12/07/2021, 01:45
"Ilegal no". Pues, sinceramente, lo parecía bastante. Pero quizás a la Kaminari no le gustaba esa palabra, quizás era un poco fuerte. Aunque también "tráfico sigiloso" parecía ser otra palabra algo fuerte, pero era la que ella prefería.
Por una vez más, Chika le recordó lo importante que era el desayuno. Pero había cosas que Jun nunca iba a cambiar. Llámenlo soberbia, orgullo, terquedad, cabeza dura. Cualquiera de esas palabras representaban algunas actitudes que tenía la Nara y, esto quiere decir, que si a ella piensa que algo es de tal manera o hace algo de tal manera, no va a cambiarlo, por más de que le presenten mil pruebas de que no se deba hacer eso. Y, lo que si le parecía ilegal a ella, es que alguien se esfuerce lo más mínimo por la mañana para hacer algo. En las mañanas no hay que esforzarse.
—¿Realmente es legal comer dulces? — la miró de reojo. —No suena muy sano que digamos, si es que seguimos con la línea de que no desayunar tampoco es sano.
No mucho después, el señor sacaría el primer palillo con tres dango. Cada uno de color diferente, uno blanco, el otro rosado y el otro verde.
—Tomen niñas. — dijo mientras extendía el palillo y ya se iba preparando para pinchar el otro.
—Tómalo tú. Yo agarro el otro.
Por una vez más, Chika le recordó lo importante que era el desayuno. Pero había cosas que Jun nunca iba a cambiar. Llámenlo soberbia, orgullo, terquedad, cabeza dura. Cualquiera de esas palabras representaban algunas actitudes que tenía la Nara y, esto quiere decir, que si a ella piensa que algo es de tal manera o hace algo de tal manera, no va a cambiarlo, por más de que le presenten mil pruebas de que no se deba hacer eso. Y, lo que si le parecía ilegal a ella, es que alguien se esfuerce lo más mínimo por la mañana para hacer algo. En las mañanas no hay que esforzarse.
—¿Realmente es legal comer dulces? — la miró de reojo. —No suena muy sano que digamos, si es que seguimos con la línea de que no desayunar tampoco es sano.
No mucho después, el señor sacaría el primer palillo con tres dango. Cada uno de color diferente, uno blanco, el otro rosado y el otro verde.
—Tomen niñas. — dijo mientras extendía el palillo y ya se iba preparando para pinchar el otro.
—Tómalo tú. Yo agarro el otro.