13/01/2016, 22:56
El tiempo pasaba lento y de manera tediosa. El mar y su serenidad eran sin duda alguna agradables, pero además del paisaje no había mucho más que hacer en aquel barco. La mayoría de tripulantes se encontraban descansando antes de su turno o trabajando en los quehaceres del barco. El Ishimura no esperaba una aventura marítima, pero tampoco había contado con que fuera solo un viaje aburrido.
—¿Qué sucede chico? —le preguntó una voz detrás de él.
—No pasa nada, ese es el problema —aseguró somnoliento.
—Ya veo… Con razón, te vi tan aburrido que pensé que saltarias por la borda.
—¿Sakanao cierto? —Preguntó. La verdad es que ya había intercambiado algunas palabras con aquel sujeto mientras subían las provisiones a bordo, pero no se tomó la molestia de presentarse.
—Así es. Sakanao el conversador es como me llaman —Aseguró orgulloso. Era delgado y con la piel manchada por el sol. Su corta barba y su aspecto descuidado lo hacían parecer todo un hombre de mar, y seguramente debía serlo, pues aseguraban que conocía mil y un historias increíbles.
El joven paseó su vista por la cubierta, notando algunas cosas. Todos los trabajadores del barco estaban ocupados, limpiando el barco, revisando los amarres e inspeccionando las velas, excepto quien ahora hablaba con él. Pero algo más le llamó la atención, una chica de blancos cabellos que se encontraba en el extremo opuesto de la nave.
—Oye, Sakanao —le llamo casi susurrándole—. ¿Qué sabes de esa chica que está por allá? —Una chica en un barco como aquel era algo extraño, y más extraño aún era ver a alguien con un cabello tan níveo como el suyo. La única diferencia es que el de la chica era de aspecto liso y sedoso, mientras que el suyo era más una melena un poco ondulada.
—Ya le pusiste el ojo ¿no picaron? —dijo mientras sonreía y daba pequeños toques con el codo en el costado de Kazuma. Sin embargo al ver la expresión de este decidió contestarle sin bromas—. La verdad no tengo idea, creo que tenía prisa por hacer un viaje y tomó el primer barco disponible, que por casualidad resultó ser este.
El joven de Uzu estaba a punto de preguntarle algo más cuando, inesperadamente, las gaviotas que volaban alrededor de ellos alzaron vuelo. Pudo escuchar que aleteaban con urgencia buscando alejarse.
—¿Ya llegamos a medio mar? —preguntó curioso
—Imposible chico. Los vientos son suaves y navegamos lento, aún deberíamos estar a un día de que las aves no abandonen.
—Esto no es un buen augurio… Iré a ver qué opina el capitán —Se comportó con una seriedad, que hubiese parecido imposible tan solo unos minutos antes.
—¿Qué sucede chico? —le preguntó una voz detrás de él.
—No pasa nada, ese es el problema —aseguró somnoliento.
—Ya veo… Con razón, te vi tan aburrido que pensé que saltarias por la borda.
—¿Sakanao cierto? —Preguntó. La verdad es que ya había intercambiado algunas palabras con aquel sujeto mientras subían las provisiones a bordo, pero no se tomó la molestia de presentarse.
—Así es. Sakanao el conversador es como me llaman —Aseguró orgulloso. Era delgado y con la piel manchada por el sol. Su corta barba y su aspecto descuidado lo hacían parecer todo un hombre de mar, y seguramente debía serlo, pues aseguraban que conocía mil y un historias increíbles.
El joven paseó su vista por la cubierta, notando algunas cosas. Todos los trabajadores del barco estaban ocupados, limpiando el barco, revisando los amarres e inspeccionando las velas, excepto quien ahora hablaba con él. Pero algo más le llamó la atención, una chica de blancos cabellos que se encontraba en el extremo opuesto de la nave.
—Oye, Sakanao —le llamo casi susurrándole—. ¿Qué sabes de esa chica que está por allá? —Una chica en un barco como aquel era algo extraño, y más extraño aún era ver a alguien con un cabello tan níveo como el suyo. La única diferencia es que el de la chica era de aspecto liso y sedoso, mientras que el suyo era más una melena un poco ondulada.
—Ya le pusiste el ojo ¿no picaron? —dijo mientras sonreía y daba pequeños toques con el codo en el costado de Kazuma. Sin embargo al ver la expresión de este decidió contestarle sin bromas—. La verdad no tengo idea, creo que tenía prisa por hacer un viaje y tomó el primer barco disponible, que por casualidad resultó ser este.
El joven de Uzu estaba a punto de preguntarle algo más cuando, inesperadamente, las gaviotas que volaban alrededor de ellos alzaron vuelo. Pudo escuchar que aleteaban con urgencia buscando alejarse.
—¿Ya llegamos a medio mar? —preguntó curioso
—Imposible chico. Los vientos son suaves y navegamos lento, aún deberíamos estar a un día de que las aves no abandonen.
—Esto no es un buen augurio… Iré a ver qué opina el capitán —Se comportó con una seriedad, que hubiese parecido imposible tan solo unos minutos antes.