24/07/2021, 20:15
Ah, un polizón. Todo un clásico. Parecía que Kurama se lo estaba montando bien. Probablemente tuviese espías también en las otras dos villas, sabe Susano’o en qué sitios más. Para ser un bijū, demostraba saber jugar muy bien sus cartas. Y eso lo volvía peligroso. Quizá más que el hecho de poder lanzar bijūdamas por la boca.
Se conformó con la respuesta. Ahora la pelota estaba de nuevo en su tejado.
—Ah, ¿vale más un enemigo de la nación que uno de sus leales súbditos? Se nota que os valoran como os merecéis —dijo, sarcástico—. Y sí, por poder, podría. Me encontré con Juro hace no mucho. Quizá hubiese podido derrotarle. Pero, ¿entregar a alguien que había asesinado a un tirano y se había revelado contra su propia villa? —Zaide negó con la cabeza—. Respeto al chico lo suficiente como para no caer tan bajo por un puñado de billetes.
»Soy un hombre curioso, Yota. Me gusta saber. Pero créeme, no busco nada en particular de Kusagakure. Te debes pensar que soy uno de esos tíos que planifican cada movimiento al dedillo —soltó una carcajada, por lo evidente—. Mírame, joder. Si fuese ese tipo de persona yo no estaría medio ciego y tú no estarías esposado con tus propias esposas. —Es que no se había preparado bien ni en eso. ¿No veía lo desastre que era?—. Soy de improvisar, Yota. Ni siquiera sé si tu Kage se prestará a negociar con un criminal como yo o directamente me mandará a la mierda. Pero, si lo hace, estoy dispuesto a escuchar ofertas. No todo es dinero, eso es cierto.
Zaide se llevó una mano al portaobjetos y extrajo un papelito doblado. Lo extendió, resultaba ser un papel bastante amplio. Se trataba de un mapa. El mapa del País del Bosque. Con cada pueblo, cada aldea, cada río y cada bosque. Tan solo le faltaba un detalle.
—¿Dónde está Kusagakure? —preguntó, directo y al grano—. Has de saber que, antes de partir, le haré la misma pregunta a Daigo. Espero que coincidáis.
Se conformó con la respuesta. Ahora la pelota estaba de nuevo en su tejado.
—Ah, ¿vale más un enemigo de la nación que uno de sus leales súbditos? Se nota que os valoran como os merecéis —dijo, sarcástico—. Y sí, por poder, podría. Me encontré con Juro hace no mucho. Quizá hubiese podido derrotarle. Pero, ¿entregar a alguien que había asesinado a un tirano y se había revelado contra su propia villa? —Zaide negó con la cabeza—. Respeto al chico lo suficiente como para no caer tan bajo por un puñado de billetes.
»Soy un hombre curioso, Yota. Me gusta saber. Pero créeme, no busco nada en particular de Kusagakure. Te debes pensar que soy uno de esos tíos que planifican cada movimiento al dedillo —soltó una carcajada, por lo evidente—. Mírame, joder. Si fuese ese tipo de persona yo no estaría medio ciego y tú no estarías esposado con tus propias esposas. —Es que no se había preparado bien ni en eso. ¿No veía lo desastre que era?—. Soy de improvisar, Yota. Ni siquiera sé si tu Kage se prestará a negociar con un criminal como yo o directamente me mandará a la mierda. Pero, si lo hace, estoy dispuesto a escuchar ofertas. No todo es dinero, eso es cierto.
Zaide se llevó una mano al portaobjetos y extrajo un papelito doblado. Lo extendió, resultaba ser un papel bastante amplio. Se trataba de un mapa. El mapa del País del Bosque. Con cada pueblo, cada aldea, cada río y cada bosque. Tan solo le faltaba un detalle.
—¿Dónde está Kusagakure? —preguntó, directo y al grano—. Has de saber que, antes de partir, le haré la misma pregunta a Daigo. Espero que coincidáis.