11/02/2021, 16:43
(Última modificación: 12/02/2021, 02:00 por Akamatsu Nao. Editado 3 veces en total.)
—Tadashi-san, ¿eh? — No le pasó desapercibido la omisión del apellido, aunque era más que nada por cuestión de modales, pues no le gustaba referirse a los demás por su primer nombre nada más conocerlos. Pero si el otro no daba información, no iba a ser insistente tampoco.
Mientras avanzaban, el de lentes manifestó su inquietud respecto a los misteriosos mensajes, ante lo cuál Nao le devolvió la mirada.
—Yo tampoco estoy muy seguro realmente — Movió el pincel en su boca de un lado a otro. —Pero creo que tiene que ver con lo que dijo la entonces Arashikage sobre que debíamos unir fuerzas con los bijuu para vencer a otro... Quizá, esto que estamos viendo es alguna clase de protesta contra eso — Se limitó a decir.
En general, él se sentía muy ajeno a toda la situación política. Un genin con prácticamente nada de experiencia, en medio de una aldea ninja con problemas más que complejos. Pensaba en como hubiese sido su vida de haberse quedado como un civil allá en su lejana cabaña de las montañas, ignorando los grandes conflictos del mundo que se llevaban con secretismo entre las distinta aldeas shinobi. Ciertamente no estaba seguro de cuál era su postura en todo ese ajetreo.
Entendía el punto: Desde siempre los bijuu habían sido monstruos de leyenda; y especialmente en Amegakure dónde alguna vez lucharon y sellaron a uno. Cambiar ese paradigma de la noche a la mañana y hacer que todos mágicamente creyesen que podían tratar como iguales a las bestias con cola no era del todo posible, y para muestra lo que tenían alrededor.
—¡Hey! Es ahí — Soltó de pronto al llegar al fondo del callejón, dónde un local fachada tradicional pero sin ningún letrero se alzaba. No parecía un local de comida o algo, y no había letreros, pero la dirección coincidía.
Nao se acercó, y llamó a la puerta con unos suaves toques, pero pasarían varios segundos hasta que finalmente la puerta se abrió y una mujer ya entrada en sus cincuenta años se asomó.
—Ah, ustedes deben ser los ninjas que solicité. ¿No? Espero que lo sean, por que si vienen a por otra cosa les aviso que está cerrado — Dijo con una voz lago maltratada, probablemente a causa del tabaco.
Mientras avanzaban, el de lentes manifestó su inquietud respecto a los misteriosos mensajes, ante lo cuál Nao le devolvió la mirada.
—Yo tampoco estoy muy seguro realmente — Movió el pincel en su boca de un lado a otro. —Pero creo que tiene que ver con lo que dijo la entonces Arashikage sobre que debíamos unir fuerzas con los bijuu para vencer a otro... Quizá, esto que estamos viendo es alguna clase de protesta contra eso — Se limitó a decir.
En general, él se sentía muy ajeno a toda la situación política. Un genin con prácticamente nada de experiencia, en medio de una aldea ninja con problemas más que complejos. Pensaba en como hubiese sido su vida de haberse quedado como un civil allá en su lejana cabaña de las montañas, ignorando los grandes conflictos del mundo que se llevaban con secretismo entre las distinta aldeas shinobi. Ciertamente no estaba seguro de cuál era su postura en todo ese ajetreo.
Entendía el punto: Desde siempre los bijuu habían sido monstruos de leyenda; y especialmente en Amegakure dónde alguna vez lucharon y sellaron a uno. Cambiar ese paradigma de la noche a la mañana y hacer que todos mágicamente creyesen que podían tratar como iguales a las bestias con cola no era del todo posible, y para muestra lo que tenían alrededor.
—¡Hey! Es ahí — Soltó de pronto al llegar al fondo del callejón, dónde un local fachada tradicional pero sin ningún letrero se alzaba. No parecía un local de comida o algo, y no había letreros, pero la dirección coincidía.
Nao se acercó, y llamó a la puerta con unos suaves toques, pero pasarían varios segundos hasta que finalmente la puerta se abrió y una mujer ya entrada en sus cincuenta años se asomó.
—Ah, ustedes deben ser los ninjas que solicité. ¿No? Espero que lo sean, por que si vienen a por otra cosa les aviso que está cerrado — Dijo con una voz lago maltratada, probablemente a causa del tabaco.