11/02/2021, 02:19
(Última modificación: 11/02/2021, 02:22 por Akamatsu Nao. Editado 2 veces en total.)
Mientras oteaba el cielo, el sonido de unos pasos le indicaron que algo o alguien se acercaba a su posición. «¿Qué tenemos aquí...?» Un chico se acercó a él, que bien podría tener más o menos su misma edad. Pero el detalle que tanto esperaba, se encontraba en la bandana de Amegakure anudada en su cintura. ¿Sería él a quién había estado esperando? Fuera de ello, su aspecto no le daba ningún otro indicio, salvo que era de su mismo rango.
—Sí me lo pregunta a mí, sí —afirmó con una muy tenue sonrisa. —Soy Akamatsu Nao, genin de Amegakure— Se presentó con una reverencia antes de continuar con la conversación. —Aunque si me lo pregunta, es raro que en esta aldea consideren la ausencia de lluvia como un buen clima. Si me deja saciar mi curiosidad, ¿no le agrada la lluvia?— Volteó de nuevo a ver a las grisáceas nubes que dejaban ver algunos rayos de sol a través de él.
Nao, pese a llevar ya un par de años viviendo en la aldea, de alguna manera aún se sentía como una especie de forastero, ajeno a las costumbres y las tradiciones de la villa. Era consciente, de que en aquellas tierras la ausencia de tempestad era un signo de mal agüero, pero para alguien de montaña como él todas esas creencias se le antojaban completamente lejanas e impropias de su persona. He ahí la razón, por la que se mostraba extrañado de que alguien de manera tan contenta afirmarse que era un buen día.
—Cambiando de tema, ¿ha venido por la misión? Esperaba a alguien, pues se me informó que estaría acompañado en esta misión y al verle llegar hasta esta posición deduje sería usted. — Se giró para dirigir su mirada directamente al pelinegro —Corríjame si me equivoco; lamento si son demasiadas suposiciones. —aseveró.
Solía ser extremadamente formal con quién se le pusiese enfrente, o al menos así lo era con sus colegas de oficio.
—Sí me lo pregunta a mí, sí —afirmó con una muy tenue sonrisa. —Soy Akamatsu Nao, genin de Amegakure— Se presentó con una reverencia antes de continuar con la conversación. —Aunque si me lo pregunta, es raro que en esta aldea consideren la ausencia de lluvia como un buen clima. Si me deja saciar mi curiosidad, ¿no le agrada la lluvia?— Volteó de nuevo a ver a las grisáceas nubes que dejaban ver algunos rayos de sol a través de él.
Nao, pese a llevar ya un par de años viviendo en la aldea, de alguna manera aún se sentía como una especie de forastero, ajeno a las costumbres y las tradiciones de la villa. Era consciente, de que en aquellas tierras la ausencia de tempestad era un signo de mal agüero, pero para alguien de montaña como él todas esas creencias se le antojaban completamente lejanas e impropias de su persona. He ahí la razón, por la que se mostraba extrañado de que alguien de manera tan contenta afirmarse que era un buen día.
—Cambiando de tema, ¿ha venido por la misión? Esperaba a alguien, pues se me informó que estaría acompañado en esta misión y al verle llegar hasta esta posición deduje sería usted. — Se giró para dirigir su mirada directamente al pelinegro —Corríjame si me equivoco; lamento si son demasiadas suposiciones. —aseveró.
Solía ser extremadamente formal con quién se le pusiese enfrente, o al menos así lo era con sus colegas de oficio.