6/07/2021, 23:13
La muchacha bajó tranquilamente del muro andando, usando el chakra para engancharse a la superficie vertical como si fuese lo más normal del mundo, que lo era. Pero claro, es que era algo normal para las ninjas.
—No te preocupes. Debería disculparme yo porque te caiga una katana voladora desde mi casa.
Ahora que podía verle toda la figura, solo confirmó sus sospechas. Era una niña tan o más pequeña que Kimi, su hermana. Su sonrisa solo se ensanchó y tuvo que aguantarse las ganas de pellizcarle las mejillas y acuclillarse para hablar con ella. Sabía que eso estaba mal pero su corazón se lo pedía.
— Tranquila, tranquila, ni aunque me hubiese dado me hubiese hecho mucho. No iba con demasiada fuerza. — contestó sonriente moviendo una mano de un lado a otro para restarle importancia.
Se bajó la capucha para intentar no intimidar de más a la niña, a pesar de que no parecía que le hubiese afectado lo más mínimo. Su cabello era azul claro en la raiz y pasaba gradualmente a un azul más oscuro hasta ser prácticamente negro en las puntas, que estaban alzandose contra la gravedad.
En verdad, tenía todo el aspecto de bruja mala de cuento.
—Estoy bien, no te preocupes. Solo estábamos entrenando un poco. Creo que nunca te vi por la aldea, lo recordaría seguramente. ¿Cómo es tu nombre?
En cuanto extendió la mano le devolvió el arma sin dudar. La sonrisa de Chika se ensanchó y no pudo evitar agacharse levemente apoyando las manos en sus rodillas para hablar con la chica.
— No, no, no. Primero tienes que presentarte tú, señorita.
Negó con el dedo un par de veces para afianzar sus palabras, sin dejar de sonreir. Volvió a ponerse erguida para contestarle.
— Eso solo significa que no has entrenado lo suficiente, yo suelo estar metida en un dojo. Y no veo que hayas entrenado mucho estos músculos. — señaló con media sonrisa los bracitos adorables de la chica.
Estaban ejercitados para una niña, pero no tanto como los de Chika, y eso que ella solo estaba levemente entrenada.
—No te preocupes. Debería disculparme yo porque te caiga una katana voladora desde mi casa.
Ahora que podía verle toda la figura, solo confirmó sus sospechas. Era una niña tan o más pequeña que Kimi, su hermana. Su sonrisa solo se ensanchó y tuvo que aguantarse las ganas de pellizcarle las mejillas y acuclillarse para hablar con ella. Sabía que eso estaba mal pero su corazón se lo pedía.
— Tranquila, tranquila, ni aunque me hubiese dado me hubiese hecho mucho. No iba con demasiada fuerza. — contestó sonriente moviendo una mano de un lado a otro para restarle importancia.
Se bajó la capucha para intentar no intimidar de más a la niña, a pesar de que no parecía que le hubiese afectado lo más mínimo. Su cabello era azul claro en la raiz y pasaba gradualmente a un azul más oscuro hasta ser prácticamente negro en las puntas, que estaban alzandose contra la gravedad.
En verdad, tenía todo el aspecto de bruja mala de cuento.
—Estoy bien, no te preocupes. Solo estábamos entrenando un poco. Creo que nunca te vi por la aldea, lo recordaría seguramente. ¿Cómo es tu nombre?
En cuanto extendió la mano le devolvió el arma sin dudar. La sonrisa de Chika se ensanchó y no pudo evitar agacharse levemente apoyando las manos en sus rodillas para hablar con la chica.
— No, no, no. Primero tienes que presentarte tú, señorita.
Negó con el dedo un par de veces para afianzar sus palabras, sin dejar de sonreir. Volvió a ponerse erguida para contestarle.
— Eso solo significa que no has entrenado lo suficiente, yo suelo estar metida en un dojo. Y no veo que hayas entrenado mucho estos músculos. — señaló con media sonrisa los bracitos adorables de la chica.
Estaban ejercitados para una niña, pero no tanto como los de Chika, y eso que ella solo estaba levemente entrenada.