21/02/2021, 18:24
Claro que se estaba guardando cosas. Muchas. Pero no era ni el momento ni el lugar para compartirlas con un extraño en el que no confiaba. Juro esperó que Zaide tratara de averiguar más. Que le sonsacara mucha más información. Pero no lo estaba haciendo. Tal y como había prometido, no le estaba cuestionando. Aunque seguía sin bajar la guardia con un hombre como él, debía de admitir que estaba siendo de ayuda.
Tomaría sus consejos y los meditaría, si es que estaba dispuesto a dárselos. No pudo evitar pensar, sin embargo, en si esta "ayuda" que le estaba dando, vendría con un precio.
« Necesito ver si sabe algo. Lo que sea. Si quiere algo de mi por ello, entonces, veremos como van las cosas » — Aunque sonara desconfiado, no podía evitar pensar que la persona que tenía delante quería algo de él. Quizá no algo físico. Quizá para él Juro representaba un cambio, un peón que movido correctamente, podía erosionar la firme corteza del mundo, al igual que él lo había hecho junto a su banda criminal. O puede que simplemente, se estuviera divirtiendo.
Una pregunta rondaba su mente desde el momento en que Zaide se había revelado. Pero decidió esperar para formularla.
. Tienes un tercer camino, más largo y con un final que se pierde en el horizonte.
Gracias a Zaide, se había dado cuenta de que el camino que estaba siguiendo —el segundo, el que no tenía salida — era inviable. Pero aun así, el primero tampoco le parecía una buena opción. Puede que fuera cobarde y que, en realidad, tuviera miedo de enfrentar el objetivo final que se había impuesto, pero no se sentía capaz de acabar con todo de una manera tan brutal. Si Kurama decidía ignorarle (cosa que podría hacer perfectamente, ya que, al fin y al cabo, lo quería muerto) las villas acabaría con él. Y aunque lograra llamar su atención, no podría llegar a él. Probablemente mandaría a sus generales y sucumbiría ante el poder de todos ellos, que también tenían parte del poder de un bijuu y más mucha más veteranía que Juro como shinobi.
¿Condenarse a una vida vagando en círculos hasta que Kurama haga su movimiento? ¿O hacer un único intento desesperado que, saliera bien o no, acabaría con su vida? Si esas eran sus opciones, el panorama era incluso más deprimente de lo que él había esperado. Pero, ¿Qué había imaginado realmente? Quizá, muy en el fondo, era consciente de lo que había. Puede que simplemente se hubiera negado a aceptarlo. No tenía el valor para recorrer el primer camino y, con la excusa de estar buscando a Kurama, se había acomodado al segundo. ¿Y si en realidad, era solo un cobarde incapaz abordar la gran tarea que se le había impuesto?
Trató de no sucumbir a toda aquella desesperación repentina — no era el momento, no delante de ese hombre, que podría aprovechar hasta la más mínima brecha que dejaba — y se enfocó, con verdadera curiosidad, en el tercer camino que promulgaba.
— Según tengo entendido, quiere crear un imperio. Extenderse por todo Oonindo —murmuro Juro —. ¿A dónde quieres llegar con eso?
Tomaría sus consejos y los meditaría, si es que estaba dispuesto a dárselos. No pudo evitar pensar, sin embargo, en si esta "ayuda" que le estaba dando, vendría con un precio.
« Necesito ver si sabe algo. Lo que sea. Si quiere algo de mi por ello, entonces, veremos como van las cosas » — Aunque sonara desconfiado, no podía evitar pensar que la persona que tenía delante quería algo de él. Quizá no algo físico. Quizá para él Juro representaba un cambio, un peón que movido correctamente, podía erosionar la firme corteza del mundo, al igual que él lo había hecho junto a su banda criminal. O puede que simplemente, se estuviera divirtiendo.
Una pregunta rondaba su mente desde el momento en que Zaide se había revelado. Pero decidió esperar para formularla.
. Tienes un tercer camino, más largo y con un final que se pierde en el horizonte.
Gracias a Zaide, se había dado cuenta de que el camino que estaba siguiendo —el segundo, el que no tenía salida — era inviable. Pero aun así, el primero tampoco le parecía una buena opción. Puede que fuera cobarde y que, en realidad, tuviera miedo de enfrentar el objetivo final que se había impuesto, pero no se sentía capaz de acabar con todo de una manera tan brutal. Si Kurama decidía ignorarle (cosa que podría hacer perfectamente, ya que, al fin y al cabo, lo quería muerto) las villas acabaría con él. Y aunque lograra llamar su atención, no podría llegar a él. Probablemente mandaría a sus generales y sucumbiría ante el poder de todos ellos, que también tenían parte del poder de un bijuu y más mucha más veteranía que Juro como shinobi.
¿Condenarse a una vida vagando en círculos hasta que Kurama haga su movimiento? ¿O hacer un único intento desesperado que, saliera bien o no, acabaría con su vida? Si esas eran sus opciones, el panorama era incluso más deprimente de lo que él había esperado. Pero, ¿Qué había imaginado realmente? Quizá, muy en el fondo, era consciente de lo que había. Puede que simplemente se hubiera negado a aceptarlo. No tenía el valor para recorrer el primer camino y, con la excusa de estar buscando a Kurama, se había acomodado al segundo. ¿Y si en realidad, era solo un cobarde incapaz abordar la gran tarea que se le había impuesto?
Trató de no sucumbir a toda aquella desesperación repentina — no era el momento, no delante de ese hombre, que podría aprovechar hasta la más mínima brecha que dejaba — y se enfocó, con verdadera curiosidad, en el tercer camino que promulgaba.
— Según tengo entendido, quiere crear un imperio. Extenderse por todo Oonindo —murmuro Juro —. ¿A dónde quieres llegar con eso?
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60