31/10/2020, 03:24
—Entendido. Moveré la carreta hasta la entrada para esperar a su hijo, si le parece bien.
—Perfecto... —Dijo complaciente mientras se atusaba la perilla. —Mi hijo no tardará mucho en llegar, así que prepárate chico.
Momijikarasu se quedó de brazos cruzados viendo como el shinobi arrastraba la pesada carreta hasta la puerta, ahí pudo comprobar que no iba a ser moco de pavo desplazar aquel armatoste por medio del bosque. No pasó ni medio minuto cuando voló desde los árboles hasta el patio una figura menuda, pero ágil, y aterrizó gracilmente como si ningún esfuerzo le hubiera sido aparecer de la nada a aquellas velocidades y no estamparse en el intento.
—¡Buenas! —Dijo con energía. —¿Tú eres el shinobi contratado no? Shiroshika Ashitaka, encantado. —Parecía amable, más que su progenitor al menos, lo cual no era muy difícil.
El hijo del noble vestía ropas tradicionales similares a las de su hermano pequeño, pese a su pelo albino destacaban sus púrpuras ojos decorados con una sombreado y un punto sobre cada ceja de color rojizo y, finalmente, portaba un wakizashi y un tantō ricamente decorados en su obi junto con un arco de caza de buena factura con su carcaj a la espalda.
—Perfecto... —Dijo complaciente mientras se atusaba la perilla. —Mi hijo no tardará mucho en llegar, así que prepárate chico.
Momijikarasu se quedó de brazos cruzados viendo como el shinobi arrastraba la pesada carreta hasta la puerta, ahí pudo comprobar que no iba a ser moco de pavo desplazar aquel armatoste por medio del bosque. No pasó ni medio minuto cuando voló desde los árboles hasta el patio una figura menuda, pero ágil, y aterrizó gracilmente como si ningún esfuerzo le hubiera sido aparecer de la nada a aquellas velocidades y no estamparse en el intento.
—¡Buenas! —Dijo con energía. —¿Tú eres el shinobi contratado no? Shiroshika Ashitaka, encantado. —Parecía amable, más que su progenitor al menos, lo cual no era muy difícil.
El hijo del noble vestía ropas tradicionales similares a las de su hermano pequeño, pese a su pelo albino destacaban sus púrpuras ojos decorados con una sombreado y un punto sobre cada ceja de color rojizo y, finalmente, portaba un wakizashi y un tantō ricamente decorados en su obi junto con un arco de caza de buena factura con su carcaj a la espalda.