1/09/2021, 19:12
Zaide cambió el peso de una pierna a otra, incómodo por los gritos de Yota. Le recordaban a otros chillidos. Le traían de vuelta a un sitio al que no quería volver. Cuando Daigo le lanzó la pregunta, agachó la mirada por un momento.
Abrió la boca, y tardó unos segundos en hilvanar las palabras.
—Tu amigo tiene razón. Soy un mentiroso. —Y uno de los buenos. De los mejores—. Nunca tuve pensado venderos a nadie más. Solo os lo dije porque estabais convencidos de que Kintsugi no pagaría y no quería que temieseis por vuestra vida.
La gente que temía por su vida era peligrosa. Difícil de manejar. La gente con esperanza, en cambio, tendía a ser más dócil. Por desgracia, ellos habían estado en lo cierto y él equivocado. Empezaba a ser una desagradable costumbre, esa. La de estar siempre equivocado.
—A quién coño iba a venderos, ¿huh? No tenéis Byakugan. Ni Sharingan. Nadie pagaría por vosotros —dijo, arisco, más consigo mismo que con ellos. Negó con la cabeza—. Tenía planeado hacerle una segunda oferta a Kintsugi, pero destruyó mi clon primero. Antes de eso me dejó claro que no negociaba con terroristas.
Se dio cuenta en aquel momento, justo antes de que le hubiesen pegado un sello en la espalda. Se dio cuenta que Kintsugi no accedería a su petición. No negociaba con terroristas, después de todo, y por eso…
Por eso tenía que hacerlo. Ya no podía negociar. Ahora solo le quedaba imponerse. Vencer o morir. Miró a aquellos chicos. Nunca le había costado acabar con la vida de ningún ninja. Ahí afuera, era matar o morir. Tener manchadas las manos de su sangre le había dado pocos remordimientos a lo largo de su vida. Pero nunca había matado a sangre fría. Nunca había matado a nadie esposado e indefenso.
Abrió y cerró las manos antes de apoyarlas en sus hachas.
—Uno de vosotros hará de mensajero. El otro, de mensaje —les dedicó una mirada larga a cada uno de ellos—. Os doy la oportunidad de decidir quién será quién.
Abrió la boca, y tardó unos segundos en hilvanar las palabras.
—Tu amigo tiene razón. Soy un mentiroso. —Y uno de los buenos. De los mejores—. Nunca tuve pensado venderos a nadie más. Solo os lo dije porque estabais convencidos de que Kintsugi no pagaría y no quería que temieseis por vuestra vida.
La gente que temía por su vida era peligrosa. Difícil de manejar. La gente con esperanza, en cambio, tendía a ser más dócil. Por desgracia, ellos habían estado en lo cierto y él equivocado. Empezaba a ser una desagradable costumbre, esa. La de estar siempre equivocado.
—A quién coño iba a venderos, ¿huh? No tenéis Byakugan. Ni Sharingan. Nadie pagaría por vosotros —dijo, arisco, más consigo mismo que con ellos. Negó con la cabeza—. Tenía planeado hacerle una segunda oferta a Kintsugi, pero destruyó mi clon primero. Antes de eso me dejó claro que no negociaba con terroristas.
Se dio cuenta en aquel momento, justo antes de que le hubiesen pegado un sello en la espalda. Se dio cuenta que Kintsugi no accedería a su petición. No negociaba con terroristas, después de todo, y por eso…
Por eso tenía que hacerlo. Ya no podía negociar. Ahora solo le quedaba imponerse. Vencer o morir. Miró a aquellos chicos. Nunca le había costado acabar con la vida de ningún ninja. Ahí afuera, era matar o morir. Tener manchadas las manos de su sangre le había dado pocos remordimientos a lo largo de su vida. Pero nunca había matado a sangre fría. Nunca había matado a nadie esposado e indefenso.
Abrió y cerró las manos antes de apoyarlas en sus hachas.
—Uno de vosotros hará de mensajero. El otro, de mensaje —les dedicó una mirada larga a cada uno de ellos—. Os doy la oportunidad de decidir quién será quién.
![[Imagen: Uchiha-Zaide-eyes2.png]](https://i.ibb.co/gwnNShR/Uchiha-Zaide-eyes2.png)