9/10/2020, 14:38
Por dentro se sorprendió un poco por la reacción del grupo, sobre todo de la chica pelirroja. Si entendía la situación, pero nunca pensó que era para tanto. De todos modos, sus gestos faciales no expresaron mucho e intentó quedarse inmutable. Se limitó a quedarse callado, por estar comiendo, mientras estos le agradecían y, posteriormente, la chica que encabezaba la voz del grupo, le explicaba y le daba las indicaciones hacia el lugar.
—Entiendo, entiendo. — Terminó de comer la última bola de arroz e iba tomando el morral que estaba entre sus piernas. —Se agradece mucho los detalles e indicaciones. A veces se me complica un poco situarme en los lugares. — Intentó esbozar una sonrisa, la cual no parecía muy convincente, pero podía servir. Se paró de la silla y se puso su morral. —Ah, cierto. Muchas gracias también por pagar la cuenta. —Sin rechazar la oferta de la chica, dejó que pagué su cuenta y, simplemente, se marchó de aquel lugar.
Casi al pie de la letra, al salir de la puerta, comenzó a seguir el camino que le acababan de comentar. Iba caminando hacia el dichoso destino, sin saber que era lo que le iba a esperar. Incluso, ni siquiera la gente que vivía al lado de esa casa sabía que era lo que podía llegar a habitar allí. Y, quizás, eso era lo que lo mantenía aún con ganas de llegar e intentar ver que hay detrás de todo eso.
Estaba ya a unos cuantos metros de llegar a la casa, se empezaba a notar la gente que había alrededor de la entrada. El relato de la pelirroja era bastante acertado, se notaba que el día a día parecía ser siempre lo mismo para estas personas. Se acercó directamente a donde estaba la gente e intentaba hacerse paso entre ella.
—Permiso. — Dijo en un tono algo más alto de su voz normal y poniendo su mano en frente para hacerse entre la gente.
—Entiendo, entiendo. — Terminó de comer la última bola de arroz e iba tomando el morral que estaba entre sus piernas. —Se agradece mucho los detalles e indicaciones. A veces se me complica un poco situarme en los lugares. — Intentó esbozar una sonrisa, la cual no parecía muy convincente, pero podía servir. Se paró de la silla y se puso su morral. —Ah, cierto. Muchas gracias también por pagar la cuenta. —Sin rechazar la oferta de la chica, dejó que pagué su cuenta y, simplemente, se marchó de aquel lugar.
Casi al pie de la letra, al salir de la puerta, comenzó a seguir el camino que le acababan de comentar. Iba caminando hacia el dichoso destino, sin saber que era lo que le iba a esperar. Incluso, ni siquiera la gente que vivía al lado de esa casa sabía que era lo que podía llegar a habitar allí. Y, quizás, eso era lo que lo mantenía aún con ganas de llegar e intentar ver que hay detrás de todo eso.
Estaba ya a unos cuantos metros de llegar a la casa, se empezaba a notar la gente que había alrededor de la entrada. El relato de la pelirroja era bastante acertado, se notaba que el día a día parecía ser siempre lo mismo para estas personas. Se acercó directamente a donde estaba la gente e intentaba hacerse paso entre ella.
—Permiso. — Dijo en un tono algo más alto de su voz normal y poniendo su mano en frente para hacerse entre la gente.
Hablar — «Pensar»