24/08/2021, 20:36
—Vete a tomarporculo. —Intentó replicar su hermana, malhumorada, pero a mitad de frase tuvo que doblarse sobre sí misma con un nuevo apretón en la tripa—. Póntela donde quieras...
—¡Pues aquí será, entonces! —exclamó ella alegremente, ajena al sufrimiento estomacal de Umi. Decidida, terminó de anudarse la bandana en torno a la cintura con aquella cinta rosa y contempló en el espejo su brillo metálico desde diferentes ángulos, girando sobre sí misma. Allí estaba perfecta. Pero no todo era por estética, claro. En la academia les habían repetido una y otra vez que la bandana les servía de protección extra, ¿qué mejor sitio para proteger que, precisamente, los órganos internos?
«Eso es. No es sólo porque me quede perfecta, ni nada de eso. Es protección. Sí.»
—Escucha, Sushi...
—¡Que no me llames eso! —protestó Suzaku, tirándole lo primero que tenía a mano: una de sus sandalias ninjas.
—¿Te apetece un picnic con unos sandwiches en el Parque de los Cerezos? Donde siempre. Si es que para la hora de comer estoy mejor... ¡Ay!
Dicho y hecho, Umi volvió a encerrarse en el cuarto de baño. Suzaku torció ligeramente el gesto y se acercó a la puerta, aunque se mantuvo a cierta distancia. Por si acaso.
—Oye, hermana, ¿estás segura de lo del picnic? A lo mejor deberíamos quedar en el hospital, tal y como estás...
—¡Pues aquí será, entonces! —exclamó ella alegremente, ajena al sufrimiento estomacal de Umi. Decidida, terminó de anudarse la bandana en torno a la cintura con aquella cinta rosa y contempló en el espejo su brillo metálico desde diferentes ángulos, girando sobre sí misma. Allí estaba perfecta. Pero no todo era por estética, claro. En la academia les habían repetido una y otra vez que la bandana les servía de protección extra, ¿qué mejor sitio para proteger que, precisamente, los órganos internos?
«Eso es. No es sólo porque me quede perfecta, ni nada de eso. Es protección. Sí.»
—Escucha, Sushi...
—¡Que no me llames eso! —protestó Suzaku, tirándole lo primero que tenía a mano: una de sus sandalias ninjas.
—¿Te apetece un picnic con unos sandwiches en el Parque de los Cerezos? Donde siempre. Si es que para la hora de comer estoy mejor... ¡Ay!
Dicho y hecho, Umi volvió a encerrarse en el cuarto de baño. Suzaku torció ligeramente el gesto y se acercó a la puerta, aunque se mantuvo a cierta distancia. Por si acaso.
—Oye, hermana, ¿estás segura de lo del picnic? A lo mejor deberíamos quedar en el hospital, tal y como estás...