11/02/2021, 01:37
El día anterior había sido toda una odisea para el joven Uchiha. A duras penas había lograr aprobar el examen de graduación de la academia militar de la aldea. Ese día, todos sus compañeros hicieron alarde de sus increíbles habilidades, sin embargo, el no pudo sobresalir de ningún modo.
«¿Me habré equivocado con esta decisión?», se preguntaba a sí mismo.
El ahora genin, sostenía con su mano derecha la bandana insignia de la Aldea de la Lluvia. Su cuerpo se mantenía recostado en su cama y sus ojos no dejaban de ver la insignia de la villa mientras pensaba sobre su futuro incierto y su falta de confianza.
—¡Tadashi alguien te busca! —interrumpió su madre desde la entrada del departamento.
«¿A mí? —se sorprendió—. ¿Quién puede ser?» —se dijo levantándose de la cama.
—¡Ahora voy! —dijo en un tono de voz alta.
El genin terminó de colocar sus pies en el suelo y salió en carrera hacia la puerta principal. Una vez que sus ojos dieron con la entrada de su casa, tuvo algo de miedo en un principio. En la puerta se encontraba un ninja oficial de la aldea.
—¿Uchiha Tadashi? —preguntó con una voz profunda.
Tadashi tragó saliva y acto seguido afirmó con su cabeza.
—Sí, soy yo —respondió.
—Esto es para ti —dijo el ninja desconocido arrojando un pergamino a las manos del joven.
Sin decir nada más, el shinobi desapareció instantáneamente, como si se hubiese desvanecido. Daina, su madre, quien no se había despegado de la puerta en todo momento puso un gesto de enojo.
—¡Que mal educado! —exclamó.
—Es normal madre, es un ninja de la aldea… Así es como se supone que deben ser «Y algún día yo también lo seré», pensó eso ultimo solo para él.
—Bueno ábrelo —dijo Daina acercándose.
El Uchiha obedeció a su madre y en cuestión de segundos, el documento se encontraba de par a par, revelando su contenido. Los ojos de Tadashi iban de un extremo al otro, leyendo rápidamente la información y al finalizar, su mirada buscó los ojos de su madre.
—¡Es mi primera misión! —dijo sonriente y al mismo tiempo asustado.
Un manojo de emociones se remolinaron en el interior del Uchiha, su genética le decía que existía para ser ninja pero su falta de confianza lo convencía de lo contrario.
—¿¡Qué tan pronto!? —expresó su madre preocupada arrebatando el documento de las manos del genin para leerlo por ella misma.
—¡Mamá no! Se supone que es un documento extremadamente confidencial de la aldea —se quejó.
—Gracias al cielo no es nada peligroso —dijo aliviada ella.
El ninja no sabía si tomarse eso como algo bueno o algo malo para él. Aun así su sonrisa no había desaparecido de su rostro.
—¿Y qué esperas? Ya falta poco para que sea la hora indicada en el pergamino —A su manera Daina lo apoyaba.
—Si —afirmó el.
El ninja regresó a toda velocidad a su cuarto para buscar su porta objetos, el cual modestamente contaba con dos kunais dentro de él; era lo que hasta ese momento podía costearse y los había obtenido con trabajos y esfuerzo propio. Amarró su balsa por detrás de su espalda baja y verificó su contenido. Inmediatamente tomó la bandana que había obtenido el día anterior y la amarró en su cintura. En definitiva, estaba orgulloso de ese símbolo; pero no tanto de lo que representaba literalmente, la lluvia.
«Excelente, hoy no llueve», se dijo sorprendido mientras su cara apuntaba al cielo.
El joven había salido de su casa y ahora se disponía al lugar de encuentro, pues el pergamino detallaba que su misión seria en conjunto a otro ninja. Tadashi no sabía de quien se trataba pero estaba seguro que si no caia la lluvia ya iba a ser un buen día para él.
Pasaron los minutos y el Uchiha llegaría al lugar de encuentro. Algunas personas pasaban de un lado a otro, unos pocos con una bandana muy parecida a la suya, pero que parecían estar concentrados en llegar a un lugar específico por lo que así como venían pasaban de largo. Fue entonces que Tadashi se percató que había una persona que parecía andar sin rumbo pero sin alejarse de la zona. Mordía un pincel con su mandíbula y observaba las nubes grises.
El genin se acercó cuidadosamente hasta acercarse a ese desconocido y miró también las nubes. Estaban exactamente igual que cuando salió de su hogar. Luego de detallarlas bajó su vista al rostro del desconocido.
—Hace un clima agradable ¿No es así? —soltó con una sonrisa en sus labios.
«¿Me habré equivocado con esta decisión?», se preguntaba a sí mismo.
El ahora genin, sostenía con su mano derecha la bandana insignia de la Aldea de la Lluvia. Su cuerpo se mantenía recostado en su cama y sus ojos no dejaban de ver la insignia de la villa mientras pensaba sobre su futuro incierto y su falta de confianza.
—¡Tadashi alguien te busca! —interrumpió su madre desde la entrada del departamento.
«¿A mí? —se sorprendió—. ¿Quién puede ser?» —se dijo levantándose de la cama.
—¡Ahora voy! —dijo en un tono de voz alta.
El genin terminó de colocar sus pies en el suelo y salió en carrera hacia la puerta principal. Una vez que sus ojos dieron con la entrada de su casa, tuvo algo de miedo en un principio. En la puerta se encontraba un ninja oficial de la aldea.
—¿Uchiha Tadashi? —preguntó con una voz profunda.
Tadashi tragó saliva y acto seguido afirmó con su cabeza.
—Sí, soy yo —respondió.
—Esto es para ti —dijo el ninja desconocido arrojando un pergamino a las manos del joven.
Sin decir nada más, el shinobi desapareció instantáneamente, como si se hubiese desvanecido. Daina, su madre, quien no se había despegado de la puerta en todo momento puso un gesto de enojo.
—¡Que mal educado! —exclamó.
—Es normal madre, es un ninja de la aldea… Así es como se supone que deben ser «Y algún día yo también lo seré», pensó eso ultimo solo para él.
—Bueno ábrelo —dijo Daina acercándose.
El Uchiha obedeció a su madre y en cuestión de segundos, el documento se encontraba de par a par, revelando su contenido. Los ojos de Tadashi iban de un extremo al otro, leyendo rápidamente la información y al finalizar, su mirada buscó los ojos de su madre.
—¡Es mi primera misión! —dijo sonriente y al mismo tiempo asustado.
Un manojo de emociones se remolinaron en el interior del Uchiha, su genética le decía que existía para ser ninja pero su falta de confianza lo convencía de lo contrario.
—¿¡Qué tan pronto!? —expresó su madre preocupada arrebatando el documento de las manos del genin para leerlo por ella misma.
—¡Mamá no! Se supone que es un documento extremadamente confidencial de la aldea —se quejó.
—Gracias al cielo no es nada peligroso —dijo aliviada ella.
El ninja no sabía si tomarse eso como algo bueno o algo malo para él. Aun así su sonrisa no había desaparecido de su rostro.
—¿Y qué esperas? Ya falta poco para que sea la hora indicada en el pergamino —A su manera Daina lo apoyaba.
—Si —afirmó el.
El ninja regresó a toda velocidad a su cuarto para buscar su porta objetos, el cual modestamente contaba con dos kunais dentro de él; era lo que hasta ese momento podía costearse y los había obtenido con trabajos y esfuerzo propio. Amarró su balsa por detrás de su espalda baja y verificó su contenido. Inmediatamente tomó la bandana que había obtenido el día anterior y la amarró en su cintura. En definitiva, estaba orgulloso de ese símbolo; pero no tanto de lo que representaba literalmente, la lluvia.
«Excelente, hoy no llueve», se dijo sorprendido mientras su cara apuntaba al cielo.
El joven había salido de su casa y ahora se disponía al lugar de encuentro, pues el pergamino detallaba que su misión seria en conjunto a otro ninja. Tadashi no sabía de quien se trataba pero estaba seguro que si no caia la lluvia ya iba a ser un buen día para él.
Pasaron los minutos y el Uchiha llegaría al lugar de encuentro. Algunas personas pasaban de un lado a otro, unos pocos con una bandana muy parecida a la suya, pero que parecían estar concentrados en llegar a un lugar específico por lo que así como venían pasaban de largo. Fue entonces que Tadashi se percató que había una persona que parecía andar sin rumbo pero sin alejarse de la zona. Mordía un pincel con su mandíbula y observaba las nubes grises.
El genin se acercó cuidadosamente hasta acercarse a ese desconocido y miró también las nubes. Estaban exactamente igual que cuando salió de su hogar. Luego de detallarlas bajó su vista al rostro del desconocido.
—Hace un clima agradable ¿No es así? —soltó con una sonrisa en sus labios.
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