20/01/2016, 17:45
(Última modificación: 20/01/2016, 18:01 por Eikyuu Juro.)
En ese momento, Juro estaba sentado en un banco. Había pasado mucho rato ya, sus piernas se movían nerviosamente. Trataba de relajar su mente, en vano.
Estaba en la sala de espera. La puerta que tenía en frente le llevaría a su combate. La que estaba a su espalda le había llevado ahí, junto con el resto de participantes, que ahora mismo estarían luchando, o ya habrían terminado. Juro recordaba el momento en el que había sido convocado. Había sido reunido fuera de la ciudad, para ser dirigido al estadio.
Allí había visto a los demás, a sus compañeros. Kazuma y Nabi, su equipo, también participaba. Eri también se encontraba entre ellos. También había visto a gente que recordaba menos, de otras aldeas, o incluso de la suya propia. Había tratado de hablar con ellos, aunque no había tenido mucho tiempo. Pronto, habían sido separados en habitaciones, a la espera de que les llamasen.
Aun recordaba el estado del estadio. Una arena hecha de hierba verde y clara, un circulo pintado y dos pilares bastante grandes. No era mucho, pero era donde iba a tener que luchar. Había memorizado más o menos el lugar.
Los nervios le carcomían. Sabía que los kages estaban ahí. No solo la Uzukage, sino también los de las otras aldeas, además del organizador del torneo. Iban a ver como peleaba. Si lo hacía mal, si cometía un fallo...
"No. Piensa en lo que te dijo Katsue. Lo harás bien"
Su hermana le había despedido en el punto de encuentro, con palabras amables. Ahora mismo, ella también estaría ahí. Para verle.
No podía fallar.
Aun recordaba la voz, que anunciaba cada combate. Había anunciado unos cuantos desde que él estaba ahí, unos cinco combates. Realmente, para él solo habían cobrado sentido dos de esos combates.
"Me pregunto que habrá pasado... ¿Nabi fue capaz de vencer a ese tal Daruu? ¿Y que pasó entre Kazuma y Eri? "
También había peleado otra persona de Uzushio, un tal Yota. Le sonaba brevemente, pero no había mantenido demasiada conversación con él. Aun así, era de la aldea. Esperaba que ganase a su contrincante, cuyo nombra ya no recordaba.
Lo importante es que todos habían peleado, y mientras él estaba ahí, sin ver nada, sin saber nada. Era muy cruel. Sus piernas seguían su lenta protesta. Una y otra vez.
Hasta que...
—¡Yuki Kimura! ¡Eikyu Juro! —anunció una voz—. ¡Cerramos la ronda con estos dos participantes!
Las puertas se abrieron al compás de la voz, mientras el corazón de Juro daba un bote. Era el momento.
Con paso inseguro, poco a poco salió de aquella maldita sala de espera, mientras sus ojos se acostumbraban a la luz del sol otra vez. Allí estaba, las gradas, la gente, los kages… Esta vez era diferente a la vez de visita, era el centro de atención.
No pudo ver a su hermana, pero sabía que le estaba viendo. Tampoco vio a su rival, pero estaba seguro de que dentro de muy poco saldría. Y comenzaría la pelea.
Con paso ligero, empezó a caminar hacia el círculo donde empezarían la pelea, con la vista atenta al surgimiento del rival. Recordó lo que había oído, se llamaba Kimura, Yuki Kimura. No tenía ni idea de quién era o que pasaría, pero daba igual.
“No puedo fallar. No puedo fallar…”
Estaba en la sala de espera. La puerta que tenía en frente le llevaría a su combate. La que estaba a su espalda le había llevado ahí, junto con el resto de participantes, que ahora mismo estarían luchando, o ya habrían terminado. Juro recordaba el momento en el que había sido convocado. Había sido reunido fuera de la ciudad, para ser dirigido al estadio.
Allí había visto a los demás, a sus compañeros. Kazuma y Nabi, su equipo, también participaba. Eri también se encontraba entre ellos. También había visto a gente que recordaba menos, de otras aldeas, o incluso de la suya propia. Había tratado de hablar con ellos, aunque no había tenido mucho tiempo. Pronto, habían sido separados en habitaciones, a la espera de que les llamasen.
Aun recordaba el estado del estadio. Una arena hecha de hierba verde y clara, un circulo pintado y dos pilares bastante grandes. No era mucho, pero era donde iba a tener que luchar. Había memorizado más o menos el lugar.
Los nervios le carcomían. Sabía que los kages estaban ahí. No solo la Uzukage, sino también los de las otras aldeas, además del organizador del torneo. Iban a ver como peleaba. Si lo hacía mal, si cometía un fallo...
"No. Piensa en lo que te dijo Katsue. Lo harás bien"
Su hermana le había despedido en el punto de encuentro, con palabras amables. Ahora mismo, ella también estaría ahí. Para verle.
No podía fallar.
Aun recordaba la voz, que anunciaba cada combate. Había anunciado unos cuantos desde que él estaba ahí, unos cinco combates. Realmente, para él solo habían cobrado sentido dos de esos combates.
"Me pregunto que habrá pasado... ¿Nabi fue capaz de vencer a ese tal Daruu? ¿Y que pasó entre Kazuma y Eri? "
También había peleado otra persona de Uzushio, un tal Yota. Le sonaba brevemente, pero no había mantenido demasiada conversación con él. Aun así, era de la aldea. Esperaba que ganase a su contrincante, cuyo nombra ya no recordaba.
Lo importante es que todos habían peleado, y mientras él estaba ahí, sin ver nada, sin saber nada. Era muy cruel. Sus piernas seguían su lenta protesta. Una y otra vez.
Hasta que...
—¡Yuki Kimura! ¡Eikyu Juro! —anunció una voz—. ¡Cerramos la ronda con estos dos participantes!
Las puertas se abrieron al compás de la voz, mientras el corazón de Juro daba un bote. Era el momento.
Con paso inseguro, poco a poco salió de aquella maldita sala de espera, mientras sus ojos se acostumbraban a la luz del sol otra vez. Allí estaba, las gradas, la gente, los kages… Esta vez era diferente a la vez de visita, era el centro de atención.
No pudo ver a su hermana, pero sabía que le estaba viendo. Tampoco vio a su rival, pero estaba seguro de que dentro de muy poco saldría. Y comenzaría la pelea.
Con paso ligero, empezó a caminar hacia el círculo donde empezarían la pelea, con la vista atenta al surgimiento del rival. Recordó lo que había oído, se llamaba Kimura, Yuki Kimura. No tenía ni idea de quién era o que pasaría, pero daba igual.
“No puedo fallar. No puedo fallar…”