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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#2


Capítulo I


Haru fue arrebatado de las manos inertes de sus padres a la tierna edad de tres años, secuestrado por una banda de shinobi renegados con el objetivo de vender jóvenes inocentes a familias pudientes y salir adelante. Junto a él fueron arrebatados una ficha con sus datos y una flauta de pan que se negó a soltar entre lágrimas y chillidos guturales.

Aunque si le preguntases ahora, Haru no podría recordar aquello aunque quisiera.

Su mente había decidido olvidar todo lo que estaba relacionado con sus padres. Al contrario, cuando lo intentaba, solo recordaba el dolor y el sufrimiento que conllevó su secuestro: largos días perdido en la oscuridad de una habitación húmeda, fría y horriblemente sucia; con el único consuelo de una tétrica nana cantada por una voz rota y comida mohosa que le dejaba sin apetito alguno. Sin embargo, aquello no era lo peor ni de lejos. Lo peor eran los castigos.

Haru no estaba solo, pues disfrutaba de la pequeña compañía de otros niños y niñas como él, a los que nunca podía ver, pero sí escuchar, tocar y oler. El problema venía cuando uno de ellos lloraba, pues pronto, una luz se encendía, cegándoles a todos, y el causante del llanto abandonaba el lugar sin un billete de vuelta.

Luego todo se volvía a sumir en oscuridad.

Haru aprendió a mantenerse callado, sentado en un rincón de la sala junto a otros niños que, como él, habían decidido aparentar calma para no desaparecer. Aunque no eran las únicas razones por las que desaparecían: a veces entraban con otra gente, personas con voces de todo tipo. Venían y elegían entre todos los que habían entre risas y halagos, pero Haru nunca pudo ver quién era esa gente, o quienes eran sus captores. Todo estaba demasiado iluminado hasta que, de pronto, volvía a la oscuridad.

No entendía por qué estaba allí y su propósito, solo deseaba poder salir de aquel sufrimiento.

Capítulo II


Sus captores dejaron de venir.

Días sin nanas, sin comida y sin luz, hasta que poco a poco el hambre se adueñó de la sala. Lloros incesantes hacían que sus manos no abandonaran sus oídos, intentando pensar en otra cosa, hasta que, uno de aquellos días en los que Haru se encontraba sentado en su oscuro rincón habitual, la puerta se abrió y la luz cegó sus ojos, los cuales cerró para evitar más daño. Voces y más voces inundaron la sala hasta tal punto que lo abrumó, tapándose los oídos para gestionar mejor su dolor. Pero el olor era diferente.

Después de tanto tiempo, lo único que logró discernir entre todo el movimiento entre ellos fue el olor de sus captores. Pero aquellos que habían entrado eran diferentes a los anteriores. ¿Acaso serían nuevos reclutas? Haru no lo sabía, ni podía si quiera intuirlo. Pero pronto fue cogido por dos fuertes brazos y levantado en contra de su voluntad.

No forcejeó, solo se dejó hacer.

• • •

Días más tarde, no se acostumbraba a su nuevo hogar. Las habitaciones eran limpias, las comidas sabían bien y la gente parecía amable. Incluso alguna que otra mujer le hacía cumplidos de vez en cuando. Cada día aparecía una nueva persona, le hablaba, pero él solo permanecía callado y tranquilo, con la vista fija en sus manos a pesar de estar sobre una cómoda cama.

No fue hasta que le trajeron la flauta de pan que reaccionó. De sus ojos comenzaron a brotar lágrimas hasta que, de pronto, comenzó poco a poco a confiar de nuevo. Primero, con aquel shinobi quien le había devuelto su flauta. Segundo, con la enfermera que le atendía todos los días. Descubrió que estaba en un hospital, y pronto fue acogido por una mujer quien se encargó de enseñarle todo lo que sabía.

Era cierto que Futaba era de familia humilde. Por ello, en cuanto lo adoptó, supo que tendría poco que aportarle. Sin embargo, a Haru aquello le daba igual. Después de vivir en la oscuridad, aquelo que le aportaba Futaba era un regalo. La quería como si fuera su propia abuela, y de ella aprendió todo lo necesario para poder inscribirse en los Dojos de Kusagakure. También descubrió que ambos compartían Kekkei Genkai, algo que podría ayudarle más adelante a cumplir su sueño.

También se enteró de lo sucedido con sus captores.

Un plan organizado de un escuadrón de ninjas de Kusagakure habían dado con su escondite y pronto, todos los niños y niñas ahí retenidos fueron devueltos a sus correspondientes familias. Todos menos Haru, a quien trajeron de vuelta a Kusagakure sin un objetivo para él.

Pero aquello ya lo había decidido el propio Akiyama, quien quería convertirse en ninja para poder ayudar como aquel escuadrón hizo con él.

Capítulo III


Haru ingresó en los dojos y allí pasó unos cortos ocho años instruyéndose en el arte shinobi. Se graduó con felicitaciones de su abuela y lucía orgulloso la bandana de Kusagakure.

Ahora solo le quedaba volverse más fuerte y lograr aquello que ansiaba: ayudar a los demás.
[Imagen: ksQJqx9.png]


—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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RE: [Personaje adicional] Akiyama Haru - por Uzumaki Eri - 12/07/2021, 21:28


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