17/01/2016, 18:04
La joven Hyuga seguía sumergida en sus pensamientos, ni siquiera se percató del brusco movimiento de las aves al alejarse del navío. Su mirada estaba perdida en el horizonte, mientras su mente se ocupaba de tribular sin ton ni son. Había recibido antes de irse una invitación para asistir a un torneo shinobi, ella no tenía intención de participar en un evento de ese tipo pero no sabía muy bien si eso sería del todo correcto. Al fin y al cabo había sido un invitación.
La joven suspiró un poco apesadumbrada mientras bajaba su mirada hasta el mar, para observar como las tenues olas se rompían contra el casco de aquel barco. Agitó la cabeza tratando de alejar las preocupaciones, no era ni el lugar ni el momento para verse abrumada por temas ajenos a su misión.
Mitsuki se incorporó ayudandose de los brazos, dio mediavuelta y echo un vistazo rápido al lugar, pudo notar que los marineros que atendían la cubierta estaban un tanto preocupados o al menos no tan animados como cuando ella subió a bordo.
Una ráfaga de viento húmedo y frío hizo que tanto sus cabellos como su ropa ondeasen durante un instante, aquello la hizo sentirse extrañamente nerviosa. Desde que había subido al barco, el viento era suave y bastante seco, ni frío ni caliente y soplaba de oeste a este.
Giro sobre sí antes de poner rumbo a la borda que tenía su izquierda, desde donde podría observar mejor la zona sur. Sin embargo, todo parecía seguir como hasta hace unos instantes. Cielo claro y despejado.
Apoyó, su mano izquierda sobre la barandilla de madera y siguió rastreando con su mirada el horizonte, tratando de librarse de aquella sesación de inquietud.
La joven suspiró un poco apesadumbrada mientras bajaba su mirada hasta el mar, para observar como las tenues olas se rompían contra el casco de aquel barco. Agitó la cabeza tratando de alejar las preocupaciones, no era ni el lugar ni el momento para verse abrumada por temas ajenos a su misión.
Mitsuki se incorporó ayudandose de los brazos, dio mediavuelta y echo un vistazo rápido al lugar, pudo notar que los marineros que atendían la cubierta estaban un tanto preocupados o al menos no tan animados como cuando ella subió a bordo.
Una ráfaga de viento húmedo y frío hizo que tanto sus cabellos como su ropa ondeasen durante un instante, aquello la hizo sentirse extrañamente nerviosa. Desde que había subido al barco, el viento era suave y bastante seco, ni frío ni caliente y soplaba de oeste a este.
Giro sobre sí antes de poner rumbo a la borda que tenía su izquierda, desde donde podría observar mejor la zona sur. Sin embargo, todo parecía seguir como hasta hace unos instantes. Cielo claro y despejado.
Apoyó, su mano izquierda sobre la barandilla de madera y siguió rastreando con su mirada el horizonte, tratando de librarse de aquella sesación de inquietud.