20/08/2021, 01:32
Lyndis empezó a callejear por la villa en busca de un lugar asequible. Y así llegaría a un hogareño local que hacía esquina y tenía un cartel "Shuriken Flotante". Un dibujo de un shuriken sonrojado en un baño termal parecía ser su logo. Frente al local con puertas correderas tradicionales había una pequeña muchacha que no llegaba al metro veinte.
— Pa...pasen a... al Shuriken Flotante. — hablaba entre bostezos apoyada en una columna de madera que justo hacía la esquina del lugar.
Entonces giró el rostro y sus ojos se encontraron con los de Lyndis. Y se movieron a su bandana y luego a Lyndis otra vez. Sonrió de oreja a oreja, se despegó de la pared y cogió un pequeño letrero que había apoyado a su lado, en él se leía "Descuentos especiales a shinobis y kunoichis". Las dos coletas bajas rubias de la muchacha bailaron cuando ésta empezó su carrera hacia la kunoichi. Sus ojos azules no se apartaron ni un segundo de los de Lyndis.
La niña vestía un kimono ancho que era fácil de reconocer como uno de los que te dan para que lleves en los baños termales. Era sencillo y de color azul pastel muy claro, casi indistinguible del blanco. Y también unas sandalias simples. Esas las vio especialmente bien cuando la chiquilla se tropezó ante ella y fue de boca contra el suelo, seguramente por no mirar donde pisaba, sino a Lyndis.
— ¡Auchie! — gritó al caer, y se levantó casi al instante, con un par de arañazos en el brazo con el que había parado su caida. — ¡Señora! ¡S-Señorita! ¿¡Sabe que hacemos descuento a kunoichis!? ¡Aquí en el Shuriken Flotante! ¡N-no solo tenemos baños termales, también somos un restaurante y una posada! ¡Puede pasar tantos días como quiera! ¡Y bañarse a todas horas! ¡Incluso si está de misión!
Se notaba que la niña se estaba conteniendo y reservandose muchas palabras para no agobiar a su clienta. Y aún así, había soltado un buen discurso en apenas unos segundos. Sostenía en cartel justo debajo de su barbilla para que Lyndis pudiese leer perfectamente que hacían descuento a ninjas.
— Pa...pasen a... al Shuriken Flotante. — hablaba entre bostezos apoyada en una columna de madera que justo hacía la esquina del lugar.
Entonces giró el rostro y sus ojos se encontraron con los de Lyndis. Y se movieron a su bandana y luego a Lyndis otra vez. Sonrió de oreja a oreja, se despegó de la pared y cogió un pequeño letrero que había apoyado a su lado, en él se leía "Descuentos especiales a shinobis y kunoichis". Las dos coletas bajas rubias de la muchacha bailaron cuando ésta empezó su carrera hacia la kunoichi. Sus ojos azules no se apartaron ni un segundo de los de Lyndis.
La niña vestía un kimono ancho que era fácil de reconocer como uno de los que te dan para que lleves en los baños termales. Era sencillo y de color azul pastel muy claro, casi indistinguible del blanco. Y también unas sandalias simples. Esas las vio especialmente bien cuando la chiquilla se tropezó ante ella y fue de boca contra el suelo, seguramente por no mirar donde pisaba, sino a Lyndis.
— ¡Auchie! — gritó al caer, y se levantó casi al instante, con un par de arañazos en el brazo con el que había parado su caida. — ¡Señora! ¡S-Señorita! ¿¡Sabe que hacemos descuento a kunoichis!? ¡Aquí en el Shuriken Flotante! ¡N-no solo tenemos baños termales, también somos un restaurante y una posada! ¡Puede pasar tantos días como quiera! ¡Y bañarse a todas horas! ¡Incluso si está de misión!
Se notaba que la niña se estaba conteniendo y reservandose muchas palabras para no agobiar a su clienta. Y aún así, había soltado un buen discurso en apenas unos segundos. Sostenía en cartel justo debajo de su barbilla para que Lyndis pudiese leer perfectamente que hacían descuento a ninjas.