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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#8
Tras una dura mirada de su capitán, el tipo parlanchin decidió que era mejor callar un rato. El viejo marinero por su parte, encendió su pipa con el fuego bajo el caldero, dio una larga calada y mientras la tripulación se giraba en su dirección. Un silencio expectante se apoderó de aquella bodega, tan solo roto por los sonidos de la tormenta, el mar y el crujir de las maderas del barco ante la fuerza de la naturaleza. Aquello dotó a las primeras palabras del viejo capitán, de una fuerza y una credibilidad, difícilmente alcanzables si la situación fuese otra.

—Lo que os voy a contar, lo vi con mis propios ojos— el capitán dejo que el humo escapase por sus dos portentosos orificios nasales —Y os puedo asegurar que es tan real, que aún me estremezco al recordarlo— se acercó un barril para usarlo a modo de asiento —Debía tener yo, más o menos, la edad de nuestros invitados— señaló con la pipa en la mano derecha al peliblanco —Apenas llevaba un par de meses embarcado como mozo de carga, aunque dedicaba más tiempo a limpiar la cubierta que a cualquier otra cosa la verdad— el anciano dio una honda calada, en sus ojos se podía ver una cierta nostalgia por aquellos tiempos —Al mando del navío estaba el viejo Capitán Gonzo, un gran hombre en todos los sentidos y, sin lugar a dudas, el mejor capitán de barco que he conocido— se acomodó en el asiento, como preparándose para lo que estaba por venir —Recuerdo el día que partimos como si fuese ayer, salimos del puerto de la Pequeña Blanca sobre el mediodía e íbamos en dirección a Las Costas del Remolino con una carga importante de té. Era el primer viaje del año tras un invierno especialmente duro— dio otra calada a su pipa antes de continuar, como para mantener a la audiencia en suspense —El día fue bastante tranquilo, pero justo antes de acabar la hora del perro comenzó a nublarse y poco después, estábamos bajo una lluvia tan intensa que por un momento pensé que el barco se iba a hundir por inundación. Nos pasamos horas achicando agua, cubo tras cubo en la oscuridad de la noche. Tan sólo teníamos un par de linternas de aceite para alumbrarnos, pues el resto estaban inutilizadas por el agua. Parecía que no iba a acabar nunca, pero por suerte lo hizo aunque bien entrada la madrugada. A pesar de haber parado, aún estuvimos un buen rato más achicando como bestias... mientras tanto el cielo se fue despejando hasta quedar totalmente claro. Nunca había visto un cielo tan estrellado como el de aquella noche, con es enorme Luna Llena...— el gesto del anciano se torció un poco, apenas durante un instante —Y fue entonces, cuando lo vimos... vimos un barco bastante antiguo, velas rotas que habían perdido su blanco de antaño y muy dañado, casi parecía que iba caerse a pedazos en cualquier momento. Debimos darnos cuenta de que no era un barco normal, pero no lo hicimos— suspiro el anciano capitán tras retirarse la pipa de los labios —Pensamos que sería un barco que al igual que nosotros se había visto sorprendido por lluvia, hicimos señales con las pequeñas linternas pero no recibimos ninguna respuesta. El capitán decidió que lo mejor sería aproximarse hasta el barco, quizás podría haber alguien que necesitase ayuda...—

Las palabras del capitán resonaban potentemente en aquella noche tan desapacible, todos en la sala le escuchaban en silencio. Unos un tanto incrédulos, otros asustados... pero todos espectantes.

—No tardamos mucho en llegar hasta el otro navío, era parecido a nuestro carguero pero bastante más grande... para abordarlo tuvimos que usar escalas pues su borda quedaba a un par de metros de nuestra cubierta— Mitsuki estaba segura de que aquel hombre no mentía, al menos no hasta el momento, pues en sus ojos se podía notar como los recuerdos afloraban —El primero en subir fue el capitán, seguido por el contramaestre y el jefe de cubierta, ellos inspeccionarian el barco y en caso de necesitar ayuda llamarían al resto. No pasarían ni cinco minutos desde que pusieron los pies en la cubierta cuando comenzamos a oír gritos... al principio parecía que intentaban comunicarse con algo... después se tornaron en maldiciones y gritos de terror. Los tres hombres saltaron por la borda de aquel extraño navío a nuestra cubierta, el contramaestre se partío una pierna. No teníamos ni la más remota idea de que pasaba, el capitán solo gritaba que alejásemos el barco... el timonel corrío hasta su posición sin entender muy bien lo que ocurría, pero al ver al viejo así, sin duda debió de intuir que había algo peligroso en aquel barco. Comenzamos a izar las velas y a preparar para cumplir la orden, mientras el doctor y un par de veteranos trataban de atender al herido a la vez que intentaban tranquilizarlos. Fue en ese momento, cuando Keigo, un compañero mío que también se acababa de incorporar comenzó a gritar también asustado a la vez que señalaba hacia arriba. Elevé la mirada de manera autómatica y allí pude ver algo que espero jamás volver a ver— el capitán tomó aire antes de desvelar el misterioso encuentro —sobre la barandilla de madera desvencijada, iluminada de lleno por la luz de la Luna, una calavera sobre un cuerpo de andrajos y huesos nos miraba desde sus vacías cuencas... un escalofrío nos recorrió a todos... el pánico hizo acto de presencia, cogimos cualquier tipo de palo o madera alargada que encontramos para tratar de alejar aquel barco maldito del nuestro... fueron unos minutos agónicos pero lo logramos... con forme nos ibamos alejando pudimos ver que cada vez aparecían más y más de aquellas esqueléticas figuras. Tras aquel incidente tardamos años en volver a surcar estos mares— confesó el anciano capitán

Una vez el capitán hubo terminado de hablar, un espeso silencio se adueño de la estancia. Un silencio que respeto incluso la tormenta, pues ya no se podía oír sus rugidos en el exterior.

La Hyuga se quedó mirando al viejo capitán, imaginándose aquella surrealista escena. Sin lugar a dudas le había impactado, pues al contrario que muchos de allí la joven estaba segura de que aquel hombre no mentía, fuese lo que fuese que había visto, lo vió realmente... y aquello era lo que más le había impactado en su joven mente.
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RE: Un desafío en el mar del té - por Yuki - 13/01/2016, 14:07
RE: Un desafío en el mar del té - por Yuki - 17/01/2016, 18:04
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RE: Un desafío en el mar del té - por Yuki - 23/01/2016, 16:22
RE: Un desafío en el mar del té - por Yuki - 31/01/2016, 14:45


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