14/03/2021, 02:40
Y entonces, la luz fue desvaneciéndose, como si se estuviera haciendo de noche hasta que solo quedó oscuridad y de repente, se encontraba en el mismo punto donde todo había empezado. Miró a su alrededor y no había no rastro de la destrucción que había dejado el combate que acababa de librar, nada había ocurrido en el mundo real y allí estaba él Datsue, sonriente.
—¡Muy bien hecho, Saori! ¡Te felicito por ganarme! —exclamó, dándole una palmada cariñosa en el hombro—. Me ha gustado cómo fuiste a socorrer a esa mujer del incendio, habla muy bien de tu corazón.
El joven Sarutobi asintió algo avergonzado por el elogio, aunque realmente no le había vencido a él, si no a su yo del pasado, y ni si quiera estaba seguro de que hubiera ido al cien por cien.
—Muchas gracias, pero también habla un poco mal de mi capacidad de análisis, aún a sabiendas de que estaba en una dimensión en la que no había peligro, se me olvidó por completo y me lancé sin pensar. — Lo había analizado lo mejor posible para, en un futuro, aprender a controlarse y ser más lógico.
Lo que sí era cierto era que aquel había sido un entrenamiento provechoso.
—También le quería dar las gracias por todo esto. — Comenzó, tratando de escoger las palabras adecuadas. —Ha sido un entrenamiento genial, me ha ayudado a darme cuenta de cosas que debo mejorar, estoy en deuda con usted. — Añadió, con una reverencia.
En ese momento recordó el kunai que se le había clavado en la espalda y, casi por instinto, se llevo la mano lo más cerca del lugar, tratando de averiguar si aquello también había desaparecido.
—Si alguna vez pasas por el restaurante KazuKano, di que vas de mi parte y te invitarán a lo que pidas, no es mucho, pero al menos así estaremos en paz. — Ofreció el joven, con una sonrisa pícara.
—¡Muy bien hecho, Saori! ¡Te felicito por ganarme! —exclamó, dándole una palmada cariñosa en el hombro—. Me ha gustado cómo fuiste a socorrer a esa mujer del incendio, habla muy bien de tu corazón.
El joven Sarutobi asintió algo avergonzado por el elogio, aunque realmente no le había vencido a él, si no a su yo del pasado, y ni si quiera estaba seguro de que hubiera ido al cien por cien.
—Muchas gracias, pero también habla un poco mal de mi capacidad de análisis, aún a sabiendas de que estaba en una dimensión en la que no había peligro, se me olvidó por completo y me lancé sin pensar. — Lo había analizado lo mejor posible para, en un futuro, aprender a controlarse y ser más lógico.
Lo que sí era cierto era que aquel había sido un entrenamiento provechoso.
—También le quería dar las gracias por todo esto. — Comenzó, tratando de escoger las palabras adecuadas. —Ha sido un entrenamiento genial, me ha ayudado a darme cuenta de cosas que debo mejorar, estoy en deuda con usted. — Añadió, con una reverencia.
En ese momento recordó el kunai que se le había clavado en la espalda y, casi por instinto, se llevo la mano lo más cerca del lugar, tratando de averiguar si aquello también había desaparecido.
—Si alguna vez pasas por el restaurante KazuKano, di que vas de mi parte y te invitarán a lo que pidas, no es mucho, pero al menos así estaremos en paz. — Ofreció el joven, con una sonrisa pícara.