8/12/2020, 17:22
(Última modificación: 8/12/2020, 17:25 por Eikyuu Juro. Editado 1 vez en total.)
Juro sintió un escalofrío cuando observó la cueva. No, tal y como había esperado de la madriguera de una criatura enorme, no se veía el final. Solo oscuridad. No era una situación precisamente agradable. Sintió un recuerdo, breve y lejano, de una aventura similar que experimentó, con un compañero que hace tiempo que ya no veía. Las cuevas eran asquerosas.
Entonces, lo oyó.
Un siseo recorrió la cueva y estremeció su cuerpo. Pero eso fue acompañado de un rugido. Y el sonido de algo retumbar.
« ¿Qué... ha sido eso? » — En su interior, pudo sentir como Chōmei se estremecia.
La criatura, normalmente alegre y jovial, había adoptado un tono de lo más serio. No había risas ni rimas. Juro supo entonces que por fin lo había conseguido: ahí dentro, posiblemente, había una pista sobre aquel que llevaba tiempo buscando. En aquel remoto lugar de aquellas islas lejanas. Debía de considerarse afortunado.
Aun así... ¿Por qué de repente le pesaban tanto las piernas? ¿Era miedo lo que sentía? ¿Miedo a la oscuridad? ¿Miedo a lo desconocido? O quizá....
¿Quizá en el fondo tenía miedo a Kurama?
Las palabras del hombre borracho le sacaron de su ensoñación, pero lejos de hacerlo delicadamente, más bien sintió como le atravesaban. ¿Tan malo era camuflándose? ¿Le había descubierto un hombre así? Juro lo volvió a mirar, esta vez sin prejuicios ni desprecio por su estado. Sintió una repentina admiración por él. Comprendió que no era una persona ordinaria y que, al igual que él, puede que se estuviera escondiendo.
— Cuando todo esto acabe, tu y yo tendremos una conversación — Juro deshizo el henge y tras liberar una pequeña nube de humo, volvió a ser él: un adolescente con el pelo negro en forma de coleta, sucio, ropajes oscuros y un rostro cabizbajo y aniñado. Pero sus ojos seguían igual de firmes —. Supongo que ninguno de vosotros contará con algo que pueda iluminar mi camino, ¿verdad?
Si había algo, lo tomaría. Y si no, entonces no tendría más remedio que descender en la oscuridad, confiando en la ayuda de Chōmei y, tal y como había dicho el hombre, de sus sentidos. No era momento de desfallecer ni de acobardarse: iba a cumplir la promesa que había hecho e iba a enfrentar a Kurama. Costara lo que costara.
Entonces, lo oyó.
Un siseo recorrió la cueva y estremeció su cuerpo. Pero eso fue acompañado de un rugido. Y el sonido de algo retumbar.
« ¿Qué... ha sido eso? » — En su interior, pudo sentir como Chōmei se estremecia.
« Juro, escúchame. Puedo sentir a Kurama.
Su chakra está ahí, en alguna parte.
Si no tienes cuidado, no saldremos vivos de esta cueva.»
Su chakra está ahí, en alguna parte.
Si no tienes cuidado, no saldremos vivos de esta cueva.»
La criatura, normalmente alegre y jovial, había adoptado un tono de lo más serio. No había risas ni rimas. Juro supo entonces que por fin lo había conseguido: ahí dentro, posiblemente, había una pista sobre aquel que llevaba tiempo buscando. En aquel remoto lugar de aquellas islas lejanas. Debía de considerarse afortunado.
Aun así... ¿Por qué de repente le pesaban tanto las piernas? ¿Era miedo lo que sentía? ¿Miedo a la oscuridad? ¿Miedo a lo desconocido? O quizá....
¿Quizá en el fondo tenía miedo a Kurama?
Las palabras del hombre borracho le sacaron de su ensoñación, pero lejos de hacerlo delicadamente, más bien sintió como le atravesaban. ¿Tan malo era camuflándose? ¿Le había descubierto un hombre así? Juro lo volvió a mirar, esta vez sin prejuicios ni desprecio por su estado. Sintió una repentina admiración por él. Comprendió que no era una persona ordinaria y que, al igual que él, puede que se estuviera escondiendo.
— Cuando todo esto acabe, tu y yo tendremos una conversación — Juro deshizo el henge y tras liberar una pequeña nube de humo, volvió a ser él: un adolescente con el pelo negro en forma de coleta, sucio, ropajes oscuros y un rostro cabizbajo y aniñado. Pero sus ojos seguían igual de firmes —. Supongo que ninguno de vosotros contará con algo que pueda iluminar mi camino, ¿verdad?
Si había algo, lo tomaría. Y si no, entonces no tendría más remedio que descender en la oscuridad, confiando en la ayuda de Chōmei y, tal y como había dicho el hombre, de sus sentidos. No era momento de desfallecer ni de acobardarse: iba a cumplir la promesa que había hecho e iba a enfrentar a Kurama. Costara lo que costara.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
...
Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60