13/08/2021, 13:03
Por tercera vez durante aquella particular historia de delirios y torturas fui inducido en un sueño profundo de forma unilateral y sin previo aviso. Lo que pasó luego ya no entraría en mi recuerdo. De hecho de recuerdos iba la cosa y nunca más recordaria sobre aquel peculiar interrogatorio. Solo... de la pelea en el Valle del Fin.
Sentí como alguien tiraba de mi párpado mientras iba despertando. Un mal despertar, como estaba siendo usual desde que me crucé con Zaide. Tan solo vi su sharingan y pasé a sentir una extraña sensación.
—Ey, despierta, lechugo.
— Le has empezado a pillar el gusto a esto de darme las buenas noches, ¿eh?
No recibí respuesta. No al menos por el canal por el que esperaba escucharla. El puto Uchiha me pilló y me lanzó al suelo, dislocándome el hombro en el acto. Juro por Dios que no le deseaba a nadie aquella sensación de dolor punzante.
— ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!
Me retorcía de puro dolor, causándome todavía más daño.
—Esto por tu amiga la araña, que me intentó joder cuando te tenía a mi merced. No te preocupes, sigue viva.
— Como le hayas hecho algo...
De nuevo, no hubo tiempo a la reacción. Se ve que el tiempo apremiaba y no tardó en partirme uno de mis dedos, unos de los nueve que todavía me quedaban en su sitio.
— ¡¡AAAAH, JODEEEER!!
. Y esto, por tu amigo Daigo, que casi me revienta un brazo después de rendirse. Ya que ellos no pueden pagar por sus pecados, es tu responsabilidad como chūnin hacerlo por ellos. Ahora estamos en paz.
— Lástima del casi — dije entre bufidos de dolor.
Más tarde, entre aquella sensación de dolor incesante mis ojos repararon en un punto de luz. era algo tenue y se iba acercando. Seguramente se trataba de más tortura y dolor. Era lo que cabía esperar de esos salvajes que parecían disfrutar con aquello más que un tonto con un lápiz nuevo.
—Te tenía por un hombre más templado, Zaide.
—No me toques los huevos. No sabes bien la que me liaron esos tres.
Entonces le vi con claridad. Es como si estuviera aquellos carteles en la spuertas de los antros de mala muerte de todo Ōnindo. Uchiha Zaide y Uchiha Akame. Vaya par de cabronazos.
—¿Este? Este no me sirve ni para limpiarme los dientes.
— Eso está por ver, Uchiha Akame
Trataba de reincorporarme, incluso de pensar como cojones salir de allí. Si ya las había pasado putas con Zaide solo, con otro Uchiha de su lado no tenía opción alguna de sacar nada positivo.
— ¿Dónde está Daigo? —
Sentí como alguien tiraba de mi párpado mientras iba despertando. Un mal despertar, como estaba siendo usual desde que me crucé con Zaide. Tan solo vi su sharingan y pasé a sentir una extraña sensación.
—Ey, despierta, lechugo.
— Le has empezado a pillar el gusto a esto de darme las buenas noches, ¿eh?
No recibí respuesta. No al menos por el canal por el que esperaba escucharla. El puto Uchiha me pilló y me lanzó al suelo, dislocándome el hombro en el acto. Juro por Dios que no le deseaba a nadie aquella sensación de dolor punzante.
— ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!
Me retorcía de puro dolor, causándome todavía más daño.
—Esto por tu amiga la araña, que me intentó joder cuando te tenía a mi merced. No te preocupes, sigue viva.
— Como le hayas hecho algo...
De nuevo, no hubo tiempo a la reacción. Se ve que el tiempo apremiaba y no tardó en partirme uno de mis dedos, unos de los nueve que todavía me quedaban en su sitio.
— ¡¡AAAAH, JODEEEER!!
. Y esto, por tu amigo Daigo, que casi me revienta un brazo después de rendirse. Ya que ellos no pueden pagar por sus pecados, es tu responsabilidad como chūnin hacerlo por ellos. Ahora estamos en paz.
— Lástima del casi — dije entre bufidos de dolor.
Más tarde, entre aquella sensación de dolor incesante mis ojos repararon en un punto de luz. era algo tenue y se iba acercando. Seguramente se trataba de más tortura y dolor. Era lo que cabía esperar de esos salvajes que parecían disfrutar con aquello más que un tonto con un lápiz nuevo.
—Te tenía por un hombre más templado, Zaide.
—No me toques los huevos. No sabes bien la que me liaron esos tres.
Entonces le vi con claridad. Es como si estuviera aquellos carteles en la spuertas de los antros de mala muerte de todo Ōnindo. Uchiha Zaide y Uchiha Akame. Vaya par de cabronazos.
—¿Este? Este no me sirve ni para limpiarme los dientes.
— Eso está por ver, Uchiha Akame
Trataba de reincorporarme, incluso de pensar como cojones salir de allí. Si ya las había pasado putas con Zaide solo, con otro Uchiha de su lado no tenía opción alguna de sacar nada positivo.
— ¿Dónde está Daigo? —
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