15/03/2021, 20:48
Era ya media mañana cuando Koji había terminado con éxito la ultima misión que le habían encomendado. Debía escoltar a un comerciante de hierbas, que había venido a Kusagakure a reponer sus existencias, hasta llegar al puente Kannabi, donde al otro lado de este le recogerían sus otros escoltas.
Habiendo acabado la misión con éxito y con un poco de tiempo antes de tener que emprender su viaje de vuelta, el Kaguya, hambriento pues su hora de comer se acercaba, decidió buscar algún restaurante, o más bien un tenderete que sirviese algún platillo que le sirviese de alimento hasta que llegase al bosque donde podría reabastecerse.
Camino durante un periodo de unos quince minutos cuando, desde la lejanía un olor suave pero especiado penetro en el olfato del joven, ahora intensificado por el hambre. Se dejo llevar por sus instintos, total, algo que olía tan bien no podía ser malo. Al lado del camino principal encontró un pequeño puesto de alquiler de monturas y carros, pero no fue hasta haber rodeado este que se topo de frente con la fuente del olor, un pequeño izayaka que desprendía una mezcla de olores que hacia salivar al genin.
Corrió la puerta y saludó al que parecía ser el dueño del local, él cual gesticuló con la mano una mesa al final del bar, mientras invitaba a pasar al cliente de buena gana. Koji pasó y tomó asiento en la mesa indicada, mientras observaba como el dueño sacaba una libreta de hojas blancas, dispuesto a tomar la comanda.
—Muy buenas, soy nuevo por la zona y me gustaría probar algo típico del lugar ¿Qué me puede recomendar?
—Nuestro menú estrella es el revuelto de fideos con hongos frescos y frutos silvestres hervido en un zumo de frutas recién exprimidas y la salsa de la casa.
No había terminado de nombrar el plato cuando ya tenía al muchacho desesperado por tenerlo enfrente.
—Tomaré uno de esos y un poco de agua fresca para beber, si es tan amable. —Dijo mientras observaba atento al camarero apuntar con su lápiz antes de cerrar la libreta y marchar hacía a la cocina.
Mientras esperaba, el ninja estaba absorto en sus pensamientos, acompañado del silencio de un bar casi vacío, cuando de repente se escuchó el suave deslizar de la puerta corredera.
Habiendo acabado la misión con éxito y con un poco de tiempo antes de tener que emprender su viaje de vuelta, el Kaguya, hambriento pues su hora de comer se acercaba, decidió buscar algún restaurante, o más bien un tenderete que sirviese algún platillo que le sirviese de alimento hasta que llegase al bosque donde podría reabastecerse.
Camino durante un periodo de unos quince minutos cuando, desde la lejanía un olor suave pero especiado penetro en el olfato del joven, ahora intensificado por el hambre. Se dejo llevar por sus instintos, total, algo que olía tan bien no podía ser malo. Al lado del camino principal encontró un pequeño puesto de alquiler de monturas y carros, pero no fue hasta haber rodeado este que se topo de frente con la fuente del olor, un pequeño izayaka que desprendía una mezcla de olores que hacia salivar al genin.
Corrió la puerta y saludó al que parecía ser el dueño del local, él cual gesticuló con la mano una mesa al final del bar, mientras invitaba a pasar al cliente de buena gana. Koji pasó y tomó asiento en la mesa indicada, mientras observaba como el dueño sacaba una libreta de hojas blancas, dispuesto a tomar la comanda.
—Muy buenas, soy nuevo por la zona y me gustaría probar algo típico del lugar ¿Qué me puede recomendar?
—Nuestro menú estrella es el revuelto de fideos con hongos frescos y frutos silvestres hervido en un zumo de frutas recién exprimidas y la salsa de la casa.
No había terminado de nombrar el plato cuando ya tenía al muchacho desesperado por tenerlo enfrente.
—Tomaré uno de esos y un poco de agua fresca para beber, si es tan amable. —Dijo mientras observaba atento al camarero apuntar con su lápiz antes de cerrar la libreta y marchar hacía a la cocina.
Mientras esperaba, el ninja estaba absorto en sus pensamientos, acompañado del silencio de un bar casi vacío, cuando de repente se escuchó el suave deslizar de la puerta corredera.
Narro — Hablo — Pienso