15/01/2016, 13:07
— Oh, el País del Remolino, pues no estás tan lejos de tu hogar. ¿Cómo es? ¿Tenéis algún tipo de celebración especial o rito por allí? Todavía no he tenido la oportunidad de viajar por el país —
Por las palabras del joven, Mitsuki se dio cuenta que había inducido a error a su interlocutor, ella nunca había querido decir que era de aquellas tierras si no que se dirigía hacia ellas.
—No soy de allí, apenas llevo un par de estaciones— comenzó la joven —Así que no sabría decirte si tienen alguna celebración en particular, aunque si te recomiendo que lo visites— terminó la joven por responder.
Kimura respondió con evasivas a la pregunta sobre su hogar, era algo normal en un shinobi dar una localización sería una supina estupidez, por lo que la peliblanca se conformó con lo poco que le dijo.
—Uno le tiene un apego muy especial al lugar donde ha crecido, ¿No?—
La última frase que el chico pronunció dejó a Mitsuki un instante pensativa, por suerte el chico pareció no darse cuenta pues su atención se centraba ahora en un bullicioso grupo que comenzaba a formarse, conformado en su mayoría por familias con niños que no paraban de gritar de emoción. La Hyuga reparó en que la sonrisa de su interlocutor se había teñido de tristeza y en el reflejo de sus ojos podía ver añoranza.
—Parece que se lo están pasando bien— comento la joven mientras daba un par de pasos para ponerse al lado del joven, mirando en dirección a la multitud —¿Qué será lo que hay?...— la joven se puso de puntillas para tratar de atisbar algo desde la lejanía pero le fue imposible, a pesar de que había puesto hasta de puntillas
Por las palabras del joven, Mitsuki se dio cuenta que había inducido a error a su interlocutor, ella nunca había querido decir que era de aquellas tierras si no que se dirigía hacia ellas.
—No soy de allí, apenas llevo un par de estaciones— comenzó la joven —Así que no sabría decirte si tienen alguna celebración en particular, aunque si te recomiendo que lo visites— terminó la joven por responder.
Kimura respondió con evasivas a la pregunta sobre su hogar, era algo normal en un shinobi dar una localización sería una supina estupidez, por lo que la peliblanca se conformó con lo poco que le dijo.
—Uno le tiene un apego muy especial al lugar donde ha crecido, ¿No?—
La última frase que el chico pronunció dejó a Mitsuki un instante pensativa, por suerte el chico pareció no darse cuenta pues su atención se centraba ahora en un bullicioso grupo que comenzaba a formarse, conformado en su mayoría por familias con niños que no paraban de gritar de emoción. La Hyuga reparó en que la sonrisa de su interlocutor se había teñido de tristeza y en el reflejo de sus ojos podía ver añoranza.
—Parece que se lo están pasando bien— comento la joven mientras daba un par de pasos para ponerse al lado del joven, mirando en dirección a la multitud —¿Qué será lo que hay?...— la joven se puso de puntillas para tratar de atisbar algo desde la lejanía pero le fue imposible, a pesar de que había puesto hasta de puntillas