11/02/2021, 11:36
Por lo visto, Tadashi no era el único miembro de la aldea que no tenía una afición por la lluvia. Le reconfortaba saberlo, pues podía convencerse a si mismo que no era un bicho raro ni nada por el estilo. A decir verdad, con ese otro chico, sería la primera vez que conociese a alguien que compartía sus gustos por el clima. El Uchiha tenía sus razones personales, pero ignoraba completamente las razones de su nuevo compañero de misión.
Inmediatamente luego de haber expuesto su gusto climático, Nao daría a conocer que al igual que Tadashi, el había recibido un pergamino de misión con el cliente que respondía al nombre de Nadeshiko. Para él era grato saber que había encontrado a la persona que había estado buscando, sin embargo recordó que a partir de ese momento comenzaría verdaderamente la misión y no sabía si estaba a la altura como para cumplirla con éxito o si por el contrario, fracasaría en el intento.
El Akamatsu tomaría el liderazgo girando su cuerpo hacia un callejón muy cercano a ellos. Exponia que según las indicaciones del pergamino, el local del cliente se encontraba al final de él. El de más experiencia comenzó su marcha y el Uchiha se limitaba a seguirlo en silencio observando las fachadas de todos y cada uno de los locales y edificios por los que pasaban a su lado.
«Este lugar no parece ser muy seguro», se dijo a si mismo algo nervioso.
Tadashi leía cada uno de los grafitis en las paredes, y lejos de ser los garabatos de nombres de pandillas y dibujos feos de caricaturas que esperaba, se sorprendió por ese “arte” pues en definitiva, el o los artistas habían logrado su cometido, esos garabatos expresaban un mensaje algo inquietante para sus espectadores.
El Uchiha se encontraba concentrado tratando de entender lo que significaban esas escrituras cuando fue interrumpido por su compañero. Tenía un punto, pues el genin había olvidado presentarse.
—Es cierto —puso una sonrisa apenado—. Yo soy Tadashi… Disculpa mis modales —agregó.
El azabache observó de nuevo hacia los lados y se atrevió a preguntar.
—Estos no parecen grafitis normales ¿Sabes a que se refieren esos mensajes?
Inmediatamente luego de haber expuesto su gusto climático, Nao daría a conocer que al igual que Tadashi, el había recibido un pergamino de misión con el cliente que respondía al nombre de Nadeshiko. Para él era grato saber que había encontrado a la persona que había estado buscando, sin embargo recordó que a partir de ese momento comenzaría verdaderamente la misión y no sabía si estaba a la altura como para cumplirla con éxito o si por el contrario, fracasaría en el intento.
El Akamatsu tomaría el liderazgo girando su cuerpo hacia un callejón muy cercano a ellos. Exponia que según las indicaciones del pergamino, el local del cliente se encontraba al final de él. El de más experiencia comenzó su marcha y el Uchiha se limitaba a seguirlo en silencio observando las fachadas de todos y cada uno de los locales y edificios por los que pasaban a su lado.
«Este lugar no parece ser muy seguro», se dijo a si mismo algo nervioso.
Tadashi leía cada uno de los grafitis en las paredes, y lejos de ser los garabatos de nombres de pandillas y dibujos feos de caricaturas que esperaba, se sorprendió por ese “arte” pues en definitiva, el o los artistas habían logrado su cometido, esos garabatos expresaban un mensaje algo inquietante para sus espectadores.
El Uchiha se encontraba concentrado tratando de entender lo que significaban esas escrituras cuando fue interrumpido por su compañero. Tenía un punto, pues el genin había olvidado presentarse.
—Es cierto —puso una sonrisa apenado—. Yo soy Tadashi… Disculpa mis modales —agregó.
El azabache observó de nuevo hacia los lados y se atrevió a preguntar.
—Estos no parecen grafitis normales ¿Sabes a que se refieren esos mensajes?
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