18/10/2020, 15:20
En el refugio no parecía haber nadie más aparte de Toshio y un chico de cabellos blancos que no tardó en marcharse al poco tiempo de ver al pelirrojo, desde detrás del marco de una puerta.
Mientras esperaba, el peliverde rebuscó en su portaobjetos el pergamino de la misión, suponiendo que el joven había ido a buscar a alguien.
Y así fue. Al poco rato otra persona cruzó la puerta.
—¿Quién va? —Preguntó un hombre de unos 30 años.
— Kurogane Toshio, a su servicio. —Respondió el joven con una reverencia—. ¿Es usted Shiroshika Momijikarasu-dono? Soy el genin al que contrató para ayudarlo a cargar con su caza.
Mientras esperaba, el peliverde rebuscó en su portaobjetos el pergamino de la misión, suponiendo que el joven había ido a buscar a alguien.
Y así fue. Al poco rato otra persona cruzó la puerta.
—¿Quién va? —Preguntó un hombre de unos 30 años.
— Kurogane Toshio, a su servicio. —Respondió el joven con una reverencia—. ¿Es usted Shiroshika Momijikarasu-dono? Soy el genin al que contrató para ayudarlo a cargar con su caza.