1/04/2021, 17:46
Juro no apartó la mirada. Recibió toda la confusión y el fuego que los ojos de Yota emanaban. Y lo aceptó, gentilmente. Lo que devolvió no fue una mirada intensa, sino una sonrisa amable. Lo había logrado.
— Nunca olvidaré esos tiempos, Yota. Esos recuerdos han sido una de las cosas que han permitido que siga adelante — explicó, mientras se le quebraba ligeramente la voz. Se tuvo que recomponer para continuar —.
Si, tengo su favor. Pero de ahora en adelante, te agradecería si pudieras llamarlo por su nombre: Chōmei. Aunque empezamos con mal pie, me ha demostrado mucho durante este tiempo. Chōmei me ha apoyado y me ha salvado de caer en la desesperación más profunda. No me importa el poder que me haya dado o todo lo que haya ocurrido después. Para mí, él también es mi amigo.
Entonces, ocurrió. El fenómeno que Yota estaba buscando. La señal por la que había reclamado.
Los pies de Juro comenzaron a flotar. Y de repente, todo su cuerpo se había separado de la superficie. Dos alas anaranjadas y verdosas habían brotado de su espalda y e iban dejando destellos por el espacio de la caverna mientras se movían a toda velocidad. Juro había sacado dos de sus colas y las había transformado durante la conversación.
— Incluso ahora, también me está apoyando. ¿Lo ves? — Aunque Yota no lo supiera, aquello era la prueba definitiva de su unión. Aislar una parte de su transformación y dominarla de aquella manera era algo que nunca habría soñado con hacer un año atrás. Juro regresó a la superficie, aunque permaneció con sus alas resguardadas—. Aunque os cueste creerlo, nosotros no quisimos matar al Morikage en realidad, incluso si esas eran sus intenciones conmigo. Lo que intenté en ese momento fue escapar volando. Pero él no me dejó. Incluso si con la energía generada con la transformación tiré todos los muebles de su despacho, él se mantuvo impasible y me dio caza. Subió a los cielos y me atacó desde al aire. Con un solo golpe me dejó moribundo. Y entonces, me di cuenta de que se había acabado. De que podría matarme delante de toda la aldea y estaría justificado, porque nadie entendía lo que estaba ocurriendo.
» No sé muy bien que pasó. Los nervios y el miedo me hicieron perder el control. Era un poder que no dominaba y quise abusar de él para salvar mi vida. Cuando me di cuenta, todo se había acabado. Él yacía muerto, había atentado contra mi Aldea y debía escapar — apretó los puños, pero no dijo nada más. No sabía que decir — ... y ya esta. Esa es mi historia. La verdad que os quería contar. Gracias por escucharme.
Juro contuvo las lágrimas. Puede que Yota no pudiera entenderlo, pero el alivio que sintió cuando llegó a la última palabra fue indescriptible.
Por fin. Por fin se lo había podido contar a alguien.
— Nunca olvidaré esos tiempos, Yota. Esos recuerdos han sido una de las cosas que han permitido que siga adelante — explicó, mientras se le quebraba ligeramente la voz. Se tuvo que recomponer para continuar —.
Si, tengo su favor. Pero de ahora en adelante, te agradecería si pudieras llamarlo por su nombre: Chōmei. Aunque empezamos con mal pie, me ha demostrado mucho durante este tiempo. Chōmei me ha apoyado y me ha salvado de caer en la desesperación más profunda. No me importa el poder que me haya dado o todo lo que haya ocurrido después. Para mí, él también es mi amigo.
Entonces, ocurrió. El fenómeno que Yota estaba buscando. La señal por la que había reclamado.
Los pies de Juro comenzaron a flotar. Y de repente, todo su cuerpo se había separado de la superficie. Dos alas anaranjadas y verdosas habían brotado de su espalda y e iban dejando destellos por el espacio de la caverna mientras se movían a toda velocidad. Juro había sacado dos de sus colas y las había transformado durante la conversación.
— Incluso ahora, también me está apoyando. ¿Lo ves? — Aunque Yota no lo supiera, aquello era la prueba definitiva de su unión. Aislar una parte de su transformación y dominarla de aquella manera era algo que nunca habría soñado con hacer un año atrás. Juro regresó a la superficie, aunque permaneció con sus alas resguardadas—. Aunque os cueste creerlo, nosotros no quisimos matar al Morikage en realidad, incluso si esas eran sus intenciones conmigo. Lo que intenté en ese momento fue escapar volando. Pero él no me dejó. Incluso si con la energía generada con la transformación tiré todos los muebles de su despacho, él se mantuvo impasible y me dio caza. Subió a los cielos y me atacó desde al aire. Con un solo golpe me dejó moribundo. Y entonces, me di cuenta de que se había acabado. De que podría matarme delante de toda la aldea y estaría justificado, porque nadie entendía lo que estaba ocurriendo.
» No sé muy bien que pasó. Los nervios y el miedo me hicieron perder el control. Era un poder que no dominaba y quise abusar de él para salvar mi vida. Cuando me di cuenta, todo se había acabado. Él yacía muerto, había atentado contra mi Aldea y debía escapar — apretó los puños, pero no dijo nada más. No sabía que decir — ... y ya esta. Esa es mi historia. La verdad que os quería contar. Gracias por escucharme.
Juro contuvo las lágrimas. Puede que Yota no pudiera entenderlo, pero el alivio que sintió cuando llegó a la última palabra fue indescriptible.
Por fin. Por fin se lo había podido contar a alguien.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60