6/08/2021, 10:50
(Última modificación: 6/08/2021, 11:54 por Kurogane Toshio. Editado 1 vez en total.)
—Yo... puedo hacer el té. —Se ofreció Tamao, que parecía animado por la idea de preparar el té.
—¡Guay! —Dijo Toshio—. Vamos, pues.
Dio media vuelta para guiar a los chicos a su casa, aunque Tamao ya se conocía el camino bastante bien y se apresuró a andar junto a él.
Se pasó el camino hablando de más cosas sin importancia hasta que finalmente llegaron a su casa, que tampoco estaba demasiado lejos. Se trataba de una casa de madera realmente grande que al menos por fuera parecía estar bonita y ordenada.
Al abrir la puerta principal, sobre la que había un cartel que decía en grande "Bienvenidos a la forja Kurogane", los chicos pudieron acceder a una forja completamente equipada y amplia, con todas las herramientas inesperadamente ordenadas y limpias para lo desordenado que era el chico. Todas excepto por un par y alguna marca de suciedad por aquí o por allá por un trabajo reciente.
Al pasar de habitación, se encontraron con un corto pasillo que los llevó a una bonita sala principal, decorada con algún cuadro y algún arma hornamental hechas de alguna especie de metal negro.
—¿Seguro de que te quieres encargar tú, Tamao?
El chico asintió, contento.
—¡Sí!
Tamao salió de la habitación para dirigirse hacia la cocina, mientras Toshio se sentaba en un cómodo sofá que estaba frente a una mesita.
—¡Guay! —Dijo Toshio—. Vamos, pues.
Dio media vuelta para guiar a los chicos a su casa, aunque Tamao ya se conocía el camino bastante bien y se apresuró a andar junto a él.
Se pasó el camino hablando de más cosas sin importancia hasta que finalmente llegaron a su casa, que tampoco estaba demasiado lejos. Se trataba de una casa de madera realmente grande que al menos por fuera parecía estar bonita y ordenada.
Al abrir la puerta principal, sobre la que había un cartel que decía en grande "Bienvenidos a la forja Kurogane", los chicos pudieron acceder a una forja completamente equipada y amplia, con todas las herramientas inesperadamente ordenadas y limpias para lo desordenado que era el chico. Todas excepto por un par y alguna marca de suciedad por aquí o por allá por un trabajo reciente.
Al pasar de habitación, se encontraron con un corto pasillo que los llevó a una bonita sala principal, decorada con algún cuadro y algún arma hornamental hechas de alguna especie de metal negro.
—¿Seguro de que te quieres encargar tú, Tamao?
El chico asintió, contento.
—¡Sí!
Tamao salió de la habitación para dirigirse hacia la cocina, mientras Toshio se sentaba en un cómodo sofá que estaba frente a una mesita.