por la posible intrusión de algún enemigo, la niebla cubre todo, y si estás en contacto con ella, expeles una especie de estela que asumo reacciona al chakra, y de esta forma pueden no sólo detectar la amenaza, sino también ubicarla rápidamente.
Mi grupo logró avanzar pese a las dificultades, y camelados como nobles, accedimos al distrito Alto, y posteriormente, al castillo. Poco después, nos recibió el mismísimo Umigarasu, que no tardó en cumplir todas las expectativas que tenía con él...
... un viejo decrépito, postrado en un trono, apenas sostenido por un bastón. Lo ves, y no das un duro por él. Lo ves, y piensas en que no es más que otro anciano que ha vivido una eternidad sin tener que mover un dedo, ni siquiera para limpiarse el culo. Como suelen ser los feudales, vaya.
Pero las apariencias engañan. Ese fue mi error. El de Dragón Rojo. Y será el nuestro si nos dejamos subestimar por lo que aparenta ese hombre, porque en realidad, así como lo es Sekiryū, y como lo son los Generales de Kurama, Lord Shimizu Umigarasu es también un enemigo peligroso. Demasiado, diría yo.
Lo supimos rápido. Que, realmente, habíamos sido engañados. Que las propuestas de Umigarasu habían sido sólo mentiras fundadas en forma de anzuelo para que picásemos y cayéramos en la trampa. Una trampa cuyo único objetivo era el exterminar a Dragón Rojo. ¿Para qué más mafias, verdad? realmente no les necesitaba. Ni a mí, ni a Akame. Mucho menos a Otohime ni a Money. Le cundía deshacerse de esos dos. De Ryū y Zaide. Eran demasiado peligrosos, entiendo. Un par de perros que por más bozal que le pongas, en algún momento, morderán la mano que les da de comer. Y quizás no se equivocaba. En algún momento, a futuro, luego de "consolidar" el poder de Kirigakure, era muy probable que intentasen deshacerse de él.
¿Qué lograrían el cometido, llegado el caso?
No lo sé.
No lo sé.
Porque...
Joder. Mira, a ver cómo te lo explico, Hageshi. Ese viejo, ese viejo es... es como Ryū. ¿Leíste el expediente que armé la sesión anterior, verdad? ahí lo expresé claramente. No sé que clase de poder es el que tiene, mi intelecto no da para tanto. Pero vamos, que el hombre no sólo es fuerte por naturaleza, sino que hay algo que lo hace incluso más fuerte. Como una fuente de energía que no sé de dónde mierda sale, pero que una vez la consume, todo en él cambia. Su chakra aumenta considerablemente. No, no considerablemente, absurdamente es una mejor palabra. También su físico cambia. Rasgos. Rasgos estéticos muy notorios. Los ojos, la piel, los párpados. Con esto te quiero decir que sea lo que sea, Umigarasu puede hacerlo. Es capaz de invocar ese poder.
Luego está su ojo. Él llevaba un parche. Pensábamos que era tuerto. Pero antes de intentar asesinarnos, allí en pleno Palacio, no los mostró. ¿Sabes el sharingan, verdad? esos ojos rojos que tienen los Uchiha. Bueno. Umigarasu tenía uno. Se jactó de haberlo obtenido gracias a un contacto. ¿Las Náyades, creo que les llamó? sí, eso. Oye, pero espera. Ese nombre me suena familiar... creo que... espera. Daruu me habló de algo así. ¡Oh, mierda! ¡Carajo! ¡Hostia puta, sí! ¡Las Náyades! ¡qué pequeño es el mundo joder!
Mierda, que me voy por las ramas. Ajá, y no era un ojo común. Su forma era... extraña. Distinta. Tal y como la de Zaide durante el Kaji Saiban, cuando rompió la realidad y volvió de la muerte misma, gracias a esos ojos.
No es broma cuando digo que ese clan debe estar maldito, ya te digo.