15/02/2021, 18:18
El joven shinobi suspiró y asintió. Ayame tenía razón en todo lo que acababa de decir.
-Estás en lo correcto... tampoco tengo dinero...- Le dijo en voz baja mientras atendía a los niños.
El hombre mayor, padre de la mujer que recién había balbuceado unas palabras de ayuda por el hambre de aquel pueblo, se adelantó un poco del grupo de acompañantes y, en respuesta a la pregunta de la kunoichi, habló.
-Este invierno ha sido más duro de lo normal... mi hija, ha cuidado bien de la granja de la familia y se estuvo quedando hasta tarde en medio de las nevadas, tratando de quitar la nieve de los cultivos y... por eso enfermó...- El hombre suspiró. -Aún nos queda algo de la anterior cosecha pero el racionamiento ha llegado a 1/8 de porción por persona... así que el jefe de la aldea hizo un acuerdo arriesgado... prometió nuestra próxima cosecha a algunos comerciantes de Tanzaku en cambio de carne... algo que resista el invierno... pero unos bandidos se enteraron e impusieron un peaje en el camino... tenemos miedo de que denunciar esto ante las autoridades, que pudiera causar un ataque por parte de los bandidos...-
Hayato frunció el ceño. Se desplazó hacia el cuerpo de la hija del hombre que acababa de hablar, con sus palabras aún atravesándole su cerebro.
-Ayame... bueno, ya sabes... lo siento... los trapos, el agua...- Dijo algo distraído mientras examinaba el cuerpo de la mujer, quien, después del anciano, era la que en peor estado se encontraba, más por la desnutrición que por la neumonía.
"Tengo que hablar con el jefe de la aldea... pero no le puedo pedir a Ayame que me acompañe... no quiero molestarla más... Pensó, sintiendo como su demonio interno, llamado ansiedad social, lo carcomía desde que se había hecho su "jinchuuriki" cuando murió su hermano, causando un temblor en sus dedos y en sus labios, así como una helada tormenta en su estómago. "Estas personas no pidieron un médico si no también un ninja... creo que esa era su intención... ¿será lo mismo con Ayame?" Su mente seguía dando vueltas y se aisló del mundo.
-Estás en lo correcto... tampoco tengo dinero...- Le dijo en voz baja mientras atendía a los niños.
El hombre mayor, padre de la mujer que recién había balbuceado unas palabras de ayuda por el hambre de aquel pueblo, se adelantó un poco del grupo de acompañantes y, en respuesta a la pregunta de la kunoichi, habló.
-Este invierno ha sido más duro de lo normal... mi hija, ha cuidado bien de la granja de la familia y se estuvo quedando hasta tarde en medio de las nevadas, tratando de quitar la nieve de los cultivos y... por eso enfermó...- El hombre suspiró. -Aún nos queda algo de la anterior cosecha pero el racionamiento ha llegado a 1/8 de porción por persona... así que el jefe de la aldea hizo un acuerdo arriesgado... prometió nuestra próxima cosecha a algunos comerciantes de Tanzaku en cambio de carne... algo que resista el invierno... pero unos bandidos se enteraron e impusieron un peaje en el camino... tenemos miedo de que denunciar esto ante las autoridades, que pudiera causar un ataque por parte de los bandidos...-
Hayato frunció el ceño. Se desplazó hacia el cuerpo de la hija del hombre que acababa de hablar, con sus palabras aún atravesándole su cerebro.
-Ayame... bueno, ya sabes... lo siento... los trapos, el agua...- Dijo algo distraído mientras examinaba el cuerpo de la mujer, quien, después del anciano, era la que en peor estado se encontraba, más por la desnutrición que por la neumonía.
"Tengo que hablar con el jefe de la aldea... pero no le puedo pedir a Ayame que me acompañe... no quiero molestarla más... Pensó, sintiendo como su demonio interno, llamado ansiedad social, lo carcomía desde que se había hecho su "jinchuuriki" cuando murió su hermano, causando un temblor en sus dedos y en sus labios, así como una helada tormenta en su estómago. "Estas personas no pidieron un médico si no también un ninja... creo que esa era su intención... ¿será lo mismo con Ayame?" Su mente seguía dando vueltas y se aisló del mundo.