17/01/2016, 00:25
El joven decidió detenerse durante un rato a seguir observando las vidrieras, tan solo se movía un poco para ir cambiando la que miraba y para dar paso al mar de gente que había por allí. Había tiendas de todo tipo, y siempre era interesante ojear a ver que se podía encontrar.
Sin embargo, en aquella ocasión, fue interrumpido por un repentino toque que sintió dos veces en su espalda. Al darse la vuelta, la primera reacción de Kimura fue mirar de arriba abajo al chico que había intentado con éxito llamar su atención. Pues su aspecto no podía definirse de una manera más exacta, que la de un mestizo imposible entre la raza humana y el tiburón. De piel azulada, con unas notorias agallas en su cuello y en cuanto abrió la boca para formular una pregunta al de castaños y azules cabellos, unos filosos dientes.
— Oye, tú. ¿Sabes dónde cojones está el Restaurante de Amidala? — preguntó, con cara de pocos amigos. — Tengo algo que entregar allí y nadie ha querido darme una sola puta direcc...
Pasada la inevitable y a la vez rápida sorpresa por el aspecto del muchacho, la calma natural del muchacho volvió a su cauce. Aunque por otra parte, su curiosidad hacia aquel espécimen había salido disparada. El que en su frente reluciera una bandana de aquella villa que se hacía conocer como Amegakure no hacía más que añadir leña al fuego. Por más que la cara del chico-pescado al realizar la pregunta no fuera muy amigable.
— Bonito color... Y lo siento, pero no conozco mucho esta ciudad, no puedo guiarte. Aunque si quieres, podría ayudarte a encontrar el lugar. Eres un espécimen…interesante. — Una pequeña sonrisa se percibía en los labios de Kimura. Se sentía animado, y este viajero que le había traído al azar podría ser una fuente de entretenimiento durante un buen rato, desde luego.
Sin embargo, en aquella ocasión, fue interrumpido por un repentino toque que sintió dos veces en su espalda. Al darse la vuelta, la primera reacción de Kimura fue mirar de arriba abajo al chico que había intentado con éxito llamar su atención. Pues su aspecto no podía definirse de una manera más exacta, que la de un mestizo imposible entre la raza humana y el tiburón. De piel azulada, con unas notorias agallas en su cuello y en cuanto abrió la boca para formular una pregunta al de castaños y azules cabellos, unos filosos dientes.
— Oye, tú. ¿Sabes dónde cojones está el Restaurante de Amidala? — preguntó, con cara de pocos amigos. — Tengo algo que entregar allí y nadie ha querido darme una sola puta direcc...
Pasada la inevitable y a la vez rápida sorpresa por el aspecto del muchacho, la calma natural del muchacho volvió a su cauce. Aunque por otra parte, su curiosidad hacia aquel espécimen había salido disparada. El que en su frente reluciera una bandana de aquella villa que se hacía conocer como Amegakure no hacía más que añadir leña al fuego. Por más que la cara del chico-pescado al realizar la pregunta no fuera muy amigable.
— Bonito color... Y lo siento, pero no conozco mucho esta ciudad, no puedo guiarte. Aunque si quieres, podría ayudarte a encontrar el lugar. Eres un espécimen…interesante. — Una pequeña sonrisa se percibía en los labios de Kimura. Se sentía animado, y este viajero que le había traído al azar podría ser una fuente de entretenimiento durante un buen rato, desde luego.