1/09/2021, 17:38
—Pues ya podéis espabilar
Arquee una ceja y alcé levemente el rostro. Allí estaba el cabrón con su cara de hijo de puta orgulloso.
—. Porque si no pudisteis vencerme, me da que con Kurama no tendréis ninguna posibilidad.
Lo que estaba claro es que en caso de ir a por ese zorro con aires de emperador y de dictador no lo haría con una mano delante y la otra detrás. No. Sería necesaria una preparación mínima, pero desde luego que solo no iba a hacerlo.
—Es hora de dormir
Daigo fue enrolado de nuevo en esa gran tela y el fuinjutsu hizo el resto del trabajo. Zaide arrojó un poco de pescado y luego prestó atención hacía mí.
—. Tienes pescado y agua para unos días. Cerraré la cueva y le pondré un sello para hacerla irrompible… por dentro y por fuera. Espero que cuando vuelva me veas con unos lingotes de oro. De lo contrario…
No supe más nada en los siguientes 4 días. Maniatado y con el pescado cubriendo la cueva de su hedor putrefacto. En ocasiones quise morirme al acto, allí mismo. Pero no lo hice, debía ser fuerte y esperar que la Morikage satisficiese las demandas de aquel criminal y así poder volver junto a Daigo a casa. A Kusagakure. Finalmente, sin embargo, me fui comiendo los pescados que Zaide había dejado. Debía tener el estómago lleno, por lo que pudiese pasar. al cuarto día, la luz del sol me golpeó de lleno. Quise cubrirme la cara, pero obviamente no pude, en su lugar mis ojos se cerraron, girando la cara al origen de aquel destello infernal.
—¿Yota? Yota, ¿dónde estás?
— Delante de tus narices
«Puto cegato de los cojones»
Ahí estaba, sentado en el suelo, apoyado en algo, creo que era la mesa en la que en su día Daigo estuvo estirado, ahora el peliverde estaba como embutido entre aquellas telas en el suelo, ante mí. Ardía en deseos de saber qué había pasado con Kintsugi y la aldea...
Arquee una ceja y alcé levemente el rostro. Allí estaba el cabrón con su cara de hijo de puta orgulloso.
—. Porque si no pudisteis vencerme, me da que con Kurama no tendréis ninguna posibilidad.
Lo que estaba claro es que en caso de ir a por ese zorro con aires de emperador y de dictador no lo haría con una mano delante y la otra detrás. No. Sería necesaria una preparación mínima, pero desde luego que solo no iba a hacerlo.
—Es hora de dormir
Daigo fue enrolado de nuevo en esa gran tela y el fuinjutsu hizo el resto del trabajo. Zaide arrojó un poco de pescado y luego prestó atención hacía mí.
—. Tienes pescado y agua para unos días. Cerraré la cueva y le pondré un sello para hacerla irrompible… por dentro y por fuera. Espero que cuando vuelva me veas con unos lingotes de oro. De lo contrario…
No supe más nada en los siguientes 4 días. Maniatado y con el pescado cubriendo la cueva de su hedor putrefacto. En ocasiones quise morirme al acto, allí mismo. Pero no lo hice, debía ser fuerte y esperar que la Morikage satisficiese las demandas de aquel criminal y así poder volver junto a Daigo a casa. A Kusagakure. Finalmente, sin embargo, me fui comiendo los pescados que Zaide había dejado. Debía tener el estómago lleno, por lo que pudiese pasar. al cuarto día, la luz del sol me golpeó de lleno. Quise cubrirme la cara, pero obviamente no pude, en su lugar mis ojos se cerraron, girando la cara al origen de aquel destello infernal.
—¿Yota? Yota, ¿dónde estás?
— Delante de tus narices
«Puto cegato de los cojones»
Ahí estaba, sentado en el suelo, apoyado en algo, creo que era la mesa en la que en su día Daigo estuvo estirado, ahora el peliverde estaba como embutido entre aquellas telas en el suelo, ante mí. Ardía en deseos de saber qué había pasado con Kintsugi y la aldea...
![[Imagen: K1lxG4r.png]](https://i.imgur.com/K1lxG4r.png)
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