26/03/2021, 22:56
Juro escuchó y asintió. Lo esperaba. De hecho, casi se sintió hasta aliviado de que su compañero le argumentara. Porque eso quería decir que al menos, estaba cuestionando lo que le decía. Sus palabras estaban llegando a él.
Por supuesto que es difícil de creer. El Morikage pasado había sido una figura paternal para toda la villa. Todos le querían. Por eso Juro supo que desde el momento en que hubiera sido encarcelado, todo se habría terminado. Nadie le creería. Quizá el hombre no le hubiera matado, o quizá si, pero su vida habría estado bajo sus manos. Y si no hubiera escapado en el conflicto en mitad de la villa, habría sido asesinado, y nadie habría dudado en que el Morikage había hecho lo mejor por la villa.
Puede que sus actos se rigieran bajo el bien común. Puede que ese hombre de verdad hubiera amado a la villa que gobernaba. Eso ya no le importaba. Ese día decidió que su vida valía más que el bien común. Él no iba a ser un mártir ni un sacrifico para ninguna causa, y menos por una cuestión como el poder. Si eso significaba ser un ninja, entonces se retiraba.
— No digo que el Morikage no me hubiera escuchado — contestó Juro, con delicadeza —. Por supuesto que lo habría hecho. El problema era el contenido de mi mensaje. Él no quería escuchar hablar sobre la conciencia racional de los bijuu o su alineamiento en la guerra. Él solo quería tratarles como bestias sin nombre. Como armas para una futura guerra. Desconfió de mi porque no le gustó lo que le dije cuando supe sobre los bijuu la primera vez. Y cuando se enteró de lo que pasó en aquella cueva, tomó su decisión.
» Yo era importante para él, Yota. Porque era el arma de la aldea. Pero las armas son mejores cuando no tienen ideas propias. Cuando no te cuestionan. Y si una no sirve, siempre se puede remplazar. ¿Entiendes a que me refiero?
Cruzó las piernas, mientras se frotaba la sien. No sabía qué podía decir para convencerle de algo así. Al fin y al cabo, no había verdaderas pruebas de nada, solo su buena voluntad y su historial pasado. Y eso se había difumado con el tiempo. Un año de carteles por todas partes con su rostro ya era demasiado tiempo.
— Desconocía que te hubiera dicho eso, pero no logro entender la finalidad. Tú y yo ya eramos compañeros de equipo y amigos, nos protegíamos el uno al otro sin necesidad de que alguien nos lo ordenara, ¿o no es así?— exclamó, mirandole directamente a los ojos otra vez—. Te recuerdo que fue precisamente por su culpa que levanté un muro de distancia sobre ti y todos mis compañeros al obligarme a no contarle a nadie mi condición de jinchuriki. Y esa orden la recibiste justo después de que le informara sobre los generales y el Gobi. Casi me da a pensar que además de mi seguridad, le interesaba tenerme controlado.
Por supuesto que es difícil de creer. El Morikage pasado había sido una figura paternal para toda la villa. Todos le querían. Por eso Juro supo que desde el momento en que hubiera sido encarcelado, todo se habría terminado. Nadie le creería. Quizá el hombre no le hubiera matado, o quizá si, pero su vida habría estado bajo sus manos. Y si no hubiera escapado en el conflicto en mitad de la villa, habría sido asesinado, y nadie habría dudado en que el Morikage había hecho lo mejor por la villa.
Puede que sus actos se rigieran bajo el bien común. Puede que ese hombre de verdad hubiera amado a la villa que gobernaba. Eso ya no le importaba. Ese día decidió que su vida valía más que el bien común. Él no iba a ser un mártir ni un sacrifico para ninguna causa, y menos por una cuestión como el poder. Si eso significaba ser un ninja, entonces se retiraba.
— No digo que el Morikage no me hubiera escuchado — contestó Juro, con delicadeza —. Por supuesto que lo habría hecho. El problema era el contenido de mi mensaje. Él no quería escuchar hablar sobre la conciencia racional de los bijuu o su alineamiento en la guerra. Él solo quería tratarles como bestias sin nombre. Como armas para una futura guerra. Desconfió de mi porque no le gustó lo que le dije cuando supe sobre los bijuu la primera vez. Y cuando se enteró de lo que pasó en aquella cueva, tomó su decisión.
» Yo era importante para él, Yota. Porque era el arma de la aldea. Pero las armas son mejores cuando no tienen ideas propias. Cuando no te cuestionan. Y si una no sirve, siempre se puede remplazar. ¿Entiendes a que me refiero?
Cruzó las piernas, mientras se frotaba la sien. No sabía qué podía decir para convencerle de algo así. Al fin y al cabo, no había verdaderas pruebas de nada, solo su buena voluntad y su historial pasado. Y eso se había difumado con el tiempo. Un año de carteles por todas partes con su rostro ya era demasiado tiempo.
— Desconocía que te hubiera dicho eso, pero no logro entender la finalidad. Tú y yo ya eramos compañeros de equipo y amigos, nos protegíamos el uno al otro sin necesidad de que alguien nos lo ordenara, ¿o no es así?— exclamó, mirandole directamente a los ojos otra vez—. Te recuerdo que fue precisamente por su culpa que levanté un muro de distancia sobre ti y todos mis compañeros al obligarme a no contarle a nadie mi condición de jinchuriki. Y esa orden la recibiste justo después de que le informara sobre los generales y el Gobi. Casi me da a pensar que además de mi seguridad, le interesaba tenerme controlado.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60