1/08/2021, 22:11
Entró como cualquier otra petición de una familia noble para concertar una reunión entre ella y su primogénito. Pero no tardó en hacerse notar. No solo porque era de una noble familia de médicos, que era como un sueño húmedo para su padre, sino porque no era ni en su casa ni pedía hacerlo en la de los Uchiha, sino en el Acantilado.
En un principio, Kinumi sintió un ligero rechazo hacia el loco al que se le ocurría invitarla a tomar el té EN UN ACANTILADO... EN INVIERNO. Pero rápidamente se dio cuenta de la oportunidad que suponía aquello. Algo que había estado ignorando durante mucho tiempo salió a flote. Quería salir de su casa, de cualquier casa. Necesitaba salir.
Puede que el tal Oda Tamao fuese majo, y si no lo era, siempre podía irse a dar un paseo por su cuenta y olvidarse de todo durante un día con la excusa de esa quedada. Alabó sutilmente la familia del chico delante de su padre, quejandose de que quisiese hacerlo en el Acantilado para que no se diese cuenta de que lo estaba manipulando, para finalmente concluir que sin duda sería beneficioso tener a una familia de médicos de su lado.
Con un furisode azulado con detalles de arboles y briznas de verde completamente nuevo partió a la cita. Por suerte, había podido bajar mucho el nivel de maquillaje, así que no era completamente vergonzoso salir a la calle. Aunque en el pelo, que llevaba recogido en un sencillo moño, tenía una hermosa horquilla plateada con el simbolo de su clan grabado. Durante el camino, se retrasó varios minutos decidiendo si iba finalmente a la cita o simplemente disfrutaba del día por su cuenta. Pero el mínimo era presentarse, después ya haría lo que tuviese que hacer.
Apareció en el lugar acordado cinco minutos más tarde de lo estipulado, retraso de princesa lo llamaban. Se paró a varios metros del chico, que no dejaba de ser un desconocido, y esperó que fuese él quien diese pie a las presentaciones.
En un principio, Kinumi sintió un ligero rechazo hacia el loco al que se le ocurría invitarla a tomar el té EN UN ACANTILADO... EN INVIERNO. Pero rápidamente se dio cuenta de la oportunidad que suponía aquello. Algo que había estado ignorando durante mucho tiempo salió a flote. Quería salir de su casa, de cualquier casa. Necesitaba salir.
Puede que el tal Oda Tamao fuese majo, y si no lo era, siempre podía irse a dar un paseo por su cuenta y olvidarse de todo durante un día con la excusa de esa quedada. Alabó sutilmente la familia del chico delante de su padre, quejandose de que quisiese hacerlo en el Acantilado para que no se diese cuenta de que lo estaba manipulando, para finalmente concluir que sin duda sería beneficioso tener a una familia de médicos de su lado.
Con un furisode azulado con detalles de arboles y briznas de verde completamente nuevo partió a la cita. Por suerte, había podido bajar mucho el nivel de maquillaje, así que no era completamente vergonzoso salir a la calle. Aunque en el pelo, que llevaba recogido en un sencillo moño, tenía una hermosa horquilla plateada con el simbolo de su clan grabado. Durante el camino, se retrasó varios minutos decidiendo si iba finalmente a la cita o simplemente disfrutaba del día por su cuenta. Pero el mínimo era presentarse, después ya haría lo que tuviese que hacer.
Apareció en el lugar acordado cinco minutos más tarde de lo estipulado, retraso de princesa lo llamaban. Se paró a varios metros del chico, que no dejaba de ser un desconocido, y esperó que fuese él quien diese pie a las presentaciones.