10/03/2021, 21:28
Juro asintió, mientras observaba como el Uchiha se desvanecía. El águila que había invocado y él se fundieron con el ocaso, volando ya a muchos metros de distancia. Como si fuera un símbolo, su partida fue pareja a la del sol. Lo que vendría sería la noche y la oscuridad. El fin del día.
¿Cuando sería el fin de su vida? No era la primera vez que se lo preguntaba desde el exilio, pero sintió, por una vez, que aquella era la más significativa. Quizá por las palabras del Uchiha. Quizá porque notaba que su camino hacia Kurama se acortaba cada vez más.
« Nos veremos en el Yomi, ¿eh? » — Por mucho que fuera una frase hecha, no puedo evitar preguntarse si sería algo verdadero. Si tras la muerte habría un lugar al que ir. En ese caso, ¿Le juzgarían por los pecados que ahora mismo arrastraba? ¿Por su exilio? O incluso antes, ¿le condenarían por los asesinatos que había cometido al servicio de Kusagakure? Ante una voluntad suprema, ¿quién iba a decidir que asesinatos habían estado justificados y cuales no?
— Adios, Uchiha Zaide — murmuró, aunque el hombre ya se había marchado hace rato —. No sé si nuestro encuentro nos traerá fortuna o miseria. Pero no creo que lo olvide nunca.
Los consejos que le había dado sobre Kurama persistían en su cabeza. Le había recomendado empezar por el País del Viento. Eso había dicho. Era, de lejos, el lugar en el que más seguro se sentía para permanecer. Había estado casi un año sobreviviendo ahí por su cuenta. Pero, ¿por dónde empezar si quiera?, ¿como un exiliado como él podría lograr algo así?
Se sentía extrañamente desalentado. Como si de nuevo hubiera comprendido que la situación se iba tanto de sus manos que le daban ganas de olvidarlo.
Pero no podía hacerlo. Aunque ese camino le llevara a la muerte, era el único que podía recorrer.
Se permitió temblar. Sufrir. Entristecerse. No importaba. Si lograba sacar todos esos sentimientos de su cuerpo antes de su encuentro con Kurama, todo le daba igual. Que solo hubiera un camino no quiere decir que Juro estuviera listo para recorrerlo sin pestañear. Su camino era confuso y traicionero, y en cuanto se despistaba, había desaparecido y tenía que volver a encontrarlo. Aunque tuviera que despellejarse las rodillas y destrozarse los pies en el proceso, llegaría al final. A un final en el que ahora, no podía dejar de pensar. ¿Moriría como la bestia que él había asesinado y sería recordado por todo el mundo como un monstruo? ¿O quizá moriría como Yubiwa, en una situación que no entendería bien hasta ser demasiado tarde? ¿Dolería?
Juro no pudo evitar sonreír.
— Si, supongo que tienes razón.
Abandonó el claro y se camufló entre los árboles, para retomar su disfraz. Evitaría regresar al pueblo y cualquier tipo de encontronazo con más shinobi. Tras aquel extraño encuentro, tenía mucho que pensar, pero solo una certeza: debía volver a huir y a esconderse. Algo que, como ya había demostrado, no se le daba nada mal.
¿Cuando sería el fin de su vida? No era la primera vez que se lo preguntaba desde el exilio, pero sintió, por una vez, que aquella era la más significativa. Quizá por las palabras del Uchiha. Quizá porque notaba que su camino hacia Kurama se acortaba cada vez más.
« Nos veremos en el Yomi, ¿eh? » — Por mucho que fuera una frase hecha, no puedo evitar preguntarse si sería algo verdadero. Si tras la muerte habría un lugar al que ir. En ese caso, ¿Le juzgarían por los pecados que ahora mismo arrastraba? ¿Por su exilio? O incluso antes, ¿le condenarían por los asesinatos que había cometido al servicio de Kusagakure? Ante una voluntad suprema, ¿quién iba a decidir que asesinatos habían estado justificados y cuales no?
— Adios, Uchiha Zaide — murmuró, aunque el hombre ya se había marchado hace rato —. No sé si nuestro encuentro nos traerá fortuna o miseria. Pero no creo que lo olvide nunca.
Los consejos que le había dado sobre Kurama persistían en su cabeza. Le había recomendado empezar por el País del Viento. Eso había dicho. Era, de lejos, el lugar en el que más seguro se sentía para permanecer. Había estado casi un año sobreviviendo ahí por su cuenta. Pero, ¿por dónde empezar si quiera?, ¿como un exiliado como él podría lograr algo así?
Se sentía extrañamente desalentado. Como si de nuevo hubiera comprendido que la situación se iba tanto de sus manos que le daban ganas de olvidarlo.
Pero no podía hacerlo. Aunque ese camino le llevara a la muerte, era el único que podía recorrer.
Se permitió temblar. Sufrir. Entristecerse. No importaba. Si lograba sacar todos esos sentimientos de su cuerpo antes de su encuentro con Kurama, todo le daba igual. Que solo hubiera un camino no quiere decir que Juro estuviera listo para recorrerlo sin pestañear. Su camino era confuso y traicionero, y en cuanto se despistaba, había desaparecido y tenía que volver a encontrarlo. Aunque tuviera que despellejarse las rodillas y destrozarse los pies en el proceso, llegaría al final. A un final en el que ahora, no podía dejar de pensar. ¿Moriría como la bestia que él había asesinado y sería recordado por todo el mundo como un monstruo? ¿O quizá moriría como Yubiwa, en una situación que no entendería bien hasta ser demasiado tarde? ¿Dolería?
«Menudo cobardica estas hecho, chico.
A todos se nos acaba la suerte un día. Pensar de otra manera solo te angustiará más.
Y te lo dice alguien que ya ha muerto una vez jejeje»
A todos se nos acaba la suerte un día. Pensar de otra manera solo te angustiará más.
Y te lo dice alguien que ya ha muerto una vez jejeje»
Juro no pudo evitar sonreír.
— Si, supongo que tienes razón.
Abandonó el claro y se camufló entre los árboles, para retomar su disfraz. Evitaría regresar al pueblo y cualquier tipo de encontronazo con más shinobi. Tras aquel extraño encuentro, tenía mucho que pensar, pero solo una certeza: debía volver a huir y a esconderse. Algo que, como ya había demostrado, no se le daba nada mal.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
...
Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60