3/03/2021, 17:41
Zaide sintió una amalgama de emociones ante aquella respuesta. Decepción, quemazón, respeto. Decepción porque Juro siguiese protegiendo a su villa natal. Quemazón porque diese por hecho que él pretendía una nueva matanza, o, peor aún, que le viese con tan poco orgullo como para dejarse sonsacar información por ellos. Y cierto respeto, porque había que tener un sentido de camaradería muy agudo para seguir defendiendo a parte de aquellos que te habían traicionado, después de todo.
—Muy bien. Respeto tu decisión —dijo, sin intentar convencerle de lo contrario. Su iris, no obstante, se volvió rojo como la sangre y vio más allá de los ojos de Juro—. ¿Qué hay de ti?
Juro supo de inmediato que aquella pregunta no iba dirigida a él. Lo supo porque ahora no solo veía a Zaide entre él y el monstruo que acababan de derrotar, sino que…
… lo veía también en la dimensión que compartía junto al Nanabi. Zaide había atravesado aquella sala como si lo que separase la realidad de la mente fuesen tan solo unas viejas cortinas colgando en una esquina.
La visión de aquel ser le hizo parpadear por unos instantes. Poder. Eso era lo que le transmitía. Un poder abrumador, tan devastador como un tsunami o la erupción de un volcán. Pero Zaide estaba acostumbrado a tener aquella sensación. Le había caído el rayo de la Tormenta encima. Había sentido el calor desprendido por el fuego de Hanabi en sus propias carnes. Había visto al Gran Dragón vomitarle las entrañas del infierno. Había sobrevivido a todo aquello, porque, ahora lo entendía, era un monstruo más.
Y entre monstruos se entendían.
—Las coordenadas de aquellos que te atraparon y encerraron. ¿Me las dirás?
—Muy bien. Respeto tu decisión —dijo, sin intentar convencerle de lo contrario. Su iris, no obstante, se volvió rojo como la sangre y vio más allá de los ojos de Juro—. ¿Qué hay de ti?
Juro supo de inmediato que aquella pregunta no iba dirigida a él. Lo supo porque ahora no solo veía a Zaide entre él y el monstruo que acababan de derrotar, sino que…
… lo veía también en la dimensión que compartía junto al Nanabi. Zaide había atravesado aquella sala como si lo que separase la realidad de la mente fuesen tan solo unas viejas cortinas colgando en una esquina.
La visión de aquel ser le hizo parpadear por unos instantes. Poder. Eso era lo que le transmitía. Un poder abrumador, tan devastador como un tsunami o la erupción de un volcán. Pero Zaide estaba acostumbrado a tener aquella sensación. Le había caído el rayo de la Tormenta encima. Había sentido el calor desprendido por el fuego de Hanabi en sus propias carnes. Había visto al Gran Dragón vomitarle las entrañas del infierno. Había sobrevivido a todo aquello, porque, ahora lo entendía, era un monstruo más.
Y entre monstruos se entendían.
—Las coordenadas de aquellos que te atraparon y encerraron. ¿Me las dirás?
![[Imagen: Uchiha-Zaide-eyes2.png]](https://i.ibb.co/gwnNShR/Uchiha-Zaide-eyes2.png)