25/01/2016, 02:24
Para sorpresa de la rubia kunoichi, en el instante en que iba a tomar la silla por el respaldo para alejarla y poder sentarse el chico se le adelantó haciendo justamente aquello que tenía pensado hacer. Una ligera sonrisa fue lo que le dedicó al chico y procedió a tomar asiento sintiéndose hasta cierto punto como un miembro de la realeza, de esos que no hacen absolutamente nada por si solos.
Una vez que ambos estuvieron sentados, Noemi lanzó la pregunta que no tardó en recibir respuesta.
—No mucho en realidad,¿Y vos?¿Que clase de deidad cruel envía a uno de sus ángeles a un lugar como este para que sirva como guerrera?
Con cada palabra que entonaba este joven el alma de esta kunoichi se retorcía de placer, llevaba mucho tiempo sin encontrarse a alguien que lograse ese efecto en ella con meras palabras además de que no parecía desesperado o salivando de más, era sin lugar a dudas una compañía ideal para el juicio de la chica.
— Llevo un par de años ya. No me gustaba la idea de seguir una vida cual princesa y convertirme en una inútil, por eso me enlisté en la academia. —
Decía la joven esbozando una alegre sonrisa principalmente por los cumplidos previos de parte del pelirrojo. Una lástima que la conversación se viese interrumpida por una de las empleadas, una mujer que aparentaba apenas unos treinta años, de cabellos largos y castaños.
— ¿Listos para ordenar? — Preguntó con una sonrisa cordial.
Noemi desvió ligeramente la mirada hacia la mujer y pensó dos veces lo que pediría, más que nada por los costos pero al recordar que el chico que la acompañaba podía fabricar piedras preciosas en un instante se olvidó de ello y ordenó con más tranquilidad. — Tempura de carnes blancas para mi, por favor. — Respondió a la empleada que anotó en una pequeña libretita y se quedó a la espera de que el pelirrojo diera su orden.
Una vez que ambos estuvieron sentados, Noemi lanzó la pregunta que no tardó en recibir respuesta.
—No mucho en realidad,¿Y vos?¿Que clase de deidad cruel envía a uno de sus ángeles a un lugar como este para que sirva como guerrera?
Con cada palabra que entonaba este joven el alma de esta kunoichi se retorcía de placer, llevaba mucho tiempo sin encontrarse a alguien que lograse ese efecto en ella con meras palabras además de que no parecía desesperado o salivando de más, era sin lugar a dudas una compañía ideal para el juicio de la chica.
— Llevo un par de años ya. No me gustaba la idea de seguir una vida cual princesa y convertirme en una inútil, por eso me enlisté en la academia. —
Decía la joven esbozando una alegre sonrisa principalmente por los cumplidos previos de parte del pelirrojo. Una lástima que la conversación se viese interrumpida por una de las empleadas, una mujer que aparentaba apenas unos treinta años, de cabellos largos y castaños.
— ¿Listos para ordenar? — Preguntó con una sonrisa cordial.
Noemi desvió ligeramente la mirada hacia la mujer y pensó dos veces lo que pediría, más que nada por los costos pero al recordar que el chico que la acompañaba podía fabricar piedras preciosas en un instante se olvidó de ello y ordenó con más tranquilidad. — Tempura de carnes blancas para mi, por favor. — Respondió a la empleada que anotó en una pequeña libretita y se quedó a la espera de que el pelirrojo diera su orden.