1/09/2021, 11:31
(Última modificación: 1/09/2021, 11:32 por Kaminari Chika.)
— Tu hija ha intentado matarme con paralizantes
— ¿Qué? — miró el brazo completamente inerte de Lyndis y se veía dificil de fingir algo así. — ¿¡Qué!?
— ¿Loca? Si estuviera loca te hubiera matado en el mismo instante que mi pierna te toco la espalda Poco me va a importar lo que me pagues por la estancia. Me largo de aquí. Ahora.
— Espera, espera. No puedes irte con el brazo así.
Sasu se revolvió en el suelo, indignada.
— ¿Cómo? ¡¿Crees a esta... esta kunoichi antes que a tu hija?!
— ¡Mirale el brazo! Esto es por tu padre, ¿verdad? ¡Te dije que te olvidases de ello! — señaló con su mano al brazo de la kunoichi.
— Oh, claro, disculpame por no poder olvidar a mi padre tras tu sabio consejo. ¡No soy un demonio sin corazón! Como otras. — empezó a hacer aspavientos completamente indignada.
— ¡Tu padre era un ninja! — se tapó los ojos y suspiró antes de quitarse la mano de nuevo. — Dios, es que eres idiota. — suspiró pesadamente.
— ¿Qué? ¡No! ¡A papa lo mató un ninja de Kusagakure!
— ¡¿Y por qué te crees que lo hizo?!
— ¡Él era un buen hombre! Él no... — se quedó en el suelo, mirando a todo y a nada.
— Lyndis, por favor, dejame al menos curarte la herida. — le pidió la mujer con una mano en el pecho. — No puedes salir así, por favor.
— ¿Qué? — miró el brazo completamente inerte de Lyndis y se veía dificil de fingir algo así. — ¿¡Qué!?
— ¿Loca? Si estuviera loca te hubiera matado en el mismo instante que mi pierna te toco la espalda Poco me va a importar lo que me pagues por la estancia. Me largo de aquí. Ahora.
— Espera, espera. No puedes irte con el brazo así.
Sasu se revolvió en el suelo, indignada.
— ¿Cómo? ¡¿Crees a esta... esta kunoichi antes que a tu hija?!
— ¡Mirale el brazo! Esto es por tu padre, ¿verdad? ¡Te dije que te olvidases de ello! — señaló con su mano al brazo de la kunoichi.
— Oh, claro, disculpame por no poder olvidar a mi padre tras tu sabio consejo. ¡No soy un demonio sin corazón! Como otras. — empezó a hacer aspavientos completamente indignada.
— ¡Tu padre era un ninja! — se tapó los ojos y suspiró antes de quitarse la mano de nuevo. — Dios, es que eres idiota. — suspiró pesadamente.
— ¿Qué? ¡No! ¡A papa lo mató un ninja de Kusagakure!
— ¡¿Y por qué te crees que lo hizo?!
— ¡Él era un buen hombre! Él no... — se quedó en el suelo, mirando a todo y a nada.
— Lyndis, por favor, dejame al menos curarte la herida. — le pidió la mujer con una mano en el pecho. — No puedes salir así, por favor.