1/09/2021, 19:34
— Tranquilo, está bien.
Sentí la mano del genin en mi hombro y pude sentir como emanaba tranquilidad. REsultaba de lo más asombroso que emanase aquella paz y aquella calma en una situación como aquella pero había logrado calmarme.
No te preocupes. Todo estará bien.
Sin embargo, las lágrimas no habían cesado, seguían descendiendo, una a una, como si tuviese que pagar un peaje en mis lagrimales. Ahora la autentica pregunta fue la que había exteriorizado el peliverde.
«¿qué sigue ahora?»
—Tu amigo tiene razón. Soy un mentiroso.
Aquella revelación fue, ante todo inesperada. Ya estaba esperando a que nos separase la cabeza del cuerpo y ambas rodasen colina abajo en busca de algún lugar en el que morir putrefactas. Pero no, en lugar de aquello se estaba sincerando. Demasiado, quizás. Desde luego que tenía toda mi atención, como para no tenerla. Eso era precisamente lo que reflejaban mis ojos vidriosos.
—. Nunca tuve pensado venderos a nadie más. Solo os lo dije porque estabais convencidos de que Kintsugi no pagaría y no quería que temieseis por vuestra vida.
—A quién coño iba a venderos, ¿huh? No tenéis Byakugan. Ni Sharingan. Nadie pagaría por vosotros
Lo cierto es que no le faltaba razón. ¿Quién coño iba a pagar por un par de kusajines? Si unod e nosotros fuese Eikyu Juro hubiese sido distinto, pero con Daigo y conmigo... Lejos de la aldea teníamos un valor paupérrimo. Y de hecho, todo apuntaba a que dentro de la aldea éramos reemplazables. Peones al servicio de la nación. Figuritas intercambiables. Lejos quedaban los tiempos en los que Kenzō quería hacer sentir a sus shinobis parte importante del engranaje de Kusagakure. Todo aquello había pasado a mejor vida
-. Tenía planeado hacerle una segunda oferta a Kintsugi, pero destruyó mi clon primero. Antes de eso me dejó claro que no negociaba con terroristas.
Interesante declaración. Seguía la sinceridad de aquel criminal, aunque en este caso quedaba por saber de qué segunda oferta se trataba pero a aquellas alturas de la historia ya poco importaba.
—Uno de vosotros hará de mensajero. El otro, de mensaje —les dedicó una mirada larga a cada uno de ellos—. Os doy la oportunidad de decidir quién será quién.
Mire a Daigo, luego a Zaide de nuevo. Incrédulo. Aquellos que me conocían bien, los que de verdad lo hacían, gente como mi madre, quizás el propio Juro, solo esa gente sabría lo que haría. Es posible que dAigo ni siquiera lo imaginase. Me levanté y me puse delante del Uchiha.
— Entonces yo haré de mensaje, pero tienes que asegurarme de que Daigo llegará de una pieza a Kusagakure
Sentí la mano del genin en mi hombro y pude sentir como emanaba tranquilidad. REsultaba de lo más asombroso que emanase aquella paz y aquella calma en una situación como aquella pero había logrado calmarme.
No te preocupes. Todo estará bien.
Sin embargo, las lágrimas no habían cesado, seguían descendiendo, una a una, como si tuviese que pagar un peaje en mis lagrimales. Ahora la autentica pregunta fue la que había exteriorizado el peliverde.
«¿qué sigue ahora?»
—Tu amigo tiene razón. Soy un mentiroso.
Aquella revelación fue, ante todo inesperada. Ya estaba esperando a que nos separase la cabeza del cuerpo y ambas rodasen colina abajo en busca de algún lugar en el que morir putrefactas. Pero no, en lugar de aquello se estaba sincerando. Demasiado, quizás. Desde luego que tenía toda mi atención, como para no tenerla. Eso era precisamente lo que reflejaban mis ojos vidriosos.
—. Nunca tuve pensado venderos a nadie más. Solo os lo dije porque estabais convencidos de que Kintsugi no pagaría y no quería que temieseis por vuestra vida.
—A quién coño iba a venderos, ¿huh? No tenéis Byakugan. Ni Sharingan. Nadie pagaría por vosotros
Lo cierto es que no le faltaba razón. ¿Quién coño iba a pagar por un par de kusajines? Si unod e nosotros fuese Eikyu Juro hubiese sido distinto, pero con Daigo y conmigo... Lejos de la aldea teníamos un valor paupérrimo. Y de hecho, todo apuntaba a que dentro de la aldea éramos reemplazables. Peones al servicio de la nación. Figuritas intercambiables. Lejos quedaban los tiempos en los que Kenzō quería hacer sentir a sus shinobis parte importante del engranaje de Kusagakure. Todo aquello había pasado a mejor vida
-. Tenía planeado hacerle una segunda oferta a Kintsugi, pero destruyó mi clon primero. Antes de eso me dejó claro que no negociaba con terroristas.
Interesante declaración. Seguía la sinceridad de aquel criminal, aunque en este caso quedaba por saber de qué segunda oferta se trataba pero a aquellas alturas de la historia ya poco importaba.
—Uno de vosotros hará de mensajero. El otro, de mensaje —les dedicó una mirada larga a cada uno de ellos—. Os doy la oportunidad de decidir quién será quién.
Mire a Daigo, luego a Zaide de nuevo. Incrédulo. Aquellos que me conocían bien, los que de verdad lo hacían, gente como mi madre, quizás el propio Juro, solo esa gente sabría lo que haría. Es posible que dAigo ni siquiera lo imaginase. Me levanté y me puse delante del Uchiha.
— Entonces yo haré de mensaje, pero tienes que asegurarme de que Daigo llegará de una pieza a Kusagakure
![[Imagen: K1lxG4r.png]](https://i.imgur.com/K1lxG4r.png)
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