6/10/2020, 19:51
Yo estaba listo para morir ahí mismo, sabes. Realmente siempre lo he estado. Lo estuve cuando Katame. Lo estuve cuando Zaide, en la Prisión. Lo estuve en Yūgakure, con Shaneji. Lo estuve en el fondo del mar, con la Reina del Océano. Incluso lo estoy ahora, aunque Yui-sama me haya asegurado de que mis pecados han sido perdonados. La cuestión es que, por más listo que esté, la guillotina nunca parece terminar de caer. Por x o y. O soy muy listo, o tengo mucha suerte, o sencillamente no me quieren allí abajo, en el infierno.
En fin, que Akame me salvó la vida. Podría haberme dejado allí, a merced de Umigarasu y sus esbirros, pero me llevó con él con esa técnica suya y aparecimos por arte de magia en Tanzaku Gai.
El resto es historia. Sentimos cómo Money moría gracias al vínculo. Otohime, por alguna razón, no lo hizo. Quizás la mantienen con vida por alguna razón que desconozco. O tal vez ella era la traidora. Quién sabe. Pero sabemos que alguno de los dragones estaba trabajando con Umigarasu, dándole información desde adentro. Por descarte, si no es Otohime, tendría que ser la perr@ de Kyūtsuki. Porque a Zaide y a Ryū los intentaron matar en Ryugūjo, pero fracasaron en el intento.
Esa noche Dragón Rojo perdió todo. Zaide había tenido razón, y eso no le dio sino la potestad que necesitaba para que su próximo golpe sobre la mesa pudiera suceder. Ojo por ojo.
Tú me quitas algo, y yo te lo quito todo.
En fin, que Akame me salvó la vida. Podría haberme dejado allí, a merced de Umigarasu y sus esbirros, pero me llevó con él con esa técnica suya y aparecimos por arte de magia en Tanzaku Gai.
El resto es historia. Sentimos cómo Money moría gracias al vínculo. Otohime, por alguna razón, no lo hizo. Quizás la mantienen con vida por alguna razón que desconozco. O tal vez ella era la traidora. Quién sabe. Pero sabemos que alguno de los dragones estaba trabajando con Umigarasu, dándole información desde adentro. Por descarte, si no es Otohime, tendría que ser la perr@ de Kyūtsuki. Porque a Zaide y a Ryū los intentaron matar en Ryugūjo, pero fracasaron en el intento.
Esa noche Dragón Rojo perdió todo. Zaide había tenido razón, y eso no le dio sino la potestad que necesitaba para que su próximo golpe sobre la mesa pudiera suceder. Ojo por ojo.
Tú me quitas algo, y yo te lo quito todo.