28/07/2021, 14:27
—Entonces sirve, hijo de puta. Sirve.
Aquel fue el preludio o mejor dicho, el anuncio de la toma de medidas alternativas. Rápidamente mi rostro fue a besar el suelo y sentí la presión de la suela del zapato del que se había convertido en mi torturador. Sentí aquella presión como el anticipo de algo peor.
—Hubo una época que trabajaba con un tipo llamado Katame. Él solía encargarse de estas cosas, ¿sabes? —apoyó la suela de la bota contra su espalda, haciendo fuerza—. Yo prefería no verlo. Prefería no escucharlo. El viejo bastardo no se detenía cuando doblegaba la voluntad de los rehenes. Oh, no, eso era demasiado sencillo para él. Donde verdaderamente disfrutaba era cuando se las hacía añicos.
— ¡Eh! ¿qué ves a hacer? no no no, para, joder, ¡para!
«¿En serio va a cortarme los putos dedos?»
—Me dijo una vez: cagonmimadre, Zaide, si alguna vez te dedicas a esto, tómatelo con calma. Él sabía que a veces pecaba de impulsivo. Me dijo: si empiezas a cortar dedos al primer minuto, y el tío es un tío duro, los echarás de menos para cortárselos al décimo día.
— No, para, joder, por favor
Crack.
— ¡KYAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJA!
Resoplaba entre suspiros y bocanadas de aire. Trataba de no llegar al límite, uno que no había costado de alcanzar. Me daba vergüenza, ¿tan poc era capaz de aguantar? Tenía que hacerlo, por Kusagakure. La aldea era más importante que mis intereses pero aquel dilema interno estaba costando horrores.
— ¡Eso es, joder, vamos, casi ni lo he notado, cabronazo!
De nuevo, risas inundaron la estancia, parecían las de un jodido loco. Puede que si estuviese enloqueciendo de verdad. Lo cierto es que mientras aguantaba iba alimentando mi entereza pensando lo que Kintsugi sería capaz de hacer si le daba a Zaide la localización de la aldea.
Aquel fue el preludio o mejor dicho, el anuncio de la toma de medidas alternativas. Rápidamente mi rostro fue a besar el suelo y sentí la presión de la suela del zapato del que se había convertido en mi torturador. Sentí aquella presión como el anticipo de algo peor.
—Hubo una época que trabajaba con un tipo llamado Katame. Él solía encargarse de estas cosas, ¿sabes? —apoyó la suela de la bota contra su espalda, haciendo fuerza—. Yo prefería no verlo. Prefería no escucharlo. El viejo bastardo no se detenía cuando doblegaba la voluntad de los rehenes. Oh, no, eso era demasiado sencillo para él. Donde verdaderamente disfrutaba era cuando se las hacía añicos.
— ¡Eh! ¿qué ves a hacer? no no no, para, joder, ¡para!
«¿En serio va a cortarme los putos dedos?»
—Me dijo una vez: cagonmimadre, Zaide, si alguna vez te dedicas a esto, tómatelo con calma. Él sabía que a veces pecaba de impulsivo. Me dijo: si empiezas a cortar dedos al primer minuto, y el tío es un tío duro, los echarás de menos para cortárselos al décimo día.
— No, para, joder, por favor
Crack.
— ¡KYAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJA!
Resoplaba entre suspiros y bocanadas de aire. Trataba de no llegar al límite, uno que no había costado de alcanzar. Me daba vergüenza, ¿tan poc era capaz de aguantar? Tenía que hacerlo, por Kusagakure. La aldea era más importante que mis intereses pero aquel dilema interno estaba costando horrores.
— ¡Eso es, joder, vamos, casi ni lo he notado, cabronazo!
De nuevo, risas inundaron la estancia, parecían las de un jodido loco. Puede que si estuviese enloqueciendo de verdad. Lo cierto es que mientras aguantaba iba alimentando mi entereza pensando lo que Kintsugi sería capaz de hacer si le daba a Zaide la localización de la aldea.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa