6/03/2021, 17:53
— ¿Sabes cual es el origen de los bijuu?
Me encogí de hombros. Era un suceso que se enseñaba en las academias, pero claro, como en todo, esa era una gran generalización, eera bastante probable que se me escapasen detalles por aquí y por allá.
— Supongo
Ellos fueron creados por un humano. El sabio de los seis caminos, Rikudō Sennin. El padre de todos los shinobis. Él dividió al Jūbi, la terrible bestia de diez colas, en nueve contenedores distintos, que formaron los bijuu que actualmente conocemos. Las cinco grandes aldeas más adelante los utilizaron para su guerra. Y la historia siguió hasta hoy. Sin embargo, el hombre, antes de morir, les dijo unas palabras muy importantes.
» Algún día uniréis fuerzas con los humanos para erradicar una plaga que amenazará todo Oonindo. Ese día, no temáis y colaborad, pues hasta entre seres que se creen bondadosos arraiga la codicia y la soberbia.
¿Ves? El capitulo de la confesión de Rikudō-sama a los bijūs me lo perdí o quizás fue uno de esos días en los que uno hace pellas. Pero lo cierto es que desconocía de aquello. Y ahora resultaba que esa plaga de la que hacían referencia era uno de esos bijūs, concretamente el de mayor número de colas.Juro lograba captar mi atención y, en cierto modo sentía que nos acercabamos al gran momento de nuestra charla que, por cierto, se estaba empezando a alargar más de la cuenta.
— Kurama ha malinterpretado las palabras y se ha convertido en esa plaga. El Nanabi me dijo que está tratando de pervertir lo que su padre les dijo. Él estuvo observando desde que le sellaron en mí. Me observó a mi, y todo lo que hice. A nosotros. Y en ese momento decidió ayudarme. Lo que quiero que entiendas es que él no me obligó a cometer un asesinato. El Nanabi decidió confiar en mí, y yo, como ninja de Kusagakure, quise confiar en mi Aldea. Al menos, eso es lo que creía cuando entré en ese despacho aquel día
El jinchuriki siguió con su historia, adentrándonos ya al gran momento. Por fin iba a conocer la verdad y la sucesión de los hechos.
Sin embargo, Kenzō-sama no pensaba igual. Sus ideales sobre los bijuu... y sobre mí, como jinchūriki, me pusieron en una situación muy peligrosa.
Los nervios volvieron a la superficie como si de un volcán en erupción se tratase. Me sentía en la estacada, como entre la espada y la pared. Una parte de mí quería estrangular al marionetista, sin miramientos, pero otra parte de mí ardía en deseos de escuchar que el Morikage perdió el juicio y se volvió loco y ello le obligase a hacer lo que hizo.
— ¿Sus ideales? ¿A qué te refieres exactamente?
Recordé que el propio Kenzō me pidió que vigilase al entonces jinchuriki de Kusagakure y fuese una prolongación de la sombra de Juro, por lo que le pudiese suceder a un jnchuriki. En resumidas cuentas, que me convirtiese en algo así como su ángel de la guarda o su guardaespaldas, pero si que Juro lo supiese.
Me encogí de hombros. Era un suceso que se enseñaba en las academias, pero claro, como en todo, esa era una gran generalización, eera bastante probable que se me escapasen detalles por aquí y por allá.
— Supongo
Ellos fueron creados por un humano. El sabio de los seis caminos, Rikudō Sennin. El padre de todos los shinobis. Él dividió al Jūbi, la terrible bestia de diez colas, en nueve contenedores distintos, que formaron los bijuu que actualmente conocemos. Las cinco grandes aldeas más adelante los utilizaron para su guerra. Y la historia siguió hasta hoy. Sin embargo, el hombre, antes de morir, les dijo unas palabras muy importantes.
» Algún día uniréis fuerzas con los humanos para erradicar una plaga que amenazará todo Oonindo. Ese día, no temáis y colaborad, pues hasta entre seres que se creen bondadosos arraiga la codicia y la soberbia.
¿Ves? El capitulo de la confesión de Rikudō-sama a los bijūs me lo perdí o quizás fue uno de esos días en los que uno hace pellas. Pero lo cierto es que desconocía de aquello. Y ahora resultaba que esa plaga de la que hacían referencia era uno de esos bijūs, concretamente el de mayor número de colas.Juro lograba captar mi atención y, en cierto modo sentía que nos acercabamos al gran momento de nuestra charla que, por cierto, se estaba empezando a alargar más de la cuenta.
— Kurama ha malinterpretado las palabras y se ha convertido en esa plaga. El Nanabi me dijo que está tratando de pervertir lo que su padre les dijo. Él estuvo observando desde que le sellaron en mí. Me observó a mi, y todo lo que hice. A nosotros. Y en ese momento decidió ayudarme. Lo que quiero que entiendas es que él no me obligó a cometer un asesinato. El Nanabi decidió confiar en mí, y yo, como ninja de Kusagakure, quise confiar en mi Aldea. Al menos, eso es lo que creía cuando entré en ese despacho aquel día
El jinchuriki siguió con su historia, adentrándonos ya al gran momento. Por fin iba a conocer la verdad y la sucesión de los hechos.
Sin embargo, Kenzō-sama no pensaba igual. Sus ideales sobre los bijuu... y sobre mí, como jinchūriki, me pusieron en una situación muy peligrosa.
Los nervios volvieron a la superficie como si de un volcán en erupción se tratase. Me sentía en la estacada, como entre la espada y la pared. Una parte de mí quería estrangular al marionetista, sin miramientos, pero otra parte de mí ardía en deseos de escuchar que el Morikage perdió el juicio y se volvió loco y ello le obligase a hacer lo que hizo.
— ¿Sus ideales? ¿A qué te refieres exactamente?
Recordé que el propio Kenzō me pidió que vigilase al entonces jinchuriki de Kusagakure y fuese una prolongación de la sombra de Juro, por lo que le pudiese suceder a un jnchuriki. En resumidas cuentas, que me convirtiese en algo así como su ángel de la guarda o su guardaespaldas, pero si que Juro lo supiese.
![[Imagen: K1lxG4r.png]](https://i.imgur.com/K1lxG4r.png)
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