28/02/2021, 15:16
—Deberías alegrarte. Si no fuese así, ahora mismo estarías en problemas.
Una sola mirada y unas palabras. Eso fue todo lo que le hizo falta para hacer el cuerpo de Juro temblar como la gelatina en un plato en movimiento. El hombre que tenía ante él, por muy amable que hubiera sido, era un criminal y un asesino, y eso estaba claro. Pese a que no había querido bajar la guardia en ningún momento, la conversación había estado fluyendo hasta ahora, y con esa pequeña y sutil amenaza, el hombre le devolvió a la realidad.
Daba igual el poder que tuvieran — a decir verdad, dudaba que pudiera enfrentarlo —, había muchas otras cosas a tener en cuenta en una pelea. El espíritu que Juro pudo ver le abrumó tan rápido que sus manos y sus pies temblaron. Se sintió incapaz de enfrentarlo. Torpe, débil, vulnerable. Estaba indefenso ante una criatura que no dudaría ni un segundo en acabar con su existencia.
Se sintió como una presa ante la mirada voraz de un depredador. No sabía cuanto atacaría, pero cuando ocurriera, su vida se terminaría. Así de sencillo. No podría evitarlo, por mucho que luchara.
Pero aun así, Juro no reaccionaba. Era como una pesadilla de la que no podías escapar. Una sensación que no despegaba de él, por mucho que tratara de empujarla. Sintió deseos de correr. De utilizar el poder de su bijuu. De crear la mayor explosión posible y salir volando de ahí. Pero no podía. Porque estaba asustado.
Y tan rápido como apareció, esa sensación se desvaneció con la carcajada de Zaide, que aparentemente solo le había estado probando.
Aun así, esto no le hizo ninguna gracia al marionetista. No solo había comprobado sus límites con una cercanía demasiado palpable, sino que ahora, el hombre que tenía delante también sabía cuales eran. Alargar aquel encuentro solo iba a acabar mal para él. El miedo desapareció, pero el malestar siguió alojado en su cabeza, presionando con una urgencia cada vez mayor. Ese hombre era peligroso. No podía enfrentarlo. No podía escapar de él. Su única baza, además de su aparente abandono por vivir, era tratar de convencerle de que Juro era una amenaza para él que no merecía la pena enfrentar. O al menos, intentarlo.
El marionetista dejó de temblar y sonrió, como si de alguna manera, esa broma le hubiera hecho alguna gracia.
— Lo entiendo. Supongo que tarde o temprano, todos llegamos a ver el final del camino que recorremos. Recordare esta lección también — Era cruel. Uchiha Zaide sabía que el propósito de su vida se había terminado. Juro pudo notar que, como la mayoría de las personas, tenía unos arrepentimientos que lo devoraban a cada rato. Supuso que por eso ahogaba las penas en un bar, bajo la apariencia de nadie. El alcohol le servía para paliar esa voz interior que le indicaba que todo podría haber acabado de otra manera —. La verdad es que no sé que hay que decir en estos casos. Supongo que solo puedo desearte suerte, Uchiha Zaide. Espero que el final que encuentres al menos sea placentero.
No iba a engañarle a él ni a sí mismo. Se alegraba de que un monstruo como él estuviera acabado. Pero aun así, no le deseaba ningún mal. Puede que sus víctimas no opinaran lo mismo, pero él deseó que al menos, en su futuro lecho de muerte, esos arrepentimientos no le consumieran, y que en el final de su vida encontrara algo de consuelo.
Una sola mirada y unas palabras. Eso fue todo lo que le hizo falta para hacer el cuerpo de Juro temblar como la gelatina en un plato en movimiento. El hombre que tenía ante él, por muy amable que hubiera sido, era un criminal y un asesino, y eso estaba claro. Pese a que no había querido bajar la guardia en ningún momento, la conversación había estado fluyendo hasta ahora, y con esa pequeña y sutil amenaza, el hombre le devolvió a la realidad.
Daba igual el poder que tuvieran — a decir verdad, dudaba que pudiera enfrentarlo —, había muchas otras cosas a tener en cuenta en una pelea. El espíritu que Juro pudo ver le abrumó tan rápido que sus manos y sus pies temblaron. Se sintió incapaz de enfrentarlo. Torpe, débil, vulnerable. Estaba indefenso ante una criatura que no dudaría ni un segundo en acabar con su existencia.
Se sintió como una presa ante la mirada voraz de un depredador. No sabía cuanto atacaría, pero cuando ocurriera, su vida se terminaría. Así de sencillo. No podría evitarlo, por mucho que luchara.
«¡Juro, recomponte!
Si se te acaba la suerte, tu y yo estamos muertos»
Si se te acaba la suerte, tu y yo estamos muertos»
Pero aun así, Juro no reaccionaba. Era como una pesadilla de la que no podías escapar. Una sensación que no despegaba de él, por mucho que tratara de empujarla. Sintió deseos de correr. De utilizar el poder de su bijuu. De crear la mayor explosión posible y salir volando de ahí. Pero no podía. Porque estaba asustado.
Y tan rápido como apareció, esa sensación se desvaneció con la carcajada de Zaide, que aparentemente solo le había estado probando.
Aun así, esto no le hizo ninguna gracia al marionetista. No solo había comprobado sus límites con una cercanía demasiado palpable, sino que ahora, el hombre que tenía delante también sabía cuales eran. Alargar aquel encuentro solo iba a acabar mal para él. El miedo desapareció, pero el malestar siguió alojado en su cabeza, presionando con una urgencia cada vez mayor. Ese hombre era peligroso. No podía enfrentarlo. No podía escapar de él. Su única baza, además de su aparente abandono por vivir, era tratar de convencerle de que Juro era una amenaza para él que no merecía la pena enfrentar. O al menos, intentarlo.
El marionetista dejó de temblar y sonrió, como si de alguna manera, esa broma le hubiera hecho alguna gracia.
— Lo entiendo. Supongo que tarde o temprano, todos llegamos a ver el final del camino que recorremos. Recordare esta lección también — Era cruel. Uchiha Zaide sabía que el propósito de su vida se había terminado. Juro pudo notar que, como la mayoría de las personas, tenía unos arrepentimientos que lo devoraban a cada rato. Supuso que por eso ahogaba las penas en un bar, bajo la apariencia de nadie. El alcohol le servía para paliar esa voz interior que le indicaba que todo podría haber acabado de otra manera —. La verdad es que no sé que hay que decir en estos casos. Supongo que solo puedo desearte suerte, Uchiha Zaide. Espero que el final que encuentres al menos sea placentero.
No iba a engañarle a él ni a sí mismo. Se alegraba de que un monstruo como él estuviera acabado. Pero aun así, no le deseaba ningún mal. Puede que sus víctimas no opinaran lo mismo, pero él deseó que al menos, en su futuro lecho de muerte, esos arrepentimientos no le consumieran, y que en el final de su vida encontrara algo de consuelo.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60