13/07/2021, 00:25
—Mira Chika, lo saludable está un poco sobrevalorado a mi parecer.
El corazón de Chika se saltó un par de latidos al oír las duras palabras de Jun. Sin ningún tipo de delicadeza y toda la adolescencia del mundo.
—Soy demasiado vaga para las clases. Y, conociendo mi ninjutsu elemental, ni siquiera voy a sacar chispas. Incluso aunque me enseñes.Un pastelito puede ser, pero no se si es lo que más me complacería.
Y ahora encima le dice que no quiere que le enseñe nada para rematar a la pobre e inocente Chika.
—¡Ya sé! Si te gano, vas a tener que llamarme por mi nombre, pero sin honoríficos. Nada de Jun-chan, ni Nara-san. Solo Jun. Por lo menos por un tiempo.
Chika había estado copando con el enorme dolor que Jun le infligia con cada una de sus palabras dandole bocados a sus dangos, tragandoselo de golpe cuando Jun aceptó su apuesta. A costa de dejar de llamarla Jun-chan. ¿Era el coste digno de tal recompensa? ¿Cual era el límite para conseguir que Jun desayunase?
No, no podía pensar así. ¡La derrota no existía! Da igual lo que pidiese Jun, iba a ganar sí o sí. Ella era una Kaminari. Si Kimi se enteraba de que siquiera dudaba de su victoria le daría dos palizas, una por dudar y la otra para asegurarse.
— Acepto. Cuando y donde quieras, Jun-chan. Cuando gane tendrás que desayunar por siempre jamás. Si tu ganas te llamaré Jun...
Se llevó a la boca la última bola de dango y la masticó para intentar tragarse todo lo que Jun le había dicho antes de aceptar su duelo.
El corazón de Chika se saltó un par de latidos al oír las duras palabras de Jun. Sin ningún tipo de delicadeza y toda la adolescencia del mundo.
—Soy demasiado vaga para las clases. Y, conociendo mi ninjutsu elemental, ni siquiera voy a sacar chispas. Incluso aunque me enseñes.Un pastelito puede ser, pero no se si es lo que más me complacería.
Y ahora encima le dice que no quiere que le enseñe nada para rematar a la pobre e inocente Chika.
—¡Ya sé! Si te gano, vas a tener que llamarme por mi nombre, pero sin honoríficos. Nada de Jun-chan, ni Nara-san. Solo Jun. Por lo menos por un tiempo.
Chika había estado copando con el enorme dolor que Jun le infligia con cada una de sus palabras dandole bocados a sus dangos, tragandoselo de golpe cuando Jun aceptó su apuesta. A costa de dejar de llamarla Jun-chan. ¿Era el coste digno de tal recompensa? ¿Cual era el límite para conseguir que Jun desayunase?
No, no podía pensar así. ¡La derrota no existía! Da igual lo que pidiese Jun, iba a ganar sí o sí. Ella era una Kaminari. Si Kimi se enteraba de que siquiera dudaba de su victoria le daría dos palizas, una por dudar y la otra para asegurarse.
— Acepto. Cuando y donde quieras, Jun-chan. Cuando gane tendrás que desayunar por siempre jamás. Si tu ganas te llamaré Jun...
Se llevó a la boca la última bola de dango y la masticó para intentar tragarse todo lo que Jun le había dicho antes de aceptar su duelo.